“Nunca me he propuesto ser un novelista de gran público”
Luis Goytisolo publica 'El lago en las pupilas', cuatro historias entrecruzadas con las que vuelve la mirada a temas recurrentes en su obra
En poco más de 150 páginas, una novelita, Luis Goytisolo ha querido encerrar el mundo. Si no todo él en su materialidad, al menos sí una interpretación de lo que sucede sobre su faz. “Las buenas novelas te ayudan a entender la vida mejor que ninguna otra cosa, incluso que la filosofía, porque es más abstracta”, afirma al teléfono, desde su hogar tarraconense. En El lago en las pupilas (Siruela), presenta varias historias que convergen en iluminación solo con la voluntad interpretativa del lector. Cuatro vidas que se entremezclan a lo largo de los distintos capítulos, una técnica ya reconocida del autor barcelonés (1935), que también vuelve la vista en esta ocasión a temas que definen buena parte de su obra, como la Guerra Civil, el sexo o la imperfecta relación entre pasado y presente.
Marcel llega de Locarno, en Suiza, a Riofrío en busca de respuestas sobre su identidad. Gloria ya estaba instalada en el pueblo español de montaña, huida del lastre de sus fantasmas. El Moro, anciano, nació allí, y solo regresó tras una exitosa vida empresarial y un turbio episodio acaecido en tiempos de guerra. Richard es un periodista que cubre una cumbre económica en Locarno. Entretejidos, los cuatro conforman una verdad que no se aprecia en sus respectivas individualidades. “Siempre he usado este tipo de mezclas”, explica el autor de la aclamada tetralogía Antagonía, que reunió hace unos meses en un solo volumen, además de otros títulos como Diario de 360º o Liberación. “La función no es arbitraria, lo que se busca es conocer la realidad”.
Esa realidad se funde con una ficción basada en esa realidad. Como un palíndromo exegético. Por ejemplo, la de la Guerra Civil española, que se intuye pero no se muestra como tal. “Meto algún elemento discordante para que no se identifique directamente”, señala el académico de la lengua y Premio Nacional de Literatura. O la crisis financiera, que se asoma a través de la cumbre económica que cubre el periodista Richard. O el mestizaje europeo, que se revela en el linaje de los protagonistas. O el sexo libre de los años sesenta y setenta, que regurgita en el presente. "Los problemas de carácter sexual parecían resueltos, pero la experiencia ha demostrado que no es así: ahora, casi todas aquellas parejas se han acabado divorciando".
El cruce de vidas cobra sentido en la cabeza del lector, que debe poner de su parte para comprender. “Se pueden entender todas las peculiaridades, pero hay que leer con ojos críticos”, dice Goytisolo. “No hay que ser ingenuo, los personajes se mienten a sí mismos y por tanto mienten al lector”. El autor también participa de esta trampa al escribir desde puntos de vista diversos –en primera y tercera persona-, y al hacer creer como personales historias que –solo al final se descubre-, se cuentan en boca de otros personajes. Al terminar la narración, los protagonistas no han encontrado todas las respuestas que andaban buscando. “Pero el lector sí, porque ha seguido sus historias”.
La situación actual se enfrenta a su espejo en las páginas de El lago en las pupilas. Desde la recesión económica a la gestión de la información periodística. De otro tema aferrado al presente, el devenir de la novela, Goytisolo afirma que esta también se encuentra “totalmente en crisis”. “El papel siempre quedará como testimonio, pero no sabemos lo que pasará. Con el cambio en los hábitos sociales cada vez se leen menos libros, y si esto afecta a los lectores, también a los escritores”.
El proceso que sigue para crear, asegura, está siempre fundamentado en la "preparación previa". Siempre sabe cómo empieza y termina su libro, "aunque no es que no crea en la inspiración". “Calculo que cada dos o tres años se me ocurre una idea para una novela”, añade Goytisolo, que afirma que no se considera un autor de gran público. "Nunca me lo he propuesto, aunque hice pruebas de novelas más fáciles, que me entretuvieran a mi mismo, como Mzungo o Placer Licuante, que fue un éxito extraordinario". Por ahora, se mantiene concentrado en una serie de ensayos. “Con Antagonía pensé que no iba a haber más”, concluye, “y desde entonces han caído 12 o 13”.
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