El Ministerio de Cultura compra el archivo del fotógrafo Agustí Centelles por 700.000 euros
La Generalitat alega que es patrimonio cultural de Cataluña, por lo que se avecina un enfrentamiento entre las dos administraciones
Los hijos del fotógrafo Agustí Centelles, el gran retratista español de la Guerra Civil, han vendido al Ministerio de Cultura todo el archivo fotográfico de su padre por 700.000 euros, según ha sabido EL PAÍS. La Generalitat de Cataluña se ha dirigido por carta a los hermanos para informarles de que consideran el archivo Patrimonio Nacional Cultural de Cataluña, por lo que se avecina un enfrentamiento entre las dos administraciones. Los hermanos Sergi y Octavi Centelles explican que rechazaron una oferta de Christies para adquirir el archivo por algo más de dinero (850.000 euros) a cambio de que el Ministerio de Cultura se comprometa a dar la mayor difusión posible de la obra de su padre.
Todo el material, unas 10.000 fotografías será llevado al centro de la memoria histórica de Salamanca, que dirige María José Turrión. Agustí Centelles, nacido en Valencia, pero que vivió desde muy niño en Cataluña, es considerado como un pionero del fotoperiodismo y le llaman el Robert Kapa español. Su hijo Octavi no está muy de acuerdo con esta definición: "Kapa era un fotógrafo retratando la guerra, Agustí Centelles fotografiaba su guerra mientras la perdía".
El próximo 1 de diciembre se cumplirán 20 años de la muerte del fotógrafo, que luchó contra viento y marea para preservar su material. "Durante el tiempo que pasó en el campo de concentración de Bram, en Francia, dormía abrazado a la maleta donde llevaba sus fotos y los demás pensaban que allí dentro debía tener oro o dinero", cuenta su hijo Sergi.
En 1939 logró un permiso para abandonar el campo de concentración. Después, empezaría a colaborar con la resistencia francesa, a la que ayudaba a elaborar pasaportes falsos. Cuando algunos de los miembros de la resistencia fueron detenidos, el laboratorio de Centelles fue desmantelado. Pero él había escondido los negativos en la buhardilla de una casa de Carcasona, donde vivía la familia que lo había escondido durante el exilio. Ellos custodiaron el archivo del fotógrafo cuando decidió volver a España, donde, por su pasado político, las autoridades franquistas le impidieron volver a ejercer el fotoperiodismo. Desde finales de los años 40 se dedicó a la fotografía de publicidad, realizando campañas para marcas como Coca Cola y Chupa Chups. No fue hasta 1976, después de la muerte de Franco, cuando decidió recuperar su archivo con las fotografías de la Guerra Civil que la familia de Carcasona seguía guardando. En 1984 se le concedió el Premio Nacional de Artes Plásticas , meses antes de su fallecimiento. El fotógrafo confesaba sentirse entonces "molesto porque las instituciones catalanas no han demostrado en ninguna ocasión el más mínimo interés por ello". "No es una cuestión económica la que reivindico, sino el interés por la recuperación de un patrimonio gráfico como el que poseo a través de tantos años de continuada dedicación", decía.
Al archivo recuperado se le sumaron en 2008 varios negativos ocultos en una caja de galletas que sus hijos hallaron en su laboratorio .
Babelia
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