La delgada línea entre la nostalgia y la melancolía
El grupo Pavement ofreció en el Primavera Sound un concierto ante más de 15.000 fans
Cuando a eso de las 2.00 del viernes, Stephen Malkmus, espigado y ausente líder de Pavement , cantó aquello de "Yo soy el que siempre se ríe cuando tus chistes son tan malos, y tus chistes siempre son malos, pero no tanto como esto", quedó en evidencia de que los casi veinte años que han pasado desde aquel brillante debut, Slanted & enchanted (1991), han pasado por todos. Fue durante la única parada española de la gira de reunión de la banda californiana, acaso la más perdurable aportación al rock de guitarras de la década de los noventa.
La porosa frontera que divide la nostalgia y la melancolía sirvió de linde entre el recuerdo de aquella música imperfecta y emocionante y lo que se vio sobre las tablas del escenario principal del Primavera Sound en el que era el acontecimiento del fin de semana. No es que sus chistes ya no sean brillantemente malos, es que saben contarlos con una técnica infinitamente superior. El amauterismo de los buenos tiempos ha dejado paso a una envidiable solvencia. Y Stephen Malkmus, que siempre fue un guitarrista original, se ha convertido en el héroe de las seis cuerdas que aparentemente ambicionaba ser.
Y eso está bien. Hay una regla no escrita que dice que cuando rascas la superficie de una banda americana siempre emerge un brillante combo de rock a secas. Y eso son Pavement circa 2010. Todo lo demás lo puso una audiencia enfervorecida, aquejada de esa extraña enfermedad capaz de multiplicar los recuerdos. No todos estaban allí al principio, pero casi todos trajeron la lección bien aprendida. Contemplar a ¿15.000? personas corear las rematadamente minoritarias canciones de los albores de Pavement desató la nostalgia. ¿La melancolía? Llegaría después, siempre llega, tarde o temprano.
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