La Cubana se reinventa y deja a los espectadores sumidos en el entusiasmo
El Teatro Tívoli de Barcelona acoge el estreno de Campanadas de boda, arropado por la profesión teatral
La campanada la dieron ellos. Los chicos de La Cubana, un grupo que este año cumple 32 años de existencia, se han hecho un lifting de los que hacen época y han logrado dejar anonadado al público que ha asistido al estreno de su último espectáculo Campanades de boda (Campanadas de boda), en el barcelonés Teatro Tívoli. El sello de este grupo, que durante décadas se ha afanado en demostrar que detrás de cualquier hecho de la vida cotidiana siempre hay teatro, brillaba esta noche, sobre todo en las puertas del teatro en el que habían situado grandes focos que anunciaban un acontecimiento mediático y glamouroso. El teatro había sido engalanado con flores hasta la bandera (aunque fueran de tela, la imitación era perfecta) y, por si la cosa no quedaba clara, una tremenda tarta de varios pisos, y varios metros de altura, daba la bienvenida a los que, ellos creían, eran tan sólo espectadores, aunque a la salida se consideraron claramente invitados de una extraña y disparatada boda.
El Tívoli de la familia Balaña (incluso asistió el patriarca) se convirtió en anfitrión de una gran cita de las gentes del teatro catalán, que no siempre acude como una piña a arropar estreno. Pero se trataba de La Cubana, un grupo que goza de gran popularidad conseguida a pulso con sus espectaculares y satíricos montajes, marcados por un espíritu espontáneo y lúdico.
Con Campanadas de boda han entusiasmado a los espectadores a los que involucraron en el montaje, entodo momento, convirtiendo la noche en una gran fiesta para todos. Y entre esos todos participaron nombres conocidos del mundo de la cultura como el actor y director José María Pou, que dijo que los de La Cubana “son admirables y lo que es sorprendente es su capacidad de sorprender, en el montaje hay un momento que estalla la auténtica Cubana y lo hace con los actores de todo la vida y con otros jóvenes que parece que llevan ahí toda la vida”.
El guionista y director teatral Joaquín Oristrell afirmó que el espectáculo era una auténtica fiesta: “Además ofrecen una revisión de los mitos, del celtiberia show pasado por el Catalonia show y lo hacen con once actores que parecen 45”. La actriz Mercedes Sampietro se declaraba una espectadora feliz y hablaba del “derroche de talento, ganas de vivir y alegría de este grupo que forma parte de nuestra historia”. A su lado la actriz Mónica Randall, les hacía poseedores de “un talento desobitante, son excepcionalmente mediterráneos”. El compañero de ambos, Enric Majó, situaba el montaje como una renovación de la revista: “Esto ha venido a sustituir a las desaparecidas chicas de Colsada, pero con más poderío”.
La cantante Marina Rosell decía que después de ver el espectáculo sólo se podía pedir que llegara la lluvia (España vive momento de sequía) “porque la risa ya la tenemos , y es toda una catarsis en tiempos de cólera”. También emocionado se mostró el actor Santi Millán, quien trabajó diez años junto a La Cubana y se reafirmó en su opinión de que La Cubana es el grupo español más generosos con el público: “No queda nadie que de tanto encima del escenario”. Otros, como Joan Gracia, de Tricicle afirmaba que era una gran compañía de humor, teatro, vida y cabaré”
No todo eran compañeros de oficio de los teatreros de la noche, también había políticos que conocen a este grupo hace años, como el consejero de Cultura, Ferrán Mascarell que dijo “es Cubana en estado puro”.
Entre todos ellos, y como si fuera la madre de la novia, Jordi Milán, director del grupo y del montaje, besaba y saludaba a todos, aunque su carácter exigente le impidió afirmar que la cosa hubiera estado perfecta: “Pero estoy contento aunque cinco meses de trabajo me han parecido pocos”.
Lo que no había sabido a poco fueron esas campanadas de boda que durante mucho tiempo resonarán en la mente de parte de los protagonistas de la ceremonia: los espectadores, entre los cuales también estaban Abel Folk, Josep Maria Mestres, Jaume Figueras, Luis del Olmo y otros muchos rostros conocidos de la cultura barcelonesa que continuaron la fiesta en el vestíbulo del teatro y en la mismísima calle donde el público siguió viviendo otra forma de espectáculo.
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