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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Apabullante mediocridad

Tras una carrera dedicada al pop y al r&b desde 1975, Natalie Cole (Los Angeles, 1950) grabó en 1991 Unforgettable:with Love y vendió cinco millones de copias. Cuando su célebre padre, el carismático pianista y cantante Nat King Cole, grabó la canción que da título a su disco, ella era un bebé recién nacido. Pero, maravillas de la mercadotecnia, allí incluye un dueto con su fallecido padre. Tanto este tema como el resto del registro marcan un acercamiento light al jazz y la canción popular anterior al triunfo del rock.

Desde entonces, estas dos líneas han presidido el itinerario de esta cantante sexagenaria y el concierto inaugural de su gira en el Palau reflejó esa bipolaridad. Lo inició con el pegadizo Fever. Pero si la gran Peggy Lee (o, incluso, Elvis) lo desnudó eficazmente con solo contrabajo y percusión, ella optó por un arreglo demasiado alambicado, abusando del eco. El batiburrillo que siguió iba de My Favourite Things a A-Tisket-A-Tasket, la nana infantil que lanzó a la joven Ella. O íconos del trío de su padre, como Straighten up and Fly Right y Route 66. Y What a Different Day Make, popularizado también por Dinah Washington. El problema con todas estas canciones y subsiguientes gemas como Tenderly, For Sentimental Reasons y Autumn Leaves o el Smile de Chaplin (estas dos, con cursis imitaciones de violines por los teclados) es que han sido interpretadas por las mejores voces del jazz y la música popular adulta.

No solamente por su padre, Sinatra, Tony Bennett, Ella, Sarah, Billie, Carmen, Betty, Jeanne Lee, Dee Dee, Dianne Reeves, incluso Diana Kral, asimismo por muchos otros y otras no tan conocidos pero de estimable valía. Y a una cantidad apreciable se la ha podido escuchar en Valencia desde los ochenta. En contraposición, resalta la mediocridad de Natalie Cole: su registro vocal es limitadísimo, el fraseo es efectista e inconsistente, su tímido scat (improvisación onomatopéyica, sin palabras) es penoso, carece de swing y feeling ... En fin, un desastroso viaje a ninguna parte. No lo salvó una lamentable versión de Bésame mucho ni el recurso al Mona Lisa<7i> de su padre o a repetir artificiosamente, por medio de una filmación, el dueto sobre Unforgettable. La traca final, volviendo a sus iniciales éxitos del r&b y pop de los setenta y ochenta, al margen de su endeblez, se vio anulada por una percusión sobresaturada. En definitiva, si se trata de explotar el nombre del ilustre progenitor, uno se pregunta porqué no traen a su tío Freddy Cole. Pues el hermano pequeño de Nat es un cantante mucho más interesante y convincente que su hija.

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