Interconexión en el planeta cine
Este domingo, con EL PAÍS, la película 'Babel' de Alejandro González Iñarritu
En el dolor, en el sufrimiento que encierra casi cada paso del ser humano, en la curiosa interconexión que hay entre las alegrías de unos y los dramáticos devenires de otros, en la relación que en el fondo nos une a todos en la Tierra, se mueve ágilmente la cinematografía de Alejandro González Iñárritu, exlocutor de radio reconvertido en cineasta por su impulso creador, mexicano conocido como El negro por el color mayoritario de su ropa y por sus historias, director que ha vivido sus mejores momentos en la colaboración ya truncada con Guillermo Arriaga.
Babel fue la tercera, y última aparición de la pareja Arriaga-Iñárritu, antes de que explotaran por un “ponme como autor que mis historias son tan importantes como tu dirección; pues no porque tú solo eres guionista y no has pisado el plató jamás” a grandes rasgos. Lástima. Tras Amores perros y 21 gramos, Babel subía el valor de la apuesta —y de las historias, que en esta última ya eran cuatro capítulos en vez de las tres habituales—.
Con Brad Pitt y Cate Blanchett como estrellas, pero con Adriana Barraza y Rinko Kikuchi comiéndose la función —recibieron unas bien merecidas candidaturas al Oscar, que al final les birló Jennifer Hudson (Dreamgirls)— y el músico Gustavo Santaolalla como único ganador del premio de la Academia de Hollywood, Babel recorre todo el mundo a través de historias interrelacionadas en el dolor: padres e hijos, distancias emocionales, incomunicación, orfandad, ausencias... En Babel Iñárritu-Arriaga dan rienda suelta a sus temas, a su capacidad para exprimir los accidentes como generadores de dramatismo y de chispa para que las historias avancen. Además, aprovechan para dar su opinión sobre las diferencias sociales, culturales y económicas en el mundo actual, desigualdades a todas luces injustas, porque Babel crece según avanza el metraje y deviene en una radiografía que sobrepasa la mera anécdota cinematográfica.
Un último detalle: Brad Pitt. Puede que Babel no sea su mejor trabajo, pero en los últimos años el actor ha indagado fuera de las fronteras meramente hollywoodienses, acertando en sus decisiones: El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, Quemar después de leer, Malditos bastardos, El curioso caso de Benjamin Button y, por supuesto, la homérica El árbol de la vida. Seguidor de Iñárritu, Pitt renunció a un papel en Infiltrados, de Scorsese, película que él producía, por trabajar en Babel. Detrás del rostro bonito hay un cerebro que sabe, con criterio, hacia dónde debe de avanzar su carrera.
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