El último paseíllo de ‘Manolete’
La 'película maldita' sobre el torero se estrena de tapadillo seis años después Es el final de un camino jalonado de impagos, querellas y hasta ocho montajes distintos
El estreno el próximo viernes en 51 salas de España de Manolete cierra uno de los episodios más sangrantes y largos de la historia del cine español. Una película que nació para la gloria, con estrellas internacionales en su reparto y un presupuesto de 11 millones de euros, pero acabó tachada de maldita, costando más del doble y con una suerte parecida a la de su legendario personaje. Para su productor, Andrés Vicente Gómez, se cierra “el mayor fracaso” de su carrera: “Estoy hasta el gorro de esta película. Pero me alegro de que se estrene: al menos mi madre dejará de preguntarme que cuando se estrena Manolete”.
Con el actor estadounidense Adrien Brody en el papel del malogrado torero cordobés y Penélope Cruz en el de su amante, Lupe Sino, Manolete se perfiló como una superproducción internacional, una de las más caras de la historia del cine español. Una película de época ambientada hasta el detalle en los años cuarenta españoles, con una historia de amor, celos y mujeres castradoras de fondo. La escena inicial planta a un Manolete en pijama que se desayuna con una copa y una raya de cocaína y dispuesto a pegarle un tiro a su amante, que le ha escrito con carmín en un espejo: “Follas como un niño”. Es la mañana fatídica de su viaje a Linares, donde Islero, un miura de 500 kilos, le quitará la vida. A partir de ahí el filme se sucede entre ese viaje final, con un Manolete aferrado a su perro salchicha y a su fatal melancolía, y los recuerdos de una historia de amor que arranca una noche en Madrid en la que la bella y mundana Lupe le dice al inseguro torero: “Aquí nada es real hasta que no sangra: santos, toros y mujeres”.
“Al principio insinuamos la posibilidad de hacer un estreno al uso, pero no ha podido ser por compromiso de los actores. Es complicado vincularles después de tantos años y tantas vueltas”, explica Félix Velázquez, cuya pequeña distribuidora, Premium Cine, estrena por fin la película. “Nos la ofrecieron los productores en mayo, justo antes del verano. Al principio fuimos reticentes porque todo el mundo en el gremio sabe que es una película maldita, pero al final aceptamos. Elegimos la fecha pensando que queda cerca del aniversario de la muerte de Manolete, un 28 de agosto”. “No vamos a hacer estreno ni nada”, añade Andrés Vicente Gómez. “Solo la estrenamos para cumplir con los requisitos y para que nadie siga con lo de ‘película maldita’. No estoy orgulloso ni feliz, pero creo que pese a todo el resultado está bien”.
Manolete se rodó en 2006 en localizaciones de Salamanca, Madrid, Sevilla, Córdoba, Guadalajara, Cádiz y Alicante. La primera fecha prevista para su estreno fue en 2007, coincidiendo con el 60º aniversario de la muerte del diestro. Los problemas habían surgido ya durante el rodaje, sobre todo por el choque de planteamientos entre el productor y el director, el holandés Menno Meyjes, impulsor del proyecto. Las escenas de toros (se rodaron 13 horas de corridas y se usaron 14 isleros) fueron el principal obstáculo. El uso de reses reales complicó en extremo el rodaje, cuyos retrasos suponían más y más gastos. Manolete empezó a desangrase y los pagos a parte del equipo empezaron a ser poco puntuales. La tensión no se hizo esperar.
Llega con 51 copias, muy pocas para su presupuesto de 24 millones
Pero fue la deuda contraída con Construcciones Escénicas Moya, encargados de los decorados del filme, lo que supuso el principal escollo para el estreno de la película en estos últimos años. Construcciones Moya logró embargarla hasta 2011. Ese año, el Ministerio de Cultura califica la película para su exhibición en salas. “Con lo cual entendemos que está libre de cargas, de otro modo no hubiese sido posible esa calificación”, explica el distribuidor Félix Velázquez.
“El problema no se ha resuelto”, explica José Luis Moya, gerente de la empresa de decorados, hoy en periodo de liquidación. “La productora nos sigue debiendo 500.000 euros, es una deuda que tenemos reconocida. Solo pagó en parte, en uno de los juzgados, hace dos años. Lo justo para poder estrenar ahora. Pero seguimos teniendo dos demandas interpuestas por lo penal desde hace año y medio. Una admitida a trámite y la otra pendiente de admisión. En uno de los juzgados está embargada la taquilla, así que por lo que a nosotros respecta, mejor estrenarla de una vez, a lo mejor así cobramos”.
La película se estrenará en salas de Madrid, Barcelona, Sevilla, Córdoba, Granada… Si las cosas hubiesen sido de otra manera, Manolete habría llegado al público a través de unas 250 copias, por debajo de Torrente 4 (657) o Prometeus (412), pero muy por encima de la media española.
"Es mi mayor fracaso", admite el productor Andrés Vicente Gómez
La película se estrena en España no solo seis años después de su rodaje, sino tras haberse proyectado en Italia, Francia, Japón, Inglaterra o Estados Unidos. Existen ocho versiones del filme y la que verá el público español será la séptima. “La octava es la versión del director, la que se estrenó en Francia”, explica Andrés Vicente Gómez. “Mi condición con él fue que si en Francia era un fracaso en España se estrenaría la séptima versión, montada al margen suyo”.
Es difícil ver Manolete descargado de prejuicios, olvidar que se trata de una película fallida con la que nadie ha acabado contento. El parecido entre Adrien Brody y el torero puede ser asombroso, pero vale de poco para explicar por qué su estilo contenía, en palabras del crítico taurino Joaquín Vidal, “ese dramatismo que provocaba el entusiasmo de las multitudes”. O solo a través de una relación de amor en la que él se muestra inseguro y pequeño, con la sombra de una madre tirana (que se intuye pero no se explica) y de un miedo a la vida mucho peor que el miedo a la muerte. El mal fario, irónicamente, aparece como tema recurrente. Y Manolete, al final, también pronuncia su “Rosebud” particular, como Charles Foster Kane, una palabra enigmática que encierra todo íntimo secreto.
Hay dos demandas por impago aún pendientes en los juzgados
Las críticas fuera de España han rozado el desastre, pero hasta eso le añade cierto morbo al filme. En 2010, Variety apuntaba, entre otros problemas de guion, que Manolete pasa por alto el paisaje político de aquellos años: “La película retrata a Lupe Sino como la Yoko Ono del toreo, responsable en términos generales de la caída del diestro. Pero deja de lado la que quizá fue la principal razón para ser tan odiada en el entorno del matador: sus simpatías por la izquierda mientras en su ambiente eran fervientes seguidores del franquismo. Sin explicar el trasfondo político a lo más que llegamos es a pensar que Lupe es una ‘puta’, como todo el mundo abiertamente la llama a lo largo de toda la película”.
Las críticas en los países en los que se ha visto han rozado el desastre
“Nunca volveré a hacer una película de toros”, asegura Andrés Vicente Gómez. “Cuando empezaba en el cine, trabajé en El espontáneo, de Jorge Grau, y luego en Más cornadas da el hambre, y siempre con problemas. Tendría que haber recordado lo que decía Orson Welles. Sencillamente, los toros y el cine no son un buen matrimonio”.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.