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Cómo montar un festival tipo ‘A’ con un presupuesto tipo ‘Z’

Nuevos patrocinios, aprovechamiento de los viajes promocionales de las estrellas y coqueteos con lo popular: así sortea los rigores de la crisis el certamen donostiarra

Meryl Streep recoge su premio Donostia, en 2008
Meryl Streep recoge su premio Donostia, en 2008jesús uriarte

¿Cuánto cuesta montar un gran festival? ¿Son caras las estrellas? ¿Hasta dónde se puede estirar un presupuesto como el de San Sebastián? Todas las preguntas apuntan a José Luis Rebordinos, director del Zinemaldia, ese hombre eternamente vestido de negro, encargado de capitanear una nave que cumple en esta edición la provecta edad de 60 años. Como todo en la vida, hay trucos: “Tenemos algo muy bueno que ofrecer, un buen producto”, dice su máximo responsable. Y esto vale tanto para conseguir buen cine como para lograr patrocinios privados en una mala época.

Con un presupuesto de 7,4 millones de euros (apenas 250.000 más que en la pasada edición), muy inferior a la que manejan Venecia o Berlín (la Berlinale se monta con 18 millones) y a años luz de Cannes, San Sebastián ha estirado al máximo sus fuerzas. “Hemos llegado al máximo de lo que podemos dar en una ciudad de 300.000 habitantes, y con una oferta hotelera de este tamaño”. Y sí, claro que ha notado la crisis. “Pero yo soy de los convencidos de que hay que luchar contra el abatimiento y la tristeza, y nuestro objetivo es ofrecer ilusión, más con la que está cayendo en las calles. Un festival de cine es también una gran fiesta, donde tiene que haber mucha vida y muchas sorpresas”.

De acuerdo, pero para esto se necesita capital. Y para muestra, la comparativa con otro aniversario redondo. En la 50ª edición, el presupuesto se acercó a los 6,8 millones. Si se hubiera aumentado el dinero de acuerdo con la subida del IPC, hoy el Zinemaldia se haría con más de nueve millones. “Celebramos este cumpleaños con el 24% menos de lo que debería ser”. ¿Entonces? A Rebordinos no le asusta explicar sus cifras: “Hablar de dinero no es manchar el arte”.

Tampoco le duelen prendas al director del certamen en confirmar que la mayoría de las estrellas vienen a promocionar sus títulos, algo que le viene de perlas al festival: así se ahorra la partida más costosa del viaje: los vuelos. “La realidad es que tenemos 350.000 euros para viajes y un avión privado ya cuesta 200.000. Con este dinero, que creo que incluso no vamos ni a gastar completamente, ayudamos a algunos títulos, tres o cuatro, sin distribuidor en España y por los que tenemos especial interés”.

Una vez que los cineastas aterrizan en el País Vasco, entonces sí, en ese momento el certamen se hace cargo de sus gastos, que incluyen seguridad, buenos alojamientos, como el hotel María Cristina, que este año estrena nueva cara, y cenas en los restaurantes locales. “Pero es que no nos duele reconocer que llegamos a acuerdos con las distribuidoras, que nos benefician a ambos”, dice Rebordinos. Así logra que este año todas las estrellas presentes, incluidos los cinco premios Donostia (Ewan McGregor, John Travolta, Tommy Lee Jones y los dos homenajeados por el 60º cumpleaños, Oliver Stone y Dustin Hoffman), vengan con película debajo del brazo: sus viajes forman parte de su promoción en Europa.

Ante la falta de aumento en las ayudas públicas, cada vez más un director de festival dedica su tiempo a la búsqueda de dinero. “Es cierto. Y me gustaría dedicarme más a ver cine. La crisis me ha obligado a que consagre el 50% de mi labor a pelear por conseguir patrocinios. Pero es una de las obligaciones de mi cargo. En cuatro meses perdí 480.000 euros, aunque luego he conseguido desde marzo 600.000”. De los 7,4 millones de presupuesto, 3.900.000 lo aportan las cuatro instituciones que conforman el Consejo de Administración (Ayuntamiento, Diputación, Gobierno vasco y Ministerio de Cultura), a lo que este año se ha añadido una partida especial de 270.000 euros de la Consejería de Industria para el estreno del foro de coproducción. El resto, hasta el total, lo ponen empresas privadas.

Una de las señas de identidad del Zinemaldia está en el público que abarrota las salas. Rebordinos lo reconoce: “Para nosotros es un gran soporte económico. En 2011 ingresamos 600.000 euros en taquilla, algo que este año puede verse mermado por la subida del IVA y la huelga del miércoles 26. Hemos calculado que dejaremos de ingresar por ese día unos 40.000 euros”. A pesar de la impresionante venta del primer día (50.000 entradas adquiridas en unas horas), el director es sincero: “Es el tirón inicial de los grandes títulos. Sin embargo, no nos engañamos, no superaremos la cifra de 2011”.

Al final, con una quincena de rutilantes estrellas mundiales —“y alguna sorpresa que puede llegar”— y una poderosa programación, las expectativas están muy altas. Pero Rebordinos no tiene miedo: “Tenemos cartas marcadas. Es imposible que este año la gente no salga contenta. Lo importante es que hemos creado un puzzle cinematográfico en el que encajan todas las piezas”.

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