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CONVERSACIONES BÁRBARAS: BEBE

“Los periodistas no son mi desayuno favorito. Mejor tostadas con aceite”

La cantante rememora la polémica presentación de su cuarto álbum, 'Un pokito de rocanrol'

Daniel Verdú
La cantante y compositora Bebe
La cantante y compositora BebeGORKA LEJARCEGI

A Bebe (Valencia, 1978) los 27 minutos de la entrevista le parecen un coñazo. Y lo dice. Llega de excelente humor (miren la foto). Pero ante la grabadora no está tan cómoda y responde protocolariamente. Tanto como las preguntas, aduce. Lo cierto es que no se fía un pelo. Muchos líos. Apagado el maldito aparato, con una caña, todo cambia. También el periodista. Ella responde con más naturalidad. Más de verdad. Así que encendemos el artefacto otra vez. Pero... pasados 15 minutos, hay un malentendido. Se molesta. “¿Estabas grabando sin mi permiso?”. No había oído como se lo pedíamos. O no se dijo con claridad. Da igual. Lo arreglamos. Y aquí viene la tercera parte del encuentro, que ya se pone más bárbaro. “Vamos a echar un cigarro fuera”, propone. En la calle, Bebe te clava la mirada y se hace más vulnerable y cariñosa. Y descubre un poco la herida de los golpes recibidos. En realidad, sí duelen. Especialmente por la familia, que soporta en su espalda los mamporros que, merecidos o no, le han dado a ella. Lo cuenta en off the record. Son 10 minutos. Y al final dice: “Sabes qué, utiliza lo que te de la gana”. En el hotel, la entrevista había ido así.

Pregunta. ¿Qué le da miedo?

Respuesta. Muchas cosas, pero los miedos no se cuentan.

DNI Urgente

Extremeña nacida en 1978 en Valencia.

Pafuera telarañas fue un éxito descomunal.

Le costó sobrellevarlo. Pero ya va por el tercer disco. Y la primera hija.

P. Hombre…

R. Tengo miedo de perder a la gente que quiero. Alguna vez me ha pasado. Todos morimos.

P. Pues yo venía un poco acojonado con la entrevista. Cuentan que desayuna periodistas.

R. Hay una leyenda urbana. Los periodistas no son mi desayuno favorito. Mejor tostadas con aceite y Nesquik.

P. ¿Ya no se cabrea tanto con las entrevistas?

R. Leo muy poco. Esas cosas pasan. Ya no le doy importancia.

P. ¿Aprendió algo del lío que se montó en la presentación de su disco en la sala Sol?

R. Que debo seguir teniendo la boca lo más cerrada posible. La gente malinterpreta y manipula las cosas.

P. Pero usted tiene la lengua muy larga.

R. A veces.

P. ¿Nadie le para los pies?

R. Sí, claro. Mis padres los primeros. Me encanta que me cierren la boca de vez en cuando.

Debo tener la boca lo más cerrada posible, la gente malinterpreta

P. ¿No cree que se pasó con aquello de la sala Sol?

R. Fue una cosa sacada de contexto completamente. Como cuando tú se lo dices a un colega… No se me ocurriría decírselo en tono serio a los periodistas sin ningún motivo el día de la presentación de mi disco. Sería ridículo.

P. ¿Le afectan los palos que le llueven en Twitter o se la trae al pairo como aparenta?

R. Sí, pero procuras tomártelas con el mayor humor posible. Si no, no levantas cabeza.

P. Le denunciaron a la agencia antidroga por fumar en el escenario. Un pitillo, cuatro tacos y uno parece que es Sid Vicious. ¿Está la transgresión demasiado barata?

R. Muy fuerte, demasiado. Ahora estamos en la era de lo políticamente correcto. Es mejor que seamos como las monjitas: callados, tranquilos, con uniforme…

P. No parece su estilo.

R. Tú me has dicho que responda y yo te he respondido. Puedo hacerlo, ¿por qué no?

P. ¿Usted escribe su Twitter?

R. Me lo escriben. No tengo tiempo para estar con esas cosas. El Facebook sí lo hago yo.

P. ¿Y hay mala leche o cada uno recibe lo que merece?

R. Hay mucha mala leche, además gratuitamente.

P. ¿Con qué se cabrea?

R. La injusticia, la manipulación, con quien no cuida...

P. Y del follón en el que andamos metidos qué me dice.

R. Nosotros hemos puesto a la gente que está ahí y ahora nos lo tragamos. Esto es un tablero de ajedrez, solo somos los peones. Pero yo no estoy en política. Escribo música y cuido de mi hija.

P. ¿Pero está en el tablero?

R. Aquí estamos todos. No se salva ni uno.

P. ¿Va a lo suyo o traga quina?

R. Las cosas son complicadas. Algunas no las entiendes y otras no te gusta como funcionan.

P. ¿Funciona Rajoy?

R. Me abstengo.

P. Con esa lengua le debió caer más de una colleja en casa.

R. Sí, claro. Siempre me han puesto en mi sitio, pero de muy buenas maneras. Mis padres enseñan y hacen comprender.

P. ¿Les ha costado asumir cosas que le han pasado?

R. A ellos no. Sigo siendo la cuarta de cinco hijos.

P. ¿Se ha dejado a mucha gente por el camino?

R. Seguro. La gente entra y sale. A alguno echo de menos.

P. ¿A quién?

Siempre pensaba 'ahora te adoran, pero luego te matarán'. Y así fue

R. Eso me lo guardo para mí.

P. Se está guardando mucho.

R. Claro, vida. Bueno, a ver quién es más bárbaro, ¿no?

P. ¿El éxito le sobrepasó?

R. Muchísimo. Lo he dicho muchas veces. Pero tienes que asumirlo. Yo no lo llevé muy bien y necesité aislarme y recuperar mi sentido del humor.

P. Peor sería haber fracasado.

R. No lo sé. Pero tampoco sé lo que voy a hacer mañana. Como están las cosas, quién dice que no haya que cambiar. En la vida hay que sobrevivir también.

P. No parece su problema. Tiene una buena carrera.

R. Tengo 34 años y mi carrera es buena relativamente.

P. ¿Qué pasa, va mal su disco?

R. ¡Fatal! [se parte de risa] Pero quién vende discos hoy.

P. ¿Le toman mucho el pelo?

R. Sí, bastantes veces. Procuramos parar con los escudos los golpes. Pero hay mucho listo.

P. ¿Arrieritos somos...?

R. La vida los coloca a todos en su sitio, en el fondo es generosa con quien la trata bien.

Aquí, terminaba la entrevista (está recortada) y la camarera trae unas cañas. Esto vino luego.

R. Pensaba que la entrevista tendría un poco más de rock and roll. No hemos ni hablado de sexo.

P. Si no me cuentas ni lo que piensas de Rajoy, ¿ibas a hablarme de lo que te gusta en el sexo?

R. Haber preguntado, no sé: ‘¿cómo te gustan las aceitunas: violadas, con pepinillo o con hueso?' La gente no quiere saber qué pienso de la crisis. Tú y yo tenemos otra visión de la barbaridad.

P. Bueno, pues brindemos por esta mierda de entrevista.

R. Tampoco es eso, es tu visión. Ni me has preguntado qué posturas me gustan en la cama…

P. Lo llego a saber…

R. Y no si fue duro lo del primer disco o las entrevistas. Yo ya estoy feliz como unas castañuelas. Antes lo pasaba mal. Cambiaban las palabras que había dicho. Y lo último fue lo de la sala Sol.

P. Pues explícate mejor.

R. Estaba contentísima, y nerviosa como una niña… Y cuando salgo con la adrenalina del concierto, digo “cómo vais a ser tan hijos de puta de ponerme en esta situación”. Hubo un gran corporativismo. Si pueden coger el hacha y cortarte la cabeza, lo hacen. Me han llamado drogadicta y alcohólica en la tele. ¿Entro al trapo? Tengo una familia. Mi mamá es mi mamá... Y les están faltando el respeto. La vida ya les colocará a todos en su sitio.

P. Todo sube y baja.

R. Yo ya lo sabía. Por eso tenía tanto miedo cuando pegué el chupinazo. Siempre pensaba: 'ahora te adoran, pero luego te matarán'. Lo tenía clarísimo y me aterraba. Lo he visto con otras cosas. Estaba esperando las hostias. La gente quiere que hagas lo que esperan. Eres su posesión y tienes que responder como les gusta. Y así fue. La vida es así.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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