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"Un 4% de los fans que tiene Burial son auténticos psicópatas"

El productor y dj Steve Goodman, conocido como Kode 9, habla sobre la personalidad y el trabajo del prodigio de la electrónica, a quien edita en su sello Hyperdub

D. VERDÚ

Por entonces, Steve Goodman daba clases en la universidad sobre música y cine y alternaba la producción musical con algunos bolos como DJ. Curtido en la escena rave de los noventa y obseso de todos los vericuetos musicales en los que degeneró, dirigía en 2004 una web de música llamada Hyperdub donde reseñaba lo que le interesaba. Un día recibió en su casa una carta y un DC. Eran de un tipo que producía música en su dormitorio. Algo de una pureza y un sonido melancólico que nunca había escuchado. Supo al instante lo que tenía entre manos. Acababa de recibir los primeros temas de Burial, un extraño artista que no quería hacer promoción ni revelar su identidad, pero que tenía un talento completamente fuera de lo normal. El hombre que lideraría la última gran revolución de la música electrónica y que iba a convertirse en la estrella de Hyperdub, el sello que Goodman (conocido en su faceta artística como Kode 9) iba a fundar al cabo de poco guiado, en parte, por esa extraña fuerza.

Burial y yo tenemos una línea directa entre las dos burbujas en las que vivimos

Desde entonces es prácticamente el único que tiene contacto con Burial; se ha convertido en algo así como su editor y embajador ante el mundo. Tímido, un tanto huraño y aislado, al principio muchos pensaron que eran la misma persona. “Ahora tenemos un contacto habitual y me manda sus trabajos por acabar y le voy diciendo cuáles me gustan, y cuáles podemos desarrollar. Así trabajamos. Desaparece durante varios meses mientras trabaja en sus cosas… Siempre nos mandamos mensajes y mails y nos vemos cada ciertos meses. Vive como a media hora de mi casa en el sur de Londres. Pero está aislado en una burbuja. Yo también. Así que tenemos una línea directa entre estas burbujas”, explica Kode 9 sentado en un sofá de la Red Bull Music Academy en el Matadero de Madrid, donde la semana pasada dio una charla.

Portada de Sonic Warfare, libro escrito por Steve Goodman.
Portada de Sonic Warfare, libro escrito por Steve Goodman.

Goodman, doctorado en filosofía y autor de Sonic Warfare, un libro sobre el uso del sonido como arma en las guerras, trabaja cuidadosamente con todos los artistas. Como un editor literario, selecciona el trabajo que le interesa, les pide modificaciones, apunta errores. Conoce perfectamente todas las producciones de Hyperdub. También, claro, las de Burial, por quien se nota que siente un afecto especial. “Su música es muy emocional. Es como una película romántica. Siempre remueve algo en la gente. Tiene infinidad de texturas, pequeños sonidos y un detalle muy cuidado que se mete debajo de la piel”. Y muchos elementos sonoros tomados del cine, algo que fascina a Goodman.

Ahora, cada cierto tiempo, cuando recibe nueva música de Burial, suele hacer el mismo ritual para ponerla a prueba. Un viaje, una noche pinchando y solo un par de horas de sueño que se cobran parte de su conciencia en los aeropuertos. “Cuando estoy ahí sentado esperando o dentro de un avión, en un estado semiconsciente, es el momento en el que puedo evaluar si su música funciona o no. Para mí su trabajo es como como algo que se cuelga de ti cuando no has dormido mucho y andas por ahí medio inconsciente”. Este año deberá llevar esa especie de losa a cuestas a menudo, porque Burial lanzará “mucho material”, anuncia. No está claro si en formato álbum, pero a Kindred, el EP recientemente publicado (“no entiendo la euforia, no es ni de lejos lo mejor que ha hecho”, dice) le seguirán varios más.

Hyperdub también edita a Hype Williams, Laurel Halo o Julia Holter. Figuras más que a seguir hoy en la electrónica actual. Pero cuando se trata de William Bevan, nombre real de Burial, se hace el eclipse. Quizá también sea por esa fascinación que despierta su misteriosa personalidad y el hecho de que no actúe nunca en directo. Terreno abonado, parece ser, para locos. “El 4% de sus fans son psicópatas, en serio, pero intento que no le llegue eso. Soy como su pared de percusión del mundo exterior. A menudo tengo que leer esos emails locos. Hay gente con comportamiento obsesivo y muy raro. Por ejemplo, algunos han hecho análisis casi espectrales de las canciones del último. Hay un par de glitches (errores casi imperceptibles que permanecen como recurso sonoro) en las canciones, que no son deliberados. Y ha escrito gente enfadadísima diciendo que quería su dinero de vuelta. Dijimos, es parte de la música. Y contestaban: ‘¡Es un producto malo! ¡Se lo diremos a Burial! No aceptan nada, les parece que cualquier cosa es mancillarle, blasfemia. Como si él fuera Jesús o algo así”.

Antes comprabas un 12" y no sabías de quién era. Y a nadie le importaba. Burial viene de esa mentalidad

Quizá Burial fue el primero en resucitar ese extraña opción de no enseñar su rostro. Algo que últimamente se ha vuelto muy habitual con otros productores como Zomby, SBTRKT, John Talabot…. “Solo confío en la actitud de Burial. Todo lo otro me parece calculado. En él es algo completamente inocente y naïf. Su actitud es: ‘¡Dejadme en paz!’. Ha resucitado algo que era muy común en los noventa. Pero a nadie le importaba entonces. Comprabas 12” y no tenías ni idea de quién demonios era, nadie lo sabía y a nadie le importaba. Burial viene de esa mentalidad, la de escucha la música, qué mas da quién soy. Estos casos más recientes me parecen un poco calculados”.

Desde que Goodman fundó Hyperdub (por aquel entonces también realizaba un doctorado sobre tecnología y guerras que acabó con la publicación de su libro), el dubstep, o la etiqueta bajo la que se han agrupado multitud de estilos que tienen en común una enorme potencia de las líneas de bajos, ha evolucionado muchísimo. Muchos de aquellos productores han virado hacia el house y los ritmos han vuelto al 4x4 del techno. Hoy, de hecho, el género se ha vuelto comercial y empieza a ser algo grande en EE UU. “Comenzó como parte del UK Garage, del Grime. De 2001, a 2004 fue haciéndose más minimal, con más bajos. Se redujo a sus elementos básicos. Pero desde 2005 se fue llenando otra vez y complicando. Ahora tienes dubstep comercial, que es lo contrario del mínimo. Ya sabes, esas líneas de bajo haciendo: “wawawa…”, analiza en clara referencia al sonido de grupos como Magnetic Man.

Hubo un tiempo en que utilizar la etiqueta 'dubstep' para todo me ponía enfermo. Ahora ya me da igual

Hyperdub, por su lado sigue lanzando música de lo más heterogénea. Ahora, cuenta Goodman, anda enfrascado en varios proyectos de música con voces. “Sin darme cuenta, creo que estoy tratando de crear una realidad paralela donde el pop pueda ser bueno. Toda la escena ha cambiado mucho en los últimos años y no se puede agrupar bajo un mismo nombre. Mira, hasta no hace tanto me ponía enfermo usar la etiqueta Dubstep para todo eso. Ahora ya me da igual”.

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Sobre la firma

D. VERDÚ
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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