Páginas para el arte de describir y transmitir el baile
La Biblioteca Nacional expone por primera vez sus fondos de danza
La colección de materiales bibliográficos sobre danza de la Biblioteca Nacional se encuentra entre una de las mejores del mundo. Es uno de sus muchos tesoros que se mantienen por lo general en la sombra y solamente de vez en cuando son alumbrados por el interés de unos pocos investigadores del ramo. Libros, tratados técnicos, manuscritos, grabados y partituras conforman un extenso patrimonio que abarca varios siglos y de los que esta muestra es un lujoso avance.
Libros de danza en la BNE: De la Gallarda al Vals se ha inaugurado estos días en la Sala de las Musas del Museo de la propia Biblioteca y permanecerá abierta hasta el 8 de mayo. La mayoría de los materiales expuestos proceden de la antigua Biblioteca Real y de la colección que formó Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894), compositor, musicólogo y bibliófilo, hijo y nieto de bailarines, incisivo estudioso del ballet de su época, que a su muerte legó a la institución su extraordinaria biblioteca personal.
El hombre ha bailado inspirado por los más variados impulsos, desde los religiosos a las celebraciones bélicas
Uno de los alicientes de la exposición es acercarse a la Coreología, los distintos intentos de escribir la coreografía
Se dice tanto desde la antropología como desde la historia del arte que desde los orígenes de la Humanidad el hombre ha bailado inspirado por los más variados impulsos, desde los religiosos a las celebraciones bélicas, por el simple hecho festivo de la danza en sí misma a manifestaciones emocionales de calado más profundo, un proceso dinámico y constante que llega hasta hoy y las expresiones contemporáneas, donde se sigue generando en paralelo una literatura testimonial de gran valor, hoy día respaldada por soportes como la fotografía, el cine y el vídeo.
La danza y la música escrita a propósito para acompañar el hecho artístico bailado han estado siempre presentes en todas las sociedades, aunque en algunos momentos lo han hecho de forma más intensa, como en el caso particular de de las sociedades europeas de los siglos XVI al XIX, donde la expresión de la danza y su exaltación llegó a parangonarse a las demás artes, tuvo sus momentos de auge y popularización hasta convertirse en una obsesión colectiva, mientras se establecía como un ingrediente imprescindible de la educación cortesana, su boato o su ostentación. Son los tiempos en que proliferaron los maestros de danza, con sus apasionantes vidas itinerantes, las primeras escuelas que permiten alumbrar los estilos del futuro de la danza culta y de que estos libros, atesorados y muchas veces editados bajo el auspicio de la nobleza y la alta burguesía, se convirtieron en un preciado objeto de consumo sociocultural.
La danza folclórica
Paralelamente al discurso de la danza culta y su desarrollo (que muchas veces estilizaba y refundía metros populares), la danza llamada folclórica se proveía de un enorme legado oral que pasaba también a los tratados. Ese suministro y trasvase de elementos formales entre danza popular y danza culta, con la complejidad de nuevas formas coreográficas y estilos, verifican su asentamiento en la literatura de danza, un largo y cadencioso proceso que pasa desde la danza propiamente cortesana a la danza teatral y al nacimiento del ballet.
Uno de los mayores alicientes de esta exposición es acercarse a la Coreología, los distintos intentos de escribir la coreografía, de dejar escrito su desarrollo tal como se hace con la lectura musical. Desde antiguo, ha habido multitud de esfuerzos, muchos de ellos olvidados o infructuosos, de escribir la danza, algunos acudiendo a la escritura pentagramática y otros a través de figuraciones simbólicas o de dibujo. Entre las piezas expuestas están los grabados testimoniales del alemán Heinrich Aldegrever, que ponen de manifiesto la internacionalización de las modas cortesanas francesas en la Alemania del siglo XVI.
Se expone Nuove inventioni di balli, de Cesare Negri (ca. 1535-1615), se decía el bailarín más apuesto y elegante de su tiempo, impreso en Milán en 1604 y una muestra de uno de los casos de manual más difundido por todas las cortes europeas. Esta obra estaba dedicada al rey Felipe III de España. En la Biblioteca Nacional están además los otros manuales básicos de la época, como ll ballarino, de Fabritio Caroso da Sermoneta, la Orchésographie, de Thoinot Arbeau, y otras ediciones de esta Nuove inventioni di balli, de Negri. Los especialistas en danzas antiguas pueden reconstruir con estos valiosos libros ilustrados con bastante aproximación bailes como la gallarda, pavana, canaria o villana, cuyas descripciones (y muchas veces sus músicas específicas) vienen acompañando las ilustraciones.
A pesar de las notables diferencias que existen entre algunos de estos manuales, ya se presentan una serie de coincidencias terminológicas que reflejan la realidad naciente de un estilo internacional en la Europa de la segunda mitad del siglo XVI que más tarde daría lugar a la aparición del ballet y su técnica universal.
El maestro de Isabel de Farnesio
Otras joyas para detenerse es el libro de Pierre Rameau (1647-1748), maestro de danza de la princesa Isabel de Farnesio antes de que esta se convirtiera en reina de España. Rameau se interesó por la notación coreológica y a él se le deben una serie de mejoras en el sistema Beauchamp-Feuillet (recogido en la Enciclopedia de Diderot-D'Alambert) que aparecen recogidas en sus manuales Le Maître à danser y Abrégé de la nouvelle méthode dans l'art d'écrire ou de traiter toutes sortes de danses de ville, ambos publicados por primera vez en 1725 y presentes en la colección expuesta. El libro de Rameau fue uno de los más traducidos y plagiados de su tiempo, como la del inglés Kellom Tomlinson (c.1690-1753?): The art of dancing: demostrated by characters and figures (Londres, 1744), que es uno de los más bellos manuales de danza conocidos y sus primorosos grabados consiguen la máxima eficacia en la explicación de los bailes.
Ya en el terreno de la danza española y sus influencias está expuesta también la colección de boleras de José Melchor Gomis (1791-1836), de 1827, editado en París y demostrativo de la vigencia y divulgación de los bailes españoles de entonces.
La entrada a la exposición es libre y puede consultarse una visita virtual, un detallado folleto con las fichas de las piezas y acceder a visitas guiadas en la web de la BNE.
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