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Entrevista:

"Biutiful es un vómito espiritual"

Alejandro González Iñárritu nos explica desde México las claves de su nueva película, Biutiful, protagonizada por Javier Bardem

"Estoy en un pueblo, en San Miguel en Guanajuato (México)", se escucha al otro lado del teléfono. Es Alejandro González Iñárritu que conversa con EL PAÍS sobre su próxima película, Biutiful, que le valió a su protagonista Javier Bardem el máximo galardón como intérprete masculino en la última edición del Festival Internacional de Cine de Cannes.

Biutiful llegará a las pantallas españolas poco antes de las próximas navidades. El 3 de diciembre, pero en pleno verano, el autor de Amores perros, 21 gramos y Babel ofrece una reflexión profunda sobre lo que se encontrará el espectador que acuda a la sala de cine a enfrentarse a Biutiful. Una película que su creador define como un "vómito espiritual".

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Pregunta. ¿Qué va a hacer en vacaciones?

Respuesta. Intento dejar de trabajar pero no puedo. Las vacaciones sin ningún sentido me aburren demasiado. Estoy entretenido en dos nuevos proyectos. Mis hijos me obligan a que el verano sea un momento importante. Vamos a tomar unas clases de buceo en Tulúm al sureste muy cerca de Cancún. Unas ruinas mayas de las más bonitas del mundo a la orilla del mar y tienen una gran zona de buceo.

P. ¿Cómo ha sido el rodaje con Bardem?

R. Fue un proceso de mucho compromiso de ambos lados. Muy interesante por ambos lados. Creo que mutuamente teníamos muchas ganas de trabajar juntos desde hace algún tiempo y fue estupendo que trabajara en este personaje que escribí teniéndole siempre en mente y al que él se entregó con un compromiso muy fuerte e íntegro. Creo que Javier es un actor que se entrega al personaje de tal manera que se convierte en esa persona las 24 horas del día y eso es algo que como director se agradece en cada segundo que ruedas la cámara.

P. ¿De dónde sale la idea para hacer una película como esta?

R. Mis películas siempre son un testimonio de mi experiencia vital. Proceden de los miedos, las cosas que de alguna forma me inquietan, me provocan, que me ilusionan. El cine que hago supone una extensión de mí mismo. No es un proceso científico o intelectual. Nace de lo que me quema en el estómago. Hago un cine que es una especie de pedazo de vida. Es una necesidad. Sería difícil explicar de dónde viene un proceso como ese. Esta película no es un proyecto calculado o racional, científico, metodológico que lo pueda explicar o racionalizar. Es una especie de vómito espiritual.

P. Pero habla usted en este caso de inmigración. ¿Cómo se documentó?

R. Nací y crecí hasta los 37 años en una ciudad y en un país que es el experimento antropológico más grande del mundo, se llama México. A partir de ahí, llevo 10 años viviendo como un nómada en todo el mundo. Soy un autoexiliado de mi país, por diferentes razones y eso me hace tener una mirada de inmigrante. Cuando uno está fuera de su país está más alerta y tiene una mirada muy distinta. Uno es parte de uno de ellos. Mi sensibilidad sobre esto es más perspicaz, quizás, que la que pueda tener el que está estacionado en una sola ciudad y se resiste a ver estos movimientos que están conformando la nueva estructura social y política de Europa.

P. ¿Cómo ve la situación de la inmigración en España?

R. Es algo inevitable y es algo que no ocurre solamente en España. Es una realidad a la que mucha gente no le da ninguna importancia, pero para mí, estas nuevas comunidades de inmigrantes que se están haciendo en los suburbios de todas y cada una de las ciudades Europeas son algo que me resulta sumamente interesante y de una complejidad humana y de una gran profundidad. Son un caldo de cultivo de historias brutales que nos enseñan lo peor y lo mejor de los seres humanos puesto estos se encuentran en unas circunstancias límites. Todos y cada uno de ellos.

P. ¿Cómo es la supervivencia de esos grupos?

R. Esta supervivencia que están llevando estas comunidades chinas y africanas, por poner algún ejemplo, es una supervivencia que se está llevando a tres minutos de los barrios residenciales más exquisitos de Europa. Cuando observé esto de cerca y además en Barcelona, que es una ciudad que quiero muchísimo, no pude dejar de pensar un minuto en todo esto y la investigación fue profunda: me recreé y viví con muchas de estas comunidades y fui testigo de muchas tragedias. Basta leer el periódico todos los días. Cuando vivía en Barcelona había prácticamente una página en el periódico contando este tipo de sucesos diariamente. Y eso me pareció muy interesante para que conformara el contexto de este personaje que para mí es un charnego que se quedó dentro de estas comunidades.

P. ¿Quién tiene la culpa de todo esto?

R. Todos sabemos que la polarización económica que han creado la economía, el capitalismo y la globalización es algo que sufren todos los países del tercer mundo. Es intolerable la riqueza extrema acumulada en el primer mundo, en ciertas partes del primer mundo, y por otra parte la gran y extrema pobreza del otro polo, ha creado la necesidad de un movimiento humano inevitable en busca de trabajo y de dignidad. Yo creo que esta película retrata ese desequilibrio, esa injusticia que supone la explotación humana. Es algo que ocurre también en los Estados Unidos, donde yo vivo. El abuso y la utilización de los seres humanos como materia de trabajo desechable. Y en ese sentido creo que en la película se retrata la realidad y no existe ninguna grandilocuencia en lo que se retrata. Es una película de una ordinariez brutal y eso es lo que la hace impactante.

P. La figura del padre también es muy importante en la cinta.

R. Todas mis películas tratan acerca de padres e hijos. Es una obsesión mía. Todos somos hijos de alguien y eso nos marcará la vida; y otros además hemos tenido la posibilidad de ser también padres, una de las cuestiones existenciales más complejas del ser humano. Aquí, en la película, hay un padre ausente que es el de Javier (Bardem) que nunca lo conoció y a su vez un padre (el propio Javier) que está obsesionado por cómo será su ausencia respecto de sus hijos. Esa angustia y esa necesidad de poner todo en orden y esa nostalgia es algo que todos tenemos.

P. En la película un hijo conoce a su padre al mover su cuerpo del cementerio

R. En México hay muchos cementerios que estaban sellados de tal forma que al no entrar oxígeno en los cuerpos, muchos de ellos se mantuvieron incorruptos. Mi padre me pidió hace unos 10 años que moviese a mi abuelo de México a León Guanajuato y al que yo nunca conocí para que fuera enterrado con mi abuela. Y cuando lo iba a hacer, mi suegro me contó una anécdota sobre un amigo cuyo padre había muerto a los 19 años en la Guerra Civil Española y él, con 65 años fue a mover el cuerpo aquí en México y se encontró el cadáver totalmente incorrupto. De tal forma que él de 65 años con hijos de 40 había visto a un muchacho de 19 totalmente íntegro que era su padre. Esto me impactó, y la posibilidad de que me ocurriera a mí mismo, tuvo mucho que ver para que lo introdujera en la película. Y nos da muchas pistas sobre lo que es el tiempo. Finalmente 80 años no son nada.

P. ¿Qué es para usted la felicidad?

R. En las sociedades occidentales al tratar de evitar el dolor constantemente también se está negando la posibilidad de la alegría y del placer. Le tenemos tanto miedo al dolor que negamos la posibilidad del placer. A mí las películas que contienen una dosis de dolor me gustan, porque me parecen más vitales. Hay muchas cosas que tenemos todos los días, pequeñas cosas muy intensas y no somos capaces de vivirlas con cierta importancia porque nos creemos eternos. En ese sentido, y aunque parezca increíble, me parece que es una película divertida. Si tuviera que etiquetar la película en un género, este sería el de la tragedia clásica. Es la caída libre de un hombre. Hay gente a la que le divierten esos juegos extremos y a mí me divierten. Me enganchan y me llenan de adrenalina.

P. ¿El personaje de Javier Bardem es un chamán?

R. Desde el primer día que me tocó el personaje sobre la cabeza supe que debía tener un don sobrenatural. Creo que es un don que casi todos tenemos pero que pocos dejamos que sobreviva. Todos hemos sentido la presencia, la necesidad y la curiosidad o presentimos la necesidad de intuir que hay algo más allá de la muerte. Siempre hay una esperanza de que esto sea así. Hice mucha investigación con muchas personas que tienen este don de poder ser videntes, de poder tener una comunicación con el más allá y demostrar que la vida no se termina cuando la vivimos. Me parecía muy importante que en este caso de la película fuera realizado por un hombre humilde.

JOSÉ HARO

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