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Viena rescata los 'klimt' de las alturas

El museo de arte de la ciudad recupera las pinturas del artista, camufladas en las paredes a 12 metros de altura

Escaleras principales del Museo de Historia del Arte de Viena.
Escaleras principales del Museo de Historia del Arte de Viena.

El Museo de Historia del Arte de Viena pone al descubierto pinturas de Gustav Klimt (1862 - 1918 ) que hasta ahora habían pasado desapercibidas por el gran público. No es que se hubiesen perdido ni estuvieran escondidas, sino que se encuentran en un lugar muy lejos de la vista, revistiendo espacios de la pared a 12 metros de altura en el recinto de las monumentales escalinatas en el interior del gran museo. Parecen camufladas en el conjunto de representaciones historicistas. Sin previa advertencia nadie sospecharía aquí la presencia de uno de los pintores más cotizados en nuestros tiempos, conocido por su lienzo El beso o por el retrato Adele, subastado en 2006 por 135 millones de dólares.

'Ancient Greece I' (1890/91). Cortesía del Museo de Historia del Arte de Viena.
'Ancient Greece I' (1890/91). Cortesía del Museo de Historia del Arte de Viena.

Tuvo que llegar la conmemoración, en 2012, del 150° aniversario del emblemático pintor modernista vienés para que la administración del mueso tuviera la ingeniosa ocurrencia de montar un andamio que por primera vez permite al visitante contemplar de cerca la serie de trece sorprendentes pinturas alegóricas de Klimt. Esta plataforma provisoria está abierta al público del 14 de febrero al 6 de mayo, al mismo tiempo que se presenta una exposición ideada por el comisario Otmar Rychlik, que en base a bosquejos y textos explica el proceso de creación de estas obras.

Después de concluir su formación académica, Gustav Klimt , su hermano menor Ernst y un compañero de estudios llamado Franz Matsch habían fundado un taller bajo el nombre 'Compañía de pintores', en el que trabajaban por encargo. Gustav tenía 28 años cuando, en 1890, su taller fue contratado para realizar una serie de pinturas que revestirían cuarenta espacios de los muros del recinto de escalinatas del museo en construcción. El ciclo de imágenes debía recordar la trayectoria del arte clásico europeo, partiendo de la inspiración del antiguo Egipto, pasando por Grecia, Roma y el Renacimiento italiano. Fue un trabajo hecho a la medida y a todo correr. Un año más tarde, el 17 de octubre de 1891, el emperador Francisco José en persona inauguraba la mayor pinacoteca del Imperio Austrohúngaro, que alberga obras maestras de todas las épocas adquiridas por la Casa de los Austria a lo largo de los siglos.

Mientras que los artistas privilegiados por la corte pudieron decorar los muros principales y el techo, al grupo del joven Klimt le concedieron un marco de trabajo complicado y poco vistoso. Eran los últimos espacios libres, unas superficies muy limitadas y en parte sombrías, ubicadas entre columnas y arcos. Es aquí donde se descubre que en una Viena conservadora hasta el punto reaccionario, que desconfiaba del arte que no se ajustara a la reproducción de estilos pasados, se infiltra un espíritu innovador.

'Old-Italian Painting' (1890/91). Cortesía del Museo de Historia del Arte de Viena.
'Old-Italian Painting' (1890/91). Cortesía del Museo de Historia del Arte de Viena.

Allá en los rincones en lo alto de la escalinata, Klimt consigue que sus diosas, como Pallas Atenea, resplandezcan provocativas en sus contrastes. La que más se destaca, por su nítida desnudez , es la figura femenina que simboliza el antiguo Egipto. Según la historiadora de arte, Beatrix Kriller-Erdich, “Seguramente le permitieron a Klimt esta representación tan atrevida porque quedaba lejos de la vista, a 12 metros de altura, de lo contrario resultaría inadmisible para estar situada en un lugar tan público en aquella época”.

Klimt cumplió con el cometido pero se permitió introducir elementos atípicos en los que se descubre su potencial para iniciar una nueva era estilística. Tanto su hermano Ernst, que murió un año después de la inauguración del museo, como su amigo Matsch, seguían a pies juntillas el gusto de la época. Por el contrario, Klimt empezaría a cuestionar las convenciones, actitud que lo llevaría a romper su amistad y cooperación con Matsch unos años después. Coherente con sus propias convicciones, muy pronto decidiría ya no doblegarse más, a fin de defender la libertad del arte, convirtiéndose en inspirador y protector de toda una generación de vanguardistas, pioneros del arte contemporáneo europeo.”

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