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Benjamín Millepied reafirma su papel creador en el Cannes

El bailarín y coreógrafo francés afincado en Nueva York da una soberbia lección de creatividad en el Festival de Danza de Cannes

El Festival de Cannes, desde que es bienal, ha concentrado su oferta y ha puesto su interés en el producto francés, tanto si se hace dentro como si se hace fuera. Benjamín Millepied, a sus 33 años, es una gloria nacional exportada a Norteamérica. La edición de 2009, que llega su fin estos días con la actuación del Ballet de la Ópera de Lyon, tuvo su momento culminante con el estreno de un programa de Millepied, nacido en Burdeos y trasladado a Nueva York siendo apenas un adolescente con una beca obtenida en el concurso de Lausanne. En la ciudad de los rascacielos se formó y conoció a Jerome Robbins, se convirtió en su figurado último discípulo, y de hecho, Robbins lo incluyó en una de sus últimas creaciones.

Ahora Millepied, que es primer bailarín del NYCB, tiene la fuerza de reunir casi una treintena de jóvenes bailarines de las dos compañías mejores de Norteamérica: el New York City Ballet (NYCB) y el American Ballet Thatre (ABT), para traer a Cannes tres obras, entre ellas un estreno mundial: Ánima. Las otras dos coreografías, el dúo Closer (sobre música de Philip Glass) y Without (sobre nocturnos de Chopin) ya habían sido bendecidas por la crítica norteamericana. Es tarde para descubrirle, pero sin duda quedan muchas cosas para decir de él y su obra pujante.

Milliepied roza el genio. Controvertido, prismático, ambicioso, con capacidad de gestación de materiales balletísticos de exquisita musicalidad, su programa de tres coreografías resiste y sale reforzado en la idea de que es el coreógrafo más brillante salido de la School of American Ballet después de William Forsythe. Su destino estético ya está escrito así. Es un coreógrafo de escuela norteamericana pero con alma europea. Forsythe fue resultado del efecto contrario. Millepied se encuentra todavía en zona de búsqueda, pero su inquietud augura lo mejor. Liberado de la asepsia típica del neoacademicismo neoyorkino, su trabajo tiene sensualidad, sinuosidad y una dinámica secuencial que le lleva a la inspiración de Robbins, pero por senda propia que él mismos e encarga de recalcar. Hay en Millepied la búsqueda de una plástica en convivencia de la tradición con la tendencia actual de atmósfera tenebrista.

Ánima es un ballet oscuro y potente, habla del flagelo, la culpa, el éxtasis y la expiación desde unas formas corales intensas protegidas y aupadas por el órgano de Bach, una música que en principio se antoja poco apta para bailar, inllevable en cuanto a ritmo danzado, pero que Benjamín doma y modela en un neogótico de gran catedral vacía.

Si con Without es obvio pensar en In the night de Robbins, en Ánima las referencias se camuflan bajo brotes de energía y construcciones circulares de gran calado. Probablemente Millepied tenga un proceso de cristalización prolongado, pero ya está insertado con calidad entre los grandes coreógrafos de hoy, con sitios reservados en el repertorio universal, desde la Ópera de París al Metropolitan. Su talento dramático también es su intuición para escoger una plantilla mixta de virtuosos intérpretes, entre ellos, la uruguaya Maria Ricetto y el muy brillante Cory Stearns, un artista de respiración elevada, salto potente y lirismo viril que todo baile que toca lo convierte en arte.

Cory Stearns, del American Ballet Theatre, en una escena de 'Anima', el espectáculo estrenado por el coreógrafo francés Benjamin Millepied en el Festival de Danza de Cannes.
Cory Stearns, del American Ballet Theatre, en una escena de 'Anima', el espectáculo estrenado por el coreógrafo francés Benjamin Millepied en el Festival de Danza de Cannes.OLIVIER HOUIEX

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