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Los ‘graffitis’ se pintan con pistolas de agua

El artista Antonin Fourneau crea un material interactivo cubierto de bombillas LED que reaccionan al contacto con el líquido

Silvia Hernando

Cualquier color vale para pintar un graffiti. Incluido el transparente del agua. Para que estas pinturas murales puedan lucir, literalmente, en todo su esplendor, el artista Antonin Fourneau ha desarrollado un material interactivo que reacciona al contacto con el líquido iluminando las más de 20.000 bombillas LED desplegadas sobre él. “Es un concepto elegante y simple para utilizar el agua como conductor eléctrico”, explica.

Creado en el laboratorio artístico francés Digitalarti, el Water Light Graffiti se estrenó el pasado julio en una calle de Poitiers, en Francia, donde los visitantes podían jugar con pistolas de agua, brochas o trapos mojados para crear formas a su antojo. “Quería trabajar con materiales interactivos que pudieran instalarse en lugares públicos sin tener que usar un ordenador, un videoproyector, una cámara cinética u otro sistema complicado para los espacios abiertos”, asegura Fourneau, parisino de 32 años.

Cuando comenzó a imaginarse este proyecto el pasado marzo, dice que no pudo sacarse de la cabeza una exposición de Ingo Maurer que había visto en Japón en 2006, donde el artista utilizaba una mesa de cristal cubierta de bombillas LED. "También el trabajo de Moritz Waldemeyer, al que conocí en una residencia de artistas en Tokio en 2007". Mientras trabajaba en China en un taller sobre dispositivos interactivos naturales, le llegó la iluminación definitiva: "Estaba en mi habitación trabajando con un proyecto electrónico y tenía un espray sobre la mesa, cuando de repente... ¡llegó el flashazo!".

Actualmente profesor de diseño interactivo en una escuela de París –también ha participado como invitado en talleres como los que organiza el Medialab del Prado o la Escuela CAFA de Pekín-, Fourneau es asiduo al uso del agua como material para desarrollar sus creaciones. “La he utilizado varias veces en instalaciones y experimentos”, corrobora. Para el Centro Pompidou, realizó una prueba en la que varios participantes se convertían en un todo único capaz de controlar un juego gracias a la conductividad del agua a través de esponjas. Y anteriormente, había utilizado la humedad del sushi y el contacto con los palillos para crear música, o había creado una dentadura postiza con LEDs controlados por la saliva. “El agua ejerce una influencia inconsciente en mi mente”, asegura. Y una muy consciente sobre su obra.

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Sobre la firma

Silvia Hernando
Redactora en BABELIA, especializada en temas culturales. Antes de llegar al suplemento pasó por la sección de Cultura y El País Semanal. Previamente trabajó en InfoLibre. Estudió Historia del Arte y Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca y tiene dos másteres: uno en Mercado del Arte y el otro en Periodismo (UAM/EL PAÍS).

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