Crónica, ¿real?, de un superhombre
‘Chronicle’, del debutante Josh Trank, ahonda en el subgénero del ‘metraje encontrado’
Todo comenzó con Holocausto caníbal en 1980. Fue la primera película comercial en la que se mostraban unas grabaciones supuestamente hechas por un equipo de documentalistas que desembocaban en el más absoluto horror. Lo que en inglés se denomina found footage (metraje encontrado) Era tan real que incluso se llegó a decir que algunas de las sangrientas y violentas escenas eran reales. Ahí quedo todo hasta que en 1999 El proyecto de la bruja de Blair dio el pistoletazo de salida a una larga lista de películas –muchas de ellas de serie B, C y así hasta la Z - que utilizaban este formato de documento encontrado. Historias de terror y ciencia ficción contadas a partir de supuestas grabaciones caseras o de documentalistas que fueron encontradas después de sucesos horribles o misteriosos. Con esa premisa parte Chronicle, el debut de un joven cineasta, Josh Trank (Los Ángeles, 1985), cultivado en los tiempos del Youtube y el Facebook, en el que todo el mundo lleva una cámara encima (los teléfonos móviles) y cada detalle, por nimio que sea, queda registrado.
El documento encontrado es ya todo un subgénero cinematográfico que ha tenido sus momentos álgidos: El proyecto de la bruja de Blair, Noroi (2005), el bombazo de Paranormal activity (2007) y sus secuelas, la española REC (2007), también con sus siguientes partes, Monstruoso (Cloverfield) (2008) y la artesanal Monsters (2010). De muchas de ellas se aprovecha Chronicle, que cuenta la historia de tres amigos adolescentes que por un hecho fortuito adquieren poderes telequinéticos, convirtiéndose en superhombres que tienen que aprender a dominar su poder. El punto de vista es la cámara de vídeo que uno de ellos, el más solitario, se compra para documentar su día a día y todos los problemas que le acompañan. También se hace uso el material grabado por cámaras de seguridad y en ocasiones de metraje televisivo con la finalidad de hacer la historia lo más cercano a la realidad posible.
“Es una historia muy personal”, explicó Trank hace un mes en un breve paso por Madrid para presentar la película a un reducido grupo de periodistas y blogueros. El cineasta escribió la historia y contó con el guionista Max Landis (hijo del director John Landis), antiguo compañero de clase. La película no aporta nada nuevo al subgénero del metraje encontrado, pero sí intenta no abusar de lo que hace que este tipo de películas no sean las favoritas de muchos espectadores: el constante movimiento de la cámara, los temblores del que la maneja, las molestias que produce el movimiento descontrolado: “Intenté que no mareara, que se moviera lo menos posible. En todos los grupos de amigos hay uno que tiene un buen pulso, al que siempre le toca grabar. Ese era yo. ¡Es posible grabar sin tanto movimiento!”. Trank también se aprovecha de algunas de las cualidades –superpoderes podría decirse- del personaje principal para que la grabación sea más fluida:“El protagonista tiene un pulso firme, sabe grabar las cosas, es un chico muy visual, y las cámaras de alta definición de hoy en día dan un resultado excelente. En realidad se trata de una película con un aspecto visual controlado y pensado”.
Trank ha mamado cine en Los Ángeles desde que era un crío. Su padre, Richard Trank, ganó el Oscar en 1998 por el documental The long way home. Adicto confeso de la ciencia ficción, los cómics y los videojuegos (reconoce que es un tema de conversación que nunca se le acaba y que puede hablar de ellos durante horas sin parar), se dio a conocer en 2007 con el corto Stabbing at Leia’s 22nd party, en el que ya aprovechaba el género de la grabación supuestamente real. Ese minuto y medio le abrió la puerta al mundo de la publicidad y el marketing. Y, no es casualidad su gusto por el género, trabajó elaborando campañas de marketing para la segunda parte de Paranormal activity. “Entonces la gente no dejaba de decirme que debería hacer una película en esa línea, que se desarrollara en el mundo real y estuviera filmada por una persona”, ha dicho Trank durante la promoción de su película.
Y para hacerlo, no niega influencias que van desde el cine de David Cronenberg a los cómics de Akira (que explora la telequinesis como arma) pasando por videojuegos como Final Fantasy o Earthbound. “Siempre con el proceso emocional de los personajes como lo más importante”, recalca el director, que no piensa de momento en una segunda parte, “aunque si tiene éxito, tengo algunas ideas”. “El guión era muy macarra al principio. En Fox nos pidieron cambios para un público más amplio”, cuenta Trank. Eso les asustó ya que temían que la película “perdiera su alma”. “Cambiamos palabrotas y escenas un tanto pervertidas. Eso sí, la violencia extrema les pareció bien”, dice con una sonrisa el director.
Chronicle se estrenó en EE UU el 3 de febrero y ha recaudado allí hasta ahora muy buenas cifras: 44 millones de euros (fue la película más vista en su fin de semana de estreno), colocándose en la sexta posición del ránking de estrenos de este subgénero por detrás de El proyecto de la bruja de Blair, las tres primeras películas de Paranormal activity (hay una cuarta ya en camino) y Monstruoso.
¿Y lo siguiente? “De momento”, cuenta el director, “sigo escribiendo historias originales”. Pero en Fox ha gustado su trabajo en Chronicle y su nombre suena para dirigir el relanzamiento de Los cuatro fantásticos, algo que niega, pero que reconoce que, tras solo un filme en su carrera, sería todo un logro.
Babelia
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