El vinilo, especie en peligro de extinción
La cineasta Jeanie Finlay consigue rodar un documental sobre la última tienda de discos en un pueblo de Inglaterra gracias al micromecenazgo
Como una investigadora en mitad de una isla inexplorada, Jeanie Finlay se propuso rescatar una rara avis. Esta joven cineasta no necesitó atravesar océanos, cerca de su casa en Tesside, un pueblo al noreste de Inglaterra, encontró su particular cueva de las maravillas: la tienda de vinilos de uno de sus compañeros de colegio. El resultado es su primer largometraje Sound it out, "una película sobre un microcosmos, un lugar pequeño a través de una historia muy grande", cuenta Finlay en conversación telefónica desde Texas, donde ha asistido al festival musical y cinematográfico SXSW.
Sound it out costó 18 meses y la buena voluntad de todo aquel que quisiera participar en el proyecto de micromecenazgo que Finlay montó en paralelo al rodaje a través del portal IndieGoGo. En tres campañas a través de Internet consiguió el dinero para financiar el documental; hacer la post-producción con la productora Barbara Zosel en los estudios Broadway Cinema y la banda sonora con Pip Norton en Air Studios; además de la promoción en el festival de cine de Nottingham y en la última edición del SXSW.
Finlay canalizó los pagos de las 267 personas que participaron en el proyecto a través del portal IndieGoGo
Era la primera vez que Finlay recurría a este tipo de financiación para uno de sus proyectos. "Descubrí que mi película tenía un público antes de terminarla". Pero avisa para quienes estén interesados en este tipo de iniciativas que deben asumir un trabajo muy cercano con aquellas personas que voluntariamente decidan colaborar. "Se han encargado de promocionar mi película a través de la red. Ellos han sido los encargados de mantener mi página de Facebook. Ha sido como tener 267 embajadores".
El bastión de Teeside
Tom es el dueño de este pequeño bastión que lucha contra la crisis económica y los avances tecnológicos de la industria musical con 10 ventas semanales. Pero es también el cicerone que va relatando las 70.000 piezas que pueblan sus estantes y recuerdos. Cada vinilo es parte de su historia y la idea que la directora eligió como punto de partida para el documental. "La gente necesita aferrarse a los objetos para hacer memoria, no se conforman solo con el recuerdo de lo que una vez pasó".
Durante más de un año, Finlay retrató a la pequeña comunidad que mantiene vivo el lugar: "Está representado el comprador habitual; el coleccionista que no tiene dinero casi para vivir, pero sí para gastar en discos; o los chicos de 15 años que empiezan a sumergirse en este mundillo". El resultado es un oasis al que los paisanos de Teeside acuden "a escapar aunque solo sea una hora. Los discos simbolizan una salida. Y la tienda, un lugar seguro".
Un ambiente que domina en un 99% "el hombre pasado de moda y aferrado a su vinilo". El mismo al que perseguía hasta su casa para comprobar si sus filias musicales continuaban más allá de la tienda de Tom. "Al final, he terminado por hacer una película femenina sobre hombres", se ríe al recordar la directora.
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