La España devota en la National Gallery
La institución británica muestra en una exposición el realismo de la escultura policromada española
La National Gallery inaugura el 21 de octubre una exposición en torno al arte religioso español con especial atención a la escultura policromada, que cultivaron artistas como Martínez Montañés, Alonso Cano, Gregorio Fernández o Pedro de Mena. Desdeñada o mirada con suspicacia en los países de mayoría protestante por tratarse de obras destinadas a la veneración, esa escultura no ha tenido en el mundo anglosajón, como explica el director de la galería, Nicholas Penny, el reconocimiento que merece su extraordinaria calidad artística.
Eso es lo que se ha propuesto remediar la pinacoteca londinense con esta exposición, patrocinada por el Ministerio español de Cultura y que muestra cómo en la España de la Contrarreforma, dominicos, cartujos, franciscanos o jesuitas, importantes mecenas de la época, animaron a pintores y escultores a infundir vida en los temas sacros.
La exposición, que tras su paso por Londres -hasta el 24 de enero-, viajará a la National Gallery de Wahington, explora la estrecha relación entre tallas policromadas y pinturas mediante una elocuente yuxtaposición de auténticas obras maestras de ambos géneros. Su comisario, Xavier Bray, señala en el catálogo que la acompaña que si en Italia Caravaggio desarrolló un modelo de pintura de efectos muy dramáticos en la que gente del pueblo posaba para representar episodios de la Biblia, en España se dio otro tipo de realismo pictórico, influido por la escultura policromada.
Los escultores del siglo XVII español aspiraron a un nivel extraordinario de realismo que contrasta con el canon idealizado -tanto en escultura como en pintura- de algunos de sus antecesores como Alonso Berruguete o Gaspar Becerra. Para conseguir el máximo realismo en sus figuras, no dudaron, por ejemplo, en utilizar el vidrio para ojos y lágrimas, marfil para los dientes y corcho tenido de rojo con el que simular la sangre coagulada de Cristo. Es importante saber además que el arte de la policromía formaba parte del aprendizaje de los pintores de la época y que hasta cierto momento, por imposición gremial, los escultores tenían prohibido pintar sus propias esculturas sino que debía dejar la tarea a un pintor.
Escultores y pintores colaboraron muy estrechamente como en los casos de Juan Martínez Montañés y Francisco Pacheco, de Pedro Roldán y Juan Valdés Leal, todos ellos en Sevilla, de Manuel Pereira y José Leonardo y Francisco Camilo, en Madrid, o de Gregorio Fernández y Diego Valentín Díaz, en Valladolid. Alonso Cano, pintor y escultor a un tiempo, llevó a cabo personalmente el policromado de sus esculturas hacia el final de su carrera, pero antes contrató en algunos casos a pintores para evitar conflictos de interés. Al mismo tiempo enseñó a dos de sus mejores discípulos -Pedro de Mena y José de Mora- a pintar ellos mismos sus esculturas. Se cree también que Velázquez recibió formación en el policromado de esculturas y sus pinturas religiosas más famosas, como el Cristo en la Cruz, del Prado, parecen reflejar ese aprendizaje. Se ha conseguido reunir en Londres una colección excepcional de tallas (16 como el número de pinturas), prestadas por museos o iglesias que, en algunos casos, no habían salido nunca de España.
Babelia
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