La cara oculta de las "otras" mujeres llega al Thyssen
La exposición 'Heroinas' desvela en 130 obras el universo menos conocido de la mujer en el mundo del arte
Hasta no hace tanto, el Arte, y la Historia en general, han recogido una imagen de mujer comparsa de iniciativas masculinas. Pero son muchas las mujeres que han tenido y tienen cada día un papel de absoluta protagonista. Para lo bueno y para lo malo. Pocas obras como La habitación de hotel, pintada por Edward Hopper en 1931, propiedad del Thyssen, hablan de ese mundo exclusivamente femenino. Bajo el título de Heroinas, la Fundación Thyssen y Caja Madrid muestran hasta el 5 de junio esa otra manera en que la mujer se desenvuelve en el mundo a través de 120 obras. Es todo un universo en el que en lugar de mujeres sumisas esclavizadas y vencidas, el escenario lo ocupan mujeres protagonistas de sus vidas.
Guillermo Solana, conservador jefe del museo, ha construido un singular espacio para dar cabida a estas diferentes versiones de mujer. Arranca con la soledad, un tema que pueden compartir tanto las protagonistas con las secundarias y avanza por las campesinas, las ménades, las cazadoras y atletas, las vírgenes y las amazonas; las magas, mártires y místicas; las lectoras y los autorretratos. No es un compendio ni una visión enciclopédica del arte inspirado o hecho por mujeres, pero la muestra es un interesante conjunto sobre la iconografía femenina en el mundo del arte.
Aunque se exponen algunas piezas escultóricas, fotografías y videoinstalaciones, el género que predomina es la pintura. Los autores son mayoritariamente hombres, pero se puede ver una mínima presencia de artistas mujeres que, en cada capítulo expositivo sirve de contrapunto a las versiones masculinas de las vidas de las mujeres. En el apartado dedicado a las Ménades, por ejemplo, el vídeo firmado por Pipilotti Rist, Eves is over all (1997), es una de las piezas más atractivas de la exposición. En la pantalla se proyecta la imagen de una bellísima mujer vestida de azul que va caminando alegremente con una flor de tallo largo en sus manos. Con esa misma flor va golpeando y destrozando las lunas de los coches aparcados en la acera. Los cristales caen al suelo hechos añicos.Al fondo se aproxima una mujer policía que contempla la escena sin pestañear. En el momento en que las dos igualan el paso, cruzan las miradas y se sonríen.
El cierre del recorrido lo ocupan los autorretratos que se exponen en Caja Madrid. El de Frida Kalho, Autorretrato con collar de espinas y colibrí (1940), es la mejor manera de empezar a recomponer la incompleta imagen que el arte ha dado de las mujeres.
Babelia
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