Del telégrafo a Internet: un siglo de propaganda electoral mexicana
Una exposición hace un recorrido histórico por las campañas electorales de México, desde principios del siglo XX al 2000
“El candidato de los revolucionarios” (Plutarco Elías Calles, presidente entre 1924 y 1928); “México para los mexicanos” (Lázaro Cárdenas, 1934-1940); “No hay más bandera que la patria” (Gustavo Díaz Ordaz 1964-1970), “Arriba y Adelante” (Luis Echeverría 1970-1976); “Que hable México” (Carlos Salinas de Gortari, 1988-1994)… Recorrer la exposición De Porfirio Díaz a Vicente Fox: propaganda electoral en México en el siglo XX, inaugurada en la tarde del jueves en el Museo del Objeto del Objeto (MODO) del DF, es pisar las huellas de la historia política de este país, a través de más de 2.000 objetos pertenecientes a más de 50 partidos políticos, y recordar cuánto de cinismo y esperanza, de prosperidad y frustración engendraron aquellos hombres.
“Hay algo de absurdo”, comenta con humor Juan Manuel Aurrecoechea, comisario de la exposición, en la parafernalia de la gran mayoría de las 21 elecciones presidenciales que recoge la muestra. “Los candidatos no tenían necesidad de hacer campaña pero estaban todo el tiempo en campaña como el propio Porfirio Díaz (presidente por primera vez entre 1877 y 1880 y luego sin interrupción entre 1884 y 1910) o los elegidos durante el priísmo, cuya campaña consistía únicamente en promocionarle y darle a conocer por el país porque el resultado ya se sabía”.
Pero la exposición es más que eso. Es también una colección única de la cultura política mexicana, de la comunicación electoral y del diseño concebido para incitar a los ciudadanos a votar. Cajas de cerillas, llaveros, estampas, gorras, bolígrafos, chapas, mecheros, ceniceros, relojes, bonos de ayuda de cooperativas y gremios, manifiestos, programas, fotos, pancartas, refrescos, discos, cigarrillos testimonian a lo largo de cien años la evolución de las promesas políticas y de la publicidad electoral desde Francisco Madero hasta Vicente Fox pasando por sinarquistas y comunistas en comicios que fueron pacíficos y sangrientos.
Para el comisario de la exposición, el momento más brillante desde el punto de vista artístico se produce en las décadas de los 30 y los 40 cuando es notable la influencia del art decó, el realismo socialista y el lenguaje gráfico del fascismo como ilustra un magnífico cartel a color de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) un presidente conciliador y de tendencias moderadas que regresó a los militares a los cuarteles, cuya imagen aparece subrayada como el “candidato fundido en los altos hornos de la Revolución Mexicana”.
Años después el arte de la propaganda política entra en un periodo de estancamiento creativo, de mensajes reiterativos y casi intercambiables entre las diferentes ofertas políticas, lo que suscita una reflexión crítica sobre la vaciedad de la política contemporánea y desde luego no solo en México.
Aurrecoechea explica que a partir de una colección de objetos reunida en 40 años de forma asistemática no quiso construir un discurso y luego juntar las piezas que le dieran coherencia. “Quise dejar que los objetos hablaran y que la muestra fuera representativa de todas las tendencias políticas”. Sin duda lo ha logrado, invitando a un oportuno paseo por la memoria política de México en pleno año electoral.
Babelia
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