Walter Salles adapta a Kerouac sin eclipsar ni a Pitt ni a Kidman
'En el camino' trata el paso de la juventud a la madurez Leos Carax ha despertado controversias y opiniones de todos los colores
Si Leos Carax ha causado controversia con su Holy motors, Walter Salles ha desparramado por el patio de butacas de la sala Lumière (cerca de 3.000 butacas) una melancólica sensación de cansancio y aburrimiento totalmente opuesta al espíritu de la novela en la que se basa su película, En el camino, el mítico libro de Jack Kerouac. Sentimientos que han hecho de hoy un extraño día en Cannes, con la prensa más atenta a las entrevistas con Nicole Kidman y Brad Pitt, que están defendiendo películas a concurso.
Walter Salles ha llegado a Cannes con un proyecto mítico, la adaptación a la pantalla de En el camino, cuyos derechos audiovisuales adquirió en 1979 Francis Ford Coppola (en el festival le suple su hijo Roman). Salles ha estado cinco años entrevistándose con familiares de la generación beat, los protagonistas de un libro que Kerouac escribió en un rollo de papel en un único párrafo y que describe sus tres años de viajes con sus amigos por Estados Unidos. La descripción física del viaje está en pantalla, las interpretaciones están a la altura, pero el alma se ha perdido por el camino y queda una narración morosa. “Hablé tanto con los hijos y algunos de los personas que aparecen en el libro y aún siguen vivas”, dijo el realizador de Diarios de motocicleta (por cierto, película que le parece muy similar a esta porque habla “no de mitos, sino de los años de formación de esos mitos”) y Estación Central de Brasil. “Creamos un campamento donde estuvieron los actores y allí vinieron los supervivientes para compartir información, como el hijo de Neal Cassady, John”.
Y empezaron las comparaciones con la actualidad. “Habla de gente que pasa de la juventud a sus primeros años de adulto, de búsqueda de esa libertad que les deniegan. La iconografía engaña, porque la gente solo conoce a estas personas en su versión intelectual, y aquí les conocemos antes, en su pérdida de la inocencia… Todo eso hará que esta película conecte con la gente joven”, aseguraba Salles, al que Garrett Hedlund, el actor que interpreta a Dean Moriarty, el alter ego de Neal Cassady, apostilló: “No es tanto un retrato como el espíritu”. Cada uno de los intérpretes describió su proceso de investigación: escucha de grabaciones, lectura de libros… A Viggo Mortensen le ha tocado Old Bull Lee, es decir, William Burroughs, y aunque llegó el último al reparto (Kristen Stewart, por ejemplo, firmó cuando aún era menor de edad, y Kirsten Dunst hace siete años) dio su habitual larga charla pormenorizando sus decisiones: “Es un libro que llega a la gente joven. Vivimos tiempos conservadores y la gente joven sufre el mismo rechazo que en el libro, a inicios de los cincuenta. Que hayan pasado 30 años desde que se inició la producción y que solo ahora podamos verla es un acierto: encaja perfectamente en la actualidad. Otros hubieran hecho una película de coches y bonitos paisajes, aquí hay más eso: está la verdad”, dijo el estadounidense, acercándose de refilón a lo que muchos sí piensan del filme. “Walter mantuvo la parte oscura. Y la película acaba convirtiéndose en una pieza de música, justo como la novela”.
Salles, agradecido con sus palabras, insistió en la calidad de Mortensen y apuntó: “Lo mejor del filme es que explicamos es que todo acto tiene su consecuencias y no puedes evitarlas. Los personajes en el libro tienen el valor de experimentarlo todo en carne viva y no a través de la pantalla. Es muy importante crearse una visión crítica experimentando las cosas y no viéndolas por Internet”. También insistió en el sentimiento de pérdida de la novela: "Cuanto más te alejas de tus raíces, más ganas en visión, mejor te conoces y mejor sabes lo que quieres ser en la vida, pero en ese alejamiento también pierdes algo de tus raíces. Al final del libro te das cuenta de que es una historia de una amistad rota”.
El otro filme a concurso hoy ha sido Holy motors, de Leos Carax, enfant terrible del cine francés (y mira que tienen), con títulos como Los amantes del Pont Neuf o Pola X. Para unos, una mala digestión lynchiana, para otros, el filme más importante y divertido del certamen. Su protagonista, el señor Oscar, viaja en una limusina por París desde el amanecer hasta el atardecer, caracterizándose como diversos personajes en situaciones irrisorias. Al final del pase hubo grandes aplausos e iguales pitos, enfrentamientos que siguieron en los corrillos posteriores.
En la Quincena de Realizadores Jaime Rosales estrena hoy Sueño y silencio, su reflexión sobre lo púdico y lo impúdico en la muerte y su relación con la trascendencia. Aún hay que ver la reacción en las salas de un película rodada en blanco y negro, con actores amateurs y con prólogo y epílogo de Miquel Barceló.
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