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SEXO, MENTIRAS Y YOUTUBE

En Chatroulette se hacen buenos amigos

Escucho: ¡Darth Vader! [Risas]. Mi máscara está causando sensación, sobre todo porque viene acompañada de un par tetas al aire, artículos de lujo en esta vitrina de penes que es la red social más exitosa del momento. Exagero. Hay más cosas en Chatroulette. O no exagero, y en verdad es un festival de onanistas.

"¿Sabes lo que significa para mí semejante invento cuando mi compañía me envía a esos festivales de teatro insufribles...? Me quedo hasta las tres de la mañana navegando por las elegantes estancias del Chatroulette" -me dijo mi colega Elisa Fuenzalida el otro día- "destacaría dos momentos epifánicos, aquel en el que encuentras un adonis cuasi perfecto y los fusibles de la habitación revientan de la tensión sexual (cuántos hombres guapos y qué poco tiempo); y aquel otro momento en el que te descubres tonteando con un púber de 13 años canadiense y empiezas a preguntarte qué tantas probabilidades hay de que sea una trampa de la Interpol para cazar pederastas". Fascinante.

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Desde que hace seis meses al niño moscovita, Andrey Ternovskiy (17), se le ocurriera que una videoconferencia no tenía por qué ser un encuentro virtual entre dos sujetos en corbata hablando de sinergias, existe ya mucha gente dispuesta a dejar de una vez por todas la socialización basada en el contacto físico. Para qué seguir viviendo de verdad si este chat es como la vida misma: la perpetua alternancia con extraños o gente que creemos conocer, una ruleta rusa a la que hay que jugar o morir, una serie de encuentros azarosos de los que pocas veces sale algo bueno, un ensayo infinito de una charla imposible, una cadena de errores, libre albedrío hasta que el otro decide también ser libre y la socorrida opción de decir "que pase el siguiente".

Sus detractores -gente que no lo ha probado - aseguran que el chatrou es a las relaciones humanas lo que el McDonald?s a una alimentación balanceada. Una dieta de usar y tirar. "A mí no me gusta que me rechacen", me dijo otra colega, Lucía Jazmín, "y menos en público. Acciones como descartar a alguien, borrarla del Facebook, no contestarle las llamadas, guardaban todavía un cariz de pudor".

Darth Vader tetudo vuelve a la carga. En realidad, se ha enamorado. No es para menos: es el primer rostro de un ser humano que veo tras varios minutos de chatear en inglés con dos o tres penes aleatorios y el primero que no me dice "I like boys, sorry" y que no me pregunta si tengo un hermano. Además es guapo, tiene pinta de cantante indie y, ¿ya lo dije?, es inglés: "Nice tits, my lady", dice, "horny?" y Vader abandona momentáneamente el Lado Oscuro, se arranca la máscara y no dice precisamente yo soy tu padre.

Hay un momento en el Chatroulette que hay que dejarlo correr, es llegar a un punto muerto y Next. Ahora bien, claro que se puede pasar al siguiente con toda la educación del mundo. Le digo adiós, incluso le digo "I love you" y él contesta "I love you too". ¿Cómo que no hay emociones? Next, next, next. Y de repente, contra todo pronóstico, ahí está otra vez, el gentleman del Chatroulette, ¡el clon de Jarvis Cocker! Hay que desengañarnos: aquí no se hacen amigos y tampoco es verdad que a los extraños no los vuelves a ver.

Una joven <a href="http://www.youtube.com/watch?v=Iv2wFhTiBCs&feature=fvst" target="_blank">explica en Youtube </a>el funcionamiento de Chatroulette.
Una joven explica en Youtube el funcionamiento de Chatroulette.YOUTUBE

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