En forma
Las nuevas generaciones de cantantes no sólo deben cultivar su voz, sino también mantener el físico totalmente en forma. Algunas veces por caprichos excéntricos de los directores de escena, y otras, para favorecer una percepción más actualizada del espectáculo. Percepción cuya modernidad puede exigir, en ocasiones, un mayor dinamismo corporal. A los protagonistas, entonces, se les demanda que arriesguen el tipo sobre decorados de empinadas pendientes, caerse reiteradamente al suelo, dar ágiles saltos, y hasta soportar empujones. Incluso jugaron esta vez al golf en escena, sin poder evitar que la pelotita cayera al foso de la orquesta, con gran regocijo de músicos y público. Todo ello, desde luego, a la vez que cantaban. Francisco Negrín consiguió sustentar una puesta en escena divertida, donde se soslayaban con inteligencia ciertos estereotipos. Con todo, lo que no puede conseguir nadie es sostener dos actos en una historia que sólo da para uno.
Una cosa rara
De Martín i Soler. Solistas: Ofelia Sala, Joel Prieto, Javier Tomé, María Hinojosa, Maite Alberola, Isaac Galán, Lluís Martínez-Agudo y Sávio Sperandio. Orquesta y Coro de la Comunidad Valenciana. Director musical: Ottavio Dantone. Dirección de escena: Francisco Negrín. Nueva producción del Palau de les Arts Reina Sofía. Valencia, 7 de febrero de 2010.
Martín i Soler es, con todo, un compositor delicioso, situado en la sutil frontera que separa el talento del genio. Deliciosos y en forma estuvieron también los intérpretes, muchos de ellos pertenecientes al Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. Echaron esta vez el resto, como cantantes y actores, y sólo cabría desearles una limadura de asperezas aún mayor en ese arte que Martín i Soler requiere límpido, transparente, ágil y entretenido. Ahí es nada. Entre ellos destacó, especialmente, Maite Alberola, cuya notoria potencia no sería, desde luego, la única de sus cualidades.
Al hablar de Ofelia Sala (Regina) resulta preciso cambiar de órbita. Se trata de una cantante con experiencia, dueña ya de una depurada línea de canto que le permite asumir, con seguridad, papeles de una envergadura tan considerable como el de Isabella. Ottavio Dantone afrontó bien el difícil reto de dirigir una orquesta sinfónica convertida en orquesta de cámara. Lo mismo cabe decir del coro. Apuestas estas que, con todos sus riesgos, asumen los cuerpos estables de muchos teatros de ópera, si no quieren dejarse, en el tintero, buena parte del repertorio.
Babelia
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