Cuando el tamaño sí importa
Roger Hodgson recuerda grandes éxitos de Supertramp en un concierto en Madrid de medio formato en el que, a veces, se echó de menos a sus compañeros
Solo unos pocos elegidos tienen la capacidad de plantarse frente a un auditorio con la seguridad de llevar en la recámara un saco lleno, pero que muy lleno, de grandes éxitos. Uno de ellos es Roger Hodgson, cofundador de Supertramp y que anoche interpretó 22 canciones de las que, al menos 13, podríamos decir que son hitazos de esos que se fabricaban a finales de los 70 y principios de los 80 y son capaces de llegar hasta hoy más que intactos.
Por ahí empezó anoche Hodgson (Oxford, Gran Bretaña,1950), por Take the long way home y no se dejó prácticamente ni una: Breakfast in America, The logical song, Hide in your shell, Know who you are, Dreamer, don't leave me now, Soapbox opera... Un no parar. Hasta tocó un tema que dijo no haber grabado todavía, The awakening. Eso sí, puede que sea por los tiempos que corren o, tal vez por simple comodidad, pero una de las peores cosas de la velada de ayer fue su tamaño. Eso que ahora se llama formato reducido. Un formato que se alió con el viento para hacer volar arbustos, micrófonos, alfombras y acoplar el sonido en algunas ocasiones. Para deslucir la faena.
El concierto de anoche será recordado por muchos fans como las dos horas en las que el tamaño sí importó. El que tuvo, retuvo, pero quedaba muy lejos aquel concierto de su gira Famous last words en el madrileño campo del Gas en la que sería la última aventura mundial con sus, hasta ese momento, amigos y compañeros, de la banda superventas. De aquel concierto han pasado 27 años. Una gira metafórica en el que un funambulista de circo atravesaba una cuerda amenazada por una mano que empuñaba una tijera en primer plano y significó la muerte de Supertramp por decisión única y exclusiva de Hodgson. Algo que su compañero y casi alter ego, Rick Davis, aceptó no de muy buen grado.
Y es que ser uno de los grandes exponentes del rock progresivo de los 70 tiene sus peligros cuando se trata de adecuar las cosas al pequeño formato. Soapbox Opera y The fool's overture fueron claros ejemplos. ¿Dónde estaban la batería, el bajo, las percusiones, las guitarras eléctricas...? Pese al empeño del gran músico Aaron McDonald que le acompaña en esta gira con sintetizadores, vientos y programaciones, era inevitable echar de menos la potencia, la solidez y el barroquismo que contenían todos esos éxitos embotellados en un casi milagroso disco doble en directo titulado Supertramp Paris.
Eso sí, todas esas grandes canciones que se escucharon son parte de la vida y el corazón de Roger Hodgson, según reconoció anoche. Canciones que hizo muy grandes bajo el paraguas de Supertramp. Roger Hodgson se queja de que el que una vez fue su amigo, Rick Davis, todavía las interprete con la marca Supertramp, con la hipocresía añadida de que, una vez acabada la banda, declarara a los cuatro vientos que realmente nunca le gustaron aquellas composiciones. Habrá que esperar al 15 de spetiembre para retomarlas en gran formato: el del Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Aunque como hace 27 años, y ambos juntos, es ya un imposible.
Babelia
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