_
_
_
_
COLECCIÓN GRAN CINE

El descontrol de un inútil

EL PAÍS regala el domingo 'El guateque', de Blake Edwards, y protagonizada por Peter Sellers

Gregorio Belinchón
Peter Sellers, en 'El guateque'.
Peter Sellers, en 'El guateque'.

¿La cena de los idiotas? Bebe de El guateque. ¿The artist? Se inspira en El guateque. ¿Promoción fantasma, El jovencito Frankenstein, Los productores, las películas de Steve Carrell? El guateque, El guateque, El guateque. Blake Edwards y Peter Sellers. Ahí queda esa pinza, un hito en la comedia, una pareja que ha dado momentos gloriosos a la Historia del Cine... y la única vez que no hicieron un filme de la saga La pantera rosa. En estos tiempos de relanzamiento del cine mudo, de la comedia alocada protagonizada por tipos serios, inmersos en un huracán vital, o alelados que no entienden lo que les rodea, El guateque es la referencia. De la inutilidad de su protagonista, Hrundi V. Bakshi, un extra en una película de Hollywood, a su triunfo y autodestrucción en una fiesta exclusiva de la industria cinematográfica, solo hay un paso. O dos, o tres, o tropezones, que es como va por la vida Bakshi, sin enterarse de la muerte y destrucción que deja a su paso, un descontrol que el espectador ve con más vergüenza ajena que carcajada limpia.

Peter Sellers podría haber sido uno de los más grandes mimos de la historia. Trabajador obsesivo compulsivo, actor atento a los matices al que sin embargo había que atar en corto, su talento se ve en ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, El guateque y Bienvenido, Mr. Chance, que probablemente son sus películas más estoicas. Más aún, Bienvenido, Mr. Chance, su penúltimo largometraje, proyecta el dolor que escondía en su interior, su frustración contenida, su rabia vital, a través de los ojos muertos de alguien que asciende al poder sin buscarlo. Desgraciadamente, Sellers murió a los 54 años de una ataque al corazón (ya había sufrido otros antes), en el momento en que él y The Beatles eran los ingleses más populares.

El guateque esconde a un actor de aparentes movimientos fluidos, que parece hacer su trabajo como quien no quiere la cosa. Sellers, en realidad, procedía de una familia de actores y era dueño de una técnica impecable. La comedia se rodó en planos secuencias, que empujan la acción hacia el delirio, que provocan que el público se enganche a la pantalla, porque detrás de Bakshi todo puede pasar, y porque, en el fondo, ¿quién no ha tirado alguna vez una copa en una fiesta?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_