Peter Hook resucita a Joy Division
El bajista de la banda juega a las emociones en el FIB con 'Unknown Pleasures', el mítico álbum del grupo
Con un aspecto muy sanote, ataviado con un polo y rebosante de alegría se subió ayer al escenario del FIB Peter Hook, bajista de Joy Division y New Order, para resucitar de comienzo a fin Unknown Pleasures, el mítico álbum de la banda de Manchester.
Aunque lleva haciéndolo desde que se cumplieron los 30 años del suicidio de Ian Curtis, el líder de la banda, la idea sonaba un poco rara. Y verle ahí arriba, con aspecto de veraneante, con un atril que tenía que consultar a menudo para no perderse cantando unas letras que nunca salieron de sus labios, añadió un poco más de inquietud al asunto. Fue una actuación de sentimientos encontrados que tuvo sus buenos momentos.
Pero el público estaba entregado desde el principio. Todo aquel juego -lo planteó bien Hook- iba sobre emociones. La banda que se trajo clavó las canciones al milímetro y el sonido era muy bueno. El único problema, ya es mala suerte, era él. Hook, que llevaba su bajo colgando, no tiene voz ni movimientos para liderar el escenario, y en algunos momentos parecía que imitaba los clásicos balanceos entre autistas y epilépticos de Curtis. Se le veían un poco las costuras al pobre Hook y en algunos momentos, toda la actuación parecía una de esas bandas tributo que tan de moda están y que, muchas veces, las cosas como son, tan bien suenan.
Cuando terminó de dar cuenta de todo el disco, su disco, al que rendía homenaje, no pudo resistir la tentación de tocar Love will tear us apart en los bises y sentir, tantos años después, qué significa cantar una canción que la historia y las tragedias personales han transformado en himno generacional. Y el público enloqueció. Todos, ingleses y españoles (casi por primera en este festival), empezaron a botar y a lanzar los vasos llenos al aire. Si todo aquello era un homenaje a Ian Curtis, que no está claro, el asunto llegó a ser bastante emocionante en algún momento. Cuando Hook ya estaba en su camerino, unas mil personas seguían cantando ante el escenario vacío, en una especie de susurro atronador, Love will tear us appart. Como si estuvieran ante un altar. Lo de ellos sí está claro a quién iba dirigido.
Luego llegó al escenario grande DJ Shadow que ofreció una actuación un poco marciana y solitaria. Con un auditorio desangelado, el californiano se encerró en una especie de bola del mundo, que se cerraba y se abría y sobre la que se proyectaban imágenes de todo tipo. A diferencia de lo que había hecho Calvin Harris horas antes en su escenario, él no logró arrastrar a la gente hasta ahí. Hoy se espera a The Specials, PiL, The Prodigy y Four Tet.
Babelia
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