Fotografía en busca de la naturaleza
Banquero reconvertido a fotógrafo, Jon Cazenave busca entender las sociedad y la tierra en las que vive, posicionándose en el entorno mediante la fotografía
Cuando el economista donostiarra Jon Cazenave, de 35 años, decidió hace cinco dejar el mundo financiero y pasarse a la fotografía artística, sus amigos y familia le animaron, y hoy le siguen apoyando. Ahora ha sido seleccionado para participar en la 19ª edición del festival Noorderlicht, una exposición fotográfica sobre la relación del hombre y la naturaleza.
El caso es que ya hacía dos años que le picaba el gusanillo de la fotografía, y había realizado un trabajo sobre la idiosincrasia y estética del pueblo vasco llamado Galerna; un trabajo de investigación de carácter antropológico mediante el que buscaba “entender las sociedad y la tierra en las que vivo, posicionándome así en mi entorno mediante la fotografía. ‘El arte para el hombre”, cita Cazenave a Oteiza.
Su trabajo y su forma de entender los lugares y sociedades en las que se ve inmerso se reflejan en árboles, olas, animales y cielos negros que constituyen un mundo simbólico que este exhombre de finanzas convierte en “acceso de entendimiento y comprensión del alma del pueblo vasco, el alma vieja de un pueblo que persigue su paraíso perdido”.
P. ¿Qué crees que aporta tu propuesta como valor?
R. Creo que el pueblo vasco vive en un entorno excesivamente politizado por parte de los medios. En este contexto político sin salida yo planteo una solución estética en la que todo sea posible, un mundo imaginario construido en primera persona que solucione mi necesidad vital de acercarme al pueblo vasco. Pongo sobre el tapete la potencia del paisaje como constructor de un pueblo, investigo sobre las tradiciones milenarias presentes en el mundo rural y busco conexiones aún muy presentes con el pasado que configuran la manera de vivir y sentir de un pueblo particular.
P. ¿Qué posibilidad real ves de poder acceder al circuito estable de la cultura?
R. No soy amigo de la estabilidad y creo que no incide positivamente en la creación. Trabajo intensamente para intentar solucionar las dudas existenciales que como vasco llevo dentro y este trabajo trata de establecer un camino para dicha solución. Soy joven y mi objetivo no es acceder a ningún circuito cultural determinado sino trabajar para ser capaz de construir un discurso propio y compartirlo con la sociedad.
P. ¿Cuáles son, a tu juicio, las mayores dificultades para los talentos emergentes?
R. Vivimos momentos complicados en muchos ámbitos (no solo en el económico) y ante este entorno de cambio creo que hay que reivindicar una nueva forma de ver las cosas, una manera fresca de mirar y crear. Hay gente que a nivel estatal está haciendo grandes cosas en el mundo de la fotografía mediante proyectos, escuelas, galerías o colectivos y es la dificultad de hacer visible este trabajo lo que hace que surjan nuevas propuestas y se innove. Los jóvenes debemos asumir que el camino es largo y complejo, hay que perseverar en lo que creemos y pensar que de un entorno difícil es de donde surgen las mejores ideas.
P. ¿Qué beneficios esperas de salir en una plataforma como esta?
R. Noorderlicht es una referencia internacional entre los festivales de fotografía. El mero hecho de estar presente en un acontecimiento de este calibre ya es una buena noticia. El principal objetivo está cumplido: ser capaz de posicionar un trabajo sobre el pueblo vasco en una plataforma internacional del alcance de un festival como Noorderlicht. La repercusión que pueda tener el hecho participar en la muestra no la puedo controlar pero no hay duda, estoy ilusionado y se abre una nueva etapa después de esto.
P. ¿Con qué herramientas cuentan los talentos emergentes para darse a conocer?
R. No son muchas las plataformas de las que disponemos y generalmente son de consumo interno y puramente endogámico. Es triste ver cómo publicas un libro de fotografía y la gran mayoría de compradores son los mismos fotógrafos. Lo mismo ocurre con las exposiciones. Es muy difícil llegar un público más amplio y quizás debamos mirar de puertas hacía dentro haciendo autocrítica. Está en nuestras manos desarrollar esas herramientas y no debemos esperar a que sean otros los que nos las proporcionen.
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