Mutismos y ojos cerrados
Bernardí Roig llena el espacio mallorquín de La Llonja con 1.870 rostros estampados en baldosas de madera
La ejemplar obra cultural de la Fundación Sa Nostra de la Caixa de Balears se ha sumergido en la nada, ha clausurado su actividad expositiva, cierra sus programaciones y sus centros en todas las islas. El de Palma acoge en mudanza fondos del Museo de Mallorca (medio siglo secuestrado en el olvido). Los gestores culturales de la caja (Xisca Niell, Biel Amer, Eva Mulet, Ana Bergas, Catina, Jaume Vidal y otros más) liquidaron su relación, les mandaron a casa, menos uno, el jefe, Andreu Ramis. Eran veinticinco. Para hacer caja, Sa Nostra decidió subastar por 220.000 euros un cuadro de Lucio Fontana y traspasó a su matriz Banco MareNostrum BMN, en crédito, dos ‘barceló’ y un ‘tàpies’. La colección de arte sirve para tapar agujeros. Sucede en silencio y opacidad, sin comunicados de la entidad ni apenas comentarios públicos.
Un enigmático escultor barroco, Franz Xaver Messerschmidt, casi hiperrealista, sirve de excusa a Bernardí Roig para crear un mosaico en la Lonja de Palma de 1.700 caras con los ojos cerradas, fotos de otros tanto ciudadanos que hicieron muecas al modo de las tres distintas expresiones faciales extrema de escultor mitificado.
Los mercaderes mallorquines encargaron en el siglo XV a Guillem Sagrera que les alzara su Lonja y no le pagaron. Sagrera dejó una factura pagada por la historia. Era un maestro picapedrero, artista precioso, arquitecto sin firma y precisión de láser. El edificio es un contenedor fascinante por ser una metáfora sobrehumana. Vacío y sin músicas atrapa. Bernardi Roig no se achica bajo las seis palmeras pétreas, tres naves y doce cúpulas de arcadas. El artista se hace alfombra bajo un faro de neón con un tapiz de caras anónimas, blanca.
Carme Pinós pasea anónima y Norman Foster aparece en Pollença
Carme Pinós, la arquitecta heroína que alzó el parque de las Estaciones de Palma y se lo arrasaron dos veces -con casa mínima en Banyalbufar- , transitó en el anonimato entre la multitud que acudió a ver la obra de Roig, que ha vaciado La Lonja. Pinós pasó cerca de las columnas helicoidales y, como cientos, pisó las casi dos mil caras con muecas de Bernardí Roig.
Ante la limpia escultura de vacío que es la Lonja se han rendido estrellas de la arquitectura: Jorn Utzon, Richard Rogers, Rafael Moneo o Manuel Solà-Morales, entre otros y que se sepa por su voz.
En el estreno de Roig –de densa biografía en museos y eventos- había amplia presencia de firmas y personajes sociales. La mujer del pelo rojo, la creadora global Rebecca Horn que habita en Pollença, paseó casi en soledad sobre los rostros de la Lonja, mientras que Fabrizio Plessi, aún con la humedad de Venezia, era efusivo. En penumbra, Plessi de Santanyí mostró en su teléfono proyectos: sus templos en Agrigento, Sicilia, el museo gigante entre Alemania e Italia, un proyecto de 80 millones, una idea para Nueva York en competencia con Paladino y Kounellis. Los ‘llaüts’ que plantó Plessi en La Lonja de la manos de Louis Vuitton irán a un museo submarino de la marca en las antípodas.
En Mallorca, con Roig, otras firmas del arte actual corren colocadas o ganadoras su liga: voraz y pionera en lo suyo Susy Gómez pasó electrodomésticos, cajas e impresoras por el horno gigante y las atrapó para su contracción; está en Horrach Moyá de Palma, como Mónina Fuster plantó en 6A edicions un jardín vertical, grabados y esculturas . Rompedor y crudo el ultra expresivo Joan Morey apareció en Louis 21. El veterano profesional Joan Bennássar llenó el sótano del Museo Es Baluard con cuadros gigantes y mínimos papeles de interés sobre la vid y el vino.
Dos ‘barcelós’ y un ‘tàpies’, traspasados, y Can Tàpara, clausurado
En las inauguraciones de las exposiciones de Mallorca existe un registro: los artistas que acuden, una medida para una doble interpretación: el afecto o liderazgo que genera el protagonista y, alternativamente, el celo con que elabora la lista de invitados para compartir con otros su mercado, sus compradores. Hay bastantes pintores y escultores que encantan monográficamente a hoteleros.
En Pollença, el conceptual Joan Cortés, exhibe la ‘Memoria de l’aigua’ en la iglesia liberada. Allí, Joan Valent, voraz compositor, director del festival, firmó la pieza “Norman Foster”, en presencia del sir arquitecto para quien ilustró un documental.
En Sa Torre de Canyamel presentan esculturas los invencibles Jakkober: Ben y Yannick Vu cuya casa de Hassan Fathy y fundación importante de Sa Bassa Blanca quedo finalmente preservada por el Consell. Yannick festeja un aniversario y avisa que no admite regalos.
El padre del diseño útil y de si mismo Philippe Starck ha actuado y cedido su imagen en el Port Adriano de Calvià. Starck con casa rara en Formentera, ‘llaüt’ perfecto, siempre lanza un discurso proteccionista. En la magnitud e impacto del enclave de Port Adriano se niega a si mismo.
Starck mereció –como tantos otros creadores habitantes temporales de Baleares - una relación más profunda y sutil con este entorno. No es el primer equivocado: el escritor Luis Racionero en 1987 firmó otra tropelía la “urbanización Port Adriano”.
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