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“Grito”

Ética y estética del tacón

Baile: José Maya y Alfonso Losa; cante: José Anillo, Encarna Anillo, Antonio Ingueta y Juañares; guitarra: Pino Losada y Carlos de Jacoba; percusión: Lucky Losada. Suma Flamenca. Teatros del Canal. 13 de junio.

El taconeo ha devenido arte virtuoso, hoy es tendencia; su historia añeja se remonta, dicen los expertos, al siglo XVI según referencias iconográficas y escritas; y las maneras de percutir el suelo aparecen en varias culturas, con acentos rítmicos diversos y propósitos coréuticos también complejos. Así, el taconeo es parte del vocabulario dancístico, no su fin. El zapateado flamenco tal como lo entendemos hoy (además del número homónimo) usa del taconeo como vehículo vertebral y puede aparecer en multitud de estilos, puede ser la guinda del acento, el cairel del paso. También es verdad que del taconeo hoy se abusa, se cargan los bailes y a veces incluso se desvirtúan los propósitos originales en cuanto a estética. Se ha llega a un estadio obsesivo que no por espectacular mejora la esencia danzada.

José Maya (nacido en 1983) y Alfonso Losa no llegan a los 30 y ya son figuras, serios, conscientes y entregados a la faena con una intensidad que dice mucho de su ardor y su voluntad de llegar al público y la excelsitud del baile. "Grito" es un esfuerzo serio de teatralizar el baile solista, tiene méritos y adolecen el factor mesura. Se abusa del tacón, se centra en su fraseo el diálogo entre los dos artistas hasta el punto de descuidar otros elementos de ese todo que es el baile en sí.

En "Grito" se usan 12 figurantes a manera de coro y corifeo (en su sentido más clásico), apoyatura grupal que puebla la escena y arropa al principal con evoluciones sugerentes. Unas proyecciones sitúan al espectador en zona apocalíptica; hiela la sangre, ensombrece el ambiente. Maya y Losa lucen sus estampas personales manteniéndose en el atuendo convencional. Son muy diferentes entre sí y se respira un respeto por la esencialidad entendida como tradición. Son bailarines modernos, pero enraizados a una estética con la que confrontan, desde la que progresan.

La "siguirilla" a dúo es un "diálogo de carmelitas" (por aquello del color del atuendo); después la obra es toda en blanco y negro, matizada por grises y un refulgente traje azul de Maya, que se empeña en luchar con los botones de la chaqueta, un lastre. Losa en la farruca con bastón viaja a la profundidad señorial, en el tiempo y Maya después se esmera con su soleá por bulerías (que es su fuerte, su baile) expresando y dando un recital contundente. Losa no se queda atrás y hace del giro un goce, donde un elaborado trabajo de brazos entonados da sentido a las vueltas, las dignifica y multiplica hasta arrancar el aplauso justificado.

SERGIO NAGORE
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