"Escribir es servidumbre y gozo"
Mario Vargas Llosa estaba ayer exultante. Pero no perdía ni el sentido del humor ni el equilibrio que le ha dado rigor a su obra. Estaba sorprendido de haber sido galardonado con el premio, y estaba agradecido, aunque temeroso aún de que fuera una broma. Durante 14 minutos tanto él como su mujer, Patricia, que están en Nueva York porque el Nobel 2010 da clases en Princeton, pensaron que el secretario de la Academia Sueca era "un impostor". Y le dieron 14 minutos para que ratificara que no era una tomadura de pelo. "Cuando pasaron los 14 minutos ya pude disfrutar de esta sorpresa".
¿Una sorpresa, de veras? "Déjeme que le diga antes por qué creía que era broma. Hace años le hicieron una trastada así a Alberto Moravia, el novelista italiano. Fue una noticia fea, que a él le cogió desprevenido. Entonces, inmediatamente que me dijo Patricia que habían llamado de la secretaría del Nobel nos pusimos en guardia".
Además, ya no estaba en las listas. "Y no crea, eso me tranquilizó. Estar en las listas era una pesadilla anual, porque mucha gente llamaba para indagar si era cierto que iba a ganar el Nobel. Todo eso abonaba la idea de que pudiera ser una broma una noticia que luego resultaría tan grata".
Mario Vargas Llosa se había convencido, a lo largo de los años, de que él no era un escritor para este premio. ¿Y por qué? "¿Por qué? Porque llegué a la conclusión de que yo no estaba en la identikit del Nobel; yo soy un escritor conflictivo, tomo posiciones incómodas, me equivoque o no siempre digo lo que me parecen las cosas, y todo eso me hizo creer que no era el escritor que encajara con la manera de ver la literatura por parte del jurado".
Pero la Academia Sueca ha hablado de usted, de su obra, le decimos a Mario Vargas Llosa, teniendo en cuenta precisamente esas posiciones suyas. "Aún no he visto esa declaración. ¿Me la puede leer?" Dice que le dan el Nobel a Mario Vargas Llosa "por su cartografía de las estructuras del poder y sus incisivas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota".
"¿Dicen eso? Es magnífico. Me alegro mucho. ¡Ojalá fuera verdad. En efecto, de eso va mi obra, de la resistencia del individuo ante el poder, de la lucha de los hombres por salvar su individualidad en un mundo en el que la libertad está tan acosada. Esa nota expresa muy bien lo que yo pienso".
Y desmiente muchas cosas, muchos tópicos que se dicen sobre usted. ¿Se quedarán sorprendidos sus críticos, enmudecidos, quizá? "No creo que los deje más enmudecidos que a mí; para mí esa nota es una sorpresa. Pero no creo que mis críticos enmudezcan nunca, de todos modos".
¿Y cuál fue su primer pensamiento, la primera reflexión sobre su historia como escritor? "Fíjese que pensé, primero que nadie, en Carlos Barral; él hizo que recibiera un estímulo formidable cuando me presenté al premio Biblioteca Breve con La ciudad y los perros; hizo lo imposible porque yo saliera adelante. Y Carmen Balcells, claro; Carmen me empujó literalmente a la literatura; los dos dieron por mí una batalla inolvidable. Los he citado en todas partes ahora que me han dado el Nobel. Y he citado a España, porque sin ese país hubiera sido imposible la difusión de mi obra, y por tanto el entusiasmo que me dio para seguir escribiendo. Y algo que quiero que recoja, Carmen Balcells e Isabel de Polanco fueron en las últimas épocas de mi vida, cuando ya se aceleró la publicación de mis obras en España y en América, fundamentales en mi trayectoria editorial. Y nunca olvido eso. No olvide usted de hacerlo constar".
Vargas Llosa está a punto de publicar El sueño del celta, en la que se exige otra vez, como autor, una disciplina que es propia de los buenos periodistas. A ese valor, el del periodismo, alude en esta respuesta. "El periodismo me ha dado la obligación de confirmar, de verificar, me ha enseñado lo importante que es la perseverancia. Si no hubiera tenido esa disciplina no hubiera sido un escritor; sigo verificando, sigo corrigiendo, obsesivamente. Es un gozo para mí escribir, sin duda, pero si detrás no hubiera este esfuerzo no hubiera escrito las historias que ahora forman parte de mi vida. Es una servidumbre y un gozo, un gran gozo".
Es un momento para resumir. ¿Qué ha sido su escritura, qué será ahora? "Mi escritura", dice Vargas Llosa, "es mi vida, es lo que soy. Soy la literatura que he hecho. Toda, y el periodismo también. Con respecto al futuro, voy a hacer todo lo posible para que la vida no cambie. Esta es una inyección de entusiasmo; pero mi vida no va a cambiar. Seguiré teniendo iniciativas, posiciones; esa libertad que ejercito seguirá siendo mi libertad como escritor, como periodista y como ciudadano. Siempre tendré los mismos compromisos; ahora, además, habrá más obligaciones, que someteré al orden que siempre me ha dado la escritura, mi trabajo".
"La literatura", terminó Mario Vargas Llosa, "es mi manera de vivir, como decía Flaubert. No tendré otra, con sus sumas y sus restas, esa es la felicidad de mi vida. La literatura me ha dado lo mejor que tengo; los amigos, las experiencias. La entraña de mi vocación no es otra que la literatura, y de ella sale todo lo que soy y todo lo que tengo. Es lo mejor que me ha pasado".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.