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Luis Díez del Corral, principal historiador de las Ideas Políticas, homenajeado en Madrid

Discípulo de Ortega, fue exponente del liberalismo antiautoritario durante el franquismo

La figura y la obra del historiador de las ideas políticas Luis Díez del Corral (Logroño, 1911-Madrid, 1998) fueron glosadas ayer en un homenaje que le tributó la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en su sede de la madrileña de la Torre de los Lujanes, institución centenaria que el catedrático riojano presidió durante ocho años. Díez del Corral se acreditó continentalmente por sus tratados sobre Alexis de Tocqueville, el liberalismo doctrinario y la historia civilizacional de Europa, así como en España por sus trabajos sobre la raigambre histórica del autonomismo territorial, la monarquía hispánica y la restauración canovista. Ha sido considerado como uno de los principales teóricos del liberalismo democrático conservador del siglo XX. Bajo el franquismo, mantuvo una laboriosa actividad intelectual desde su cátedra de Historia de las ideas políticas en la universidad Complutense de Madrid, con profesores ayudantes de extracción marxista, libertaria, progresista y conservadora. Sus obras, más de veinte tratados y una novela, Mallorca, que le granjeó el Premio Nacional de Literatura en 1942, han sido reimpresas desde entonces. Centenares de estudiantes de Ciencias Políticas recibieron su magisterio.

El homenaje, que tendrá una segunda velada el próximo lunes, fue presidido por el director de la Academia, Marcelino Oreja, exministro de Asuntos Exteriores, y contó con asistencia de numeroso público y familiares del pensador. La estatura intelectual como docente, historiador, politólogo, esteta, jurista, traductor, escritor y crítico literario de Luis Díez del Corral fue resaltada por un panel de catedráticos y alumnos que colaboraron con él o recibieron sus enseñanzas en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Madrid. En el acto, tomaron la palabra Salustiano del Campo, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Luis González Seara y Carmen Iglesias. Ofició de rapporteur el académico Pedro Schwartz.

Salustiano del Campo, catedrático de Sociología, que fue alumno allegado de Luis Díez del Corral, subrayó que su maestro "contemplaba al alumno como el embrión de un futuro colega universitario", lo cual otorgaba a su magisterio socrático prestigio.

Un orteguiano fiel

Miguel Herrero y Rodriguez de Miñón, calificó a Díez del Corral como "orteguiano fiel", para subrayar el magisterio ejercido sobre él por José Ortega y Gasset, de quien sería preclaro alumno, premio extraordinario de fin de carrera en Derecho y Filosofía y Letras por la entonces Universidad Central. Resaltó asimismo la formación, becada, adquirida por el pensador riojano en Friburgo y en el Berlín de la preguerra mundial, pese a lo cual mantuvo unas "convicciones liberales" difíciles de sustentar entonces en Alemania, no bien Herrero omitió que la figura del liberal Max Weber y la estela también liberal de la República de Weimar aún destellaban en la Alemania prebélica. Agregó Herrero que antes de cumplir los 25 años, Luis Díez del Corral era ya letrado del Consejo de Estado, en donde posteriormente le conocería. Le definió ideológicamente como "liberal conservador", y explicó que tal mixtura se refiere a "la autonomía de la voluntad que se expresa y refrena a través de las instituciones, previa dispersión del poder". Tras resaltar la influencia recibida del historiador alemán Friedrich Meinecke, teórico del Estado, Miguel Herrero culminó su descripción señalando que "Diez del Corral optó por la razón de Estado en vez de la pasión de Estado" pasión que, a su juicio, tantos quebrantos ha acarreado a la historia política en España.

Para el catedrático de Sociología Luis González Seara, seña fundamental en el quehacer intelectual de Díez del Corral fue su sensibilidad artística y su condición de esteta, "explícitas en su afección por la función social del Arte". Destacó sus escritos referidos a Roma, que definió como "obra de arte total en clave renacentista". A juicio del polígrafo riojano -explicó González Seara- "Roma fue reinventada por Miguel Ángel, Bramante y Rafael, todos ellos aleccionados por Julio II, tras haber permanecido la ciudad del Tíber al margen del esplendor medieval del gótico centroeuropeo". La brillantez conceptual de tal discurso, así como su "voluntad de estilo" -en clave de Eugenio D'Ors-, resultarían impensables sin la pulida formación clásica de la que el historiador riojano, coetáneo y amigo del pensador institucionalista José Antonio Maravall, se había dotado, remarcó el veterano sociólogo.

Escritos deslumbrantes

Por su parte, la académica de la Historia y catedrática Carmen Iglesias, puso de relieve la estatura intelectual y literaria de quien fuera su maestro, mediante la lectura de algunos de sus textos, que definió como "deslumbrantes" y que él dejó escritos en 20 libros que ella ha compilado en cuatro volúmenes. Iglesias evocó el alegato por la monarquía hispánica realizado por Luis Díez del Corral "quien la consideraba como fórmula modernizante insólita en la Europa del siglo XVI, resultado, a su vez, de una singularidad medieval española en la que el feudalismo adquirió una dimensión dinámica y de frontera". Esta faceta derivaría de la excepcionalidad de la Reconquista y "otorgaría al modelo feudal hispano una fluidez evidente, en contraposición al modelo de estabilidad medieval de la Europa central e interior. "El feudalismo es un paisaje", atribuyó a su mentor, frase inspirada en el pensador holandés Johan Huizinga.

Luis Díez del Corral, que tradujo al español al poeta romántico alemán Friedrich Hölderlin (1770-1843), ha sido considerado como uno de los principales intelectuales liberal-demócratas del pasado siglo. Su cátedra de Historia de las ideas Políticas de la hostigada Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense bajo el franquismo, la vertebró con profesores de extracción ideológica tan plural como el dramaturgo Ángel Facio, libertario, creador de los Goliardos; el marxista Juan Trías Vejarano; Carmen Iglesias, monárquica y preceptora de la Infanta Cristina; el conservador Dalmacio Negro y José Álvarez Junco, progresista, experto en nacionalismo y lerrouxismo.

A propósito de la pluralidad, en un momento de la velada, el catedrático Salustiano del Campo había evocado un hecho poco conocido hasta hoy: la supuesta pretensión del Consejo de Ministros socialista, en 1984, de nombrar a la mitad de los académicos de Ciencias Morales y Políticas, así como la jubilación forzosa de sus miembros a los 65 años. La cita venía a cuento para subrayar "la tenaz resistencia opuesta ante tal pretensión por parte de Luis Díez del Corral junto con otros académicos de otras instituciones reales".

Empero, como admitió un alto cargo académico fuera del acto, desde que Julián Besteiro leyera una conferencia sobre Karl Marx en los años 30 del siglo pasado, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas no ha admitido a ningún pensador o intelectual marxista o anarquista españoles como académicos y hoy son muy pocos los simpatizantes del socialismo que figuran entre los miembros de esta centenaria institución, que sesiona en el edificio civil más antiguo de la ciudad, en plena plaza de la Villa.

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