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El hechizo de Philippe Jaroussky

El contratenor francés cautiva al público en el Festival de Torroella de Montgrí

El fenómeno moderno del contratenor, el registro vocal masculino más agudo, ha alcanzado en este inicio del siglo XXI su época de esplendor. La labor realizada en la segunda mitad del siglo pasado por los intérpretes de música antigua con criterios históricos ha contribuido no poco a su consolidación como una tesitura vocal más en el mundo de la lírica a la que se ha reservado principalmente, a falta de un verdadero repertorio propio, los papeles que los compositores barrocos escribieron originalmente para castrati, un tipo de voz diferente, aunque con una tesitura coincidente. Algunos, sin embargo, han decidido ampliar horizontes y adentrarse en nuevos repertorios, como el francés Philippe Jaroussky (Maisons-Laffitte, 1978), un auténtico fenómeno vocal que con su voz cristalina, dotada de gran agilidad y extraordinaria facilidad para los agudos, deslumbra allí donde actúa. Anteanoche lo hizo en el marco del Festival de Torroella de Montgrí (Girona) con un programa integrado en su mayor parte por melodías francesas de finales del siglo XIX y principios del XX acompañado, con total complicidad, al piano por Jerôme Ducros y al violonchelo por Gautier Capuçon.

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Jaroussky es el contratenor de moda desde hace más de cinco años. Sus discos alcanzan cifras de ventas poco comunes en la música clásica y la belleza de su voz y el virtuosismo de su técnica no dejan de sorprender por más que se le escuche. Ahora, dispuesto a relegar el virtuosismo que propicia el estilo barroco en favor del protagonismo de la interpretación, la admiración por su singular voz persiste, aunque no todo lo que cantó en Torroella llegó a ajustar en estilo a la obra. Fue el caso de su poco lograda versión, y no por la pronunciación de su castellano, de las Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla con las que abrió la segunda parte del concierto.

Programa misceláneo el propuesto por el contratenor y sus dos acompañantes, con una primera parte que invitaba a descubrir melodías francesas poco frecuentes en las salas de conciertos españolas. La extraordinaria y emocionante interpretación que Jaroussky brindó de la bellísima À Chloris, la primera de las cinco canciones de Reynado Hahn con las que se abrió el concierto, subyugaron de tal modo al público que llenó a rebosar la iglesia de Sant Genís que ya no pudo sustraerse al hechizo de su singular voz.

Jerôme Ducros al piano ?él es el autor de los arreglos instrumentales que se tocaron? y el apasionado y brillante Gautier Capuçon al violonchelo acompañaron con extraordinaria complicidad al contratenor en sus excelentes interpretaciones de melodías francesas de César Frank, Jakob Fabricius, Jules Massenet y Camille Saint-Saëns, así como en la popular aria de la Bachiana brasileira nº 5, en la que solo cabe objetar de la interpretación de Jaroussky una cierta incomodidad en la parte final a bocca chiusa, y en la pirotécnica versión, con variaciones incluidas, de la Habanera que compuso la mezzosoprano Pauline Viardot-Garcia con la que concluyó oficialmente el concierto ya con el público absolutamente rendido a los tres intérpretes.

Además de acompañantes, Ducros y Capuçon tuvieron su parte de protagonismo con notables interpretaciones de dos piezas, una en cada parte del concierto. La Élégie para violonchelo i piano de Gabriel Fauré, en la primera, y el Gran tango de Piazzolla, en la segunda, que sustituyó a los anunciados en el programa de mano Tango para violonchelo y piano de Albéniz y el Finale de la sonata para ambos instrumentos de Debussy.

Al final, hasta siete veces tuvieron que salir a escena a saludar Jaroussky, Ducros y Capuçon ante los atronadores aplausos y sonoros bravos que el público, parte en pie, no cesaba de brindarles. A tan entusiasta acogida, que el contratenor agradeció en un correcto español, los tres respondieron con dos propinas, una versión para piano, violonchelo y voz sin letra de la Pavana de Fauré y una juguetona versión de una sonata de Rachmaninov tocada a seis manos al piano.

El contratenor Philippe Jaroussky, y el pianista Jerôme Ducros, anteanoche en Torroella de Montgrí.
El contratenor Philippe Jaroussky, y el pianista Jerôme Ducros, anteanoche en Torroella de Montgrí.TONI LEÓN

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