La inspiración en el pasado
Recibo la noticia del repentino fallecimiento de mi amigo y gran colaborador Theo Angelopoulos en estos días en los que me encuentro mal: tengo 92 años y hace poco más de una semana me operaron para quitarme dos litros de agua de los pulmones. Pero incluso en medio del dolor, me consuela su recuerdo. Y pensar que yo le quería como el director comprometido con su tierra que siempre fue.
Con él hice seis películas. Piezas que considero que fueron muy importantes. En especial, recuerdo La eternidad y un día (1998), con la que ganamos la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Lo que más me impresionaba de Angelopoulos era su cercanía tan profunda con el pasado: siempre andaba esperando un soplo de inspiración que le llegara de sus antepasados, de los griegos antiguos, de la gran civilización ateniense, en suma. Por esa razón siempre lo he considerado un gran griego de hoy en día. Era capaz de reflejar la historia, los acontecimientos, de una forma inusualmente poética. Creo que todo cineasta joven debería fijarse en su gran estilo cinematográfico.
Solíamos escribir los guiones o en Sant’Arcangelo di Romagna o en Pennabilli [el pueblo donde vive ahora Guerra] y Theo siempre necesitaba tener cerca una taza de café, quién sabe si como urgente inspiración. Incluso cuando se le terminaba el café, seguía llevándose a los labios la taza vacía de vez en cuando, como si ese gesto distraído le ayudara a consolidar sus pensamientos, que a menudo podían antojarse abstractos y sin embargo estaban revestidos de una ligera profundidad.
Otra cosa que me consuela en estos momentos es imaginar que no estoy solo en el dolor. Y pienso en Pedro Almodóvar, que es un gran director y que estoy convencido de que también estará triste por el fallecimiento de Theo.
Tonino Guerra es guionista y escritor. Colaboró en algunas de las mejores películas de Theo Angelopoulos.
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