Shakira fuerza Madrid a las agujetas
La cantante colombiana triunfa en Madrid con un espectáculo tan contundente como previsible
¿No era el Waka Waka? Son las 10 de la noche y con el Palacio de Deportes lleno suena a toda pastilla el Wiki Wiki, la canción del verano pasado de Buraka Som Sistema. Caras de extrañeza.
De pronto, entre un pasillo humano, Shakira avanza lentamente hasta el escenario vestida con una especie de traje de novia rosa. Suena Pienso en ti, de sus comienzos, pero siguen las caras raras. Sube al sobrio, diáfano y elegante escenario de gran pantalla gigante, de pronto se arranca el vestido y aparece la Shakira salvaje. La Shakira loba que ayer dejó con agujetas a 18.000 personas con un concierto a ratos rockero, a ratos electrónico pero sin duda electrizante, efectivo, sudoroso y algo conservador. Porque aunque la colombiana, de 33 años, se deje la piel -y la cadera- en el escenario y deslumbre con su espectáculo, deja muy poco espacio a la improvisación. Un ejemplo: que el repertorio de anoche en Madrid -lleno de grandes éxitos- sea el mismo que el de hace unos días en Florida, en Illionis o en Nueva York hace que su capacidad de sorpresa sea limitada. Los que la conocen hablan de ella como una currante obsesiva y perfeccionista. Tanto que deja poco espacio para el azar. Todo está tan milimétricamente medido que a veces la felicidad y la fiesta parecen algo encorsetada.
Por lo demás, ni una pega. Asumido que estos conciertos tienen más de obra de teatro que de evento musical, Shakira se salió anoche. En directo convence. También, y sobre todo, al incrédulo, porque a sus fans ya los tienen ganados. Ayer lo demostró. Así el novio despistado que acompañó a su chica seguro que se fue con la sonrisa de oreja a oreja.
En la primera parte, la de Barranquilla sonó rockera. Muy rockera. Vestida con un top dorado y unos ajustadísimos pantalones de cuero (no es ningún secreto que a Shakira le gusta jugar con su sensualidad), impregnó de un sonido guitarrero casi todas sus canciones, todo lo contrario que en sus discos, en donde juega más con el pop y la electrónica. Canciones como Te dejo Madrid, Inevitable o Suerte sonaron de un contundente inusitado. También gracias a una banda eminentemente rockera con tres guitarras. "Esta noche estoy aquí para complaceros", dijo: "Esta noche soy toda vuestra".
Y se lo curra para cumplirlo. Shakira salta, mira, araña, seduce, baila, suda, se estira como un pantera, juega con el pie de micrófono (la base es un volante), pone sus mejores cartas sobre el escenario... Eso sí, sin renunciar al algo patético momento jo-tía, cuando invitó a subir al escenario a cuatro chicas del público a mover las caderas. Ellas, claro, lo hicieron con cara de jo-tía-que-no-me-lo-creo. Tampoco acertó cuando hizo una cursi y de sonidos árabes versión del Nothing Else Matters, de Metallica. Minutos después solucionó el desaguisado con unos bailes flamencos en medio del escenario. Y no lo hizo nada mal, por algo su amigo Antonio Carmona le ha dado unas lecciones rápidas de arte gitano.
Después del taconeo, que hizo descalza, cambió de rumbo del concierto hacia una parte más electrónica: tras La Tortura sonó Gordita, de su nuevo disco Sale el Sol. No estaba allí el cantante de Calle 13, con el que hace el dúo. En su logar un rostro gigante en relieve surgió de la pantalla con la cara de René Residente. Para ese momento el Palacio de Deportes había pasado, sin darnos cuenta, de ser un concierto de rock duro a una discoteca gigante donde hasta el atlético Kun Agüero, bailó Las de la intuición, Loca -su nuevo single-, y Loba.
La que será burbuja de cava -hoy mismo graba en Barcelona el anuncio que más veremos esta Navidad- sacó brillo a su cadera con Ojos así, en donde profundiza en el movimiento que la ha hecho famosa y que hace que después de los conciertos le tengan que poner una bolsa de hielo fría para calmar los excesos. Aunque las pausas entre canción y canción se hacían un poco largas, en la parte final se desató la vena patriótica y la locura con la canción del Mundial, Waka Waka -esta vez sí-. Con todo el pabellón saltando y bailando, el concierto acabó por todo lo alto con lluvia de confeti. De loca nada, esta Shakira. Chica lista y aplicada. Ofrece lo que el público quiere. Sin más. Y no es poco. Ayer fue mucho.
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