Dos actores y un gran éxito
José Sacristán y Héctor Alterio "estrenan" en Barcelona 'Dos menos'
La crítica, en este mismo diario, ha dicho: "Dos menos quizás sea delgada, pero tiene gracia, fluidez, humanidad y las notas precisas para que dos grandes intérpretes cabalguen a lomos del ritmo y sirvan la melodía como quien tiende ropa blanca". Los aplausos, la verdad, han sido unánimes, y el público ha respondido en casi todas partes con el cartel de entradas agotadas. Ayer, en el patio de butacas del teatro Poliorama de Barcelona, que acogerá la obra desde el 2 al 20 de septiembre, Héctor Alterio se preguntaba si pasaría lo mismo. Si el público catalán respondería con el mismo entusiasmo que lo ha hecho el porteño (el montaje se estrenó en Buenos Aires en marzo de 2008), el madrileño, el andaluz, el vasco...
En fin, parece previsible que así será. De momento, se han vendido ya la mitad de las localidades en la venta anticipada de esta obra escrita por Samuel Benchetrit (yerno de Jean-Louis Trintignant, que la interpretó en París junto a Robert Dumas) y dirigida por Óscar Martínez, al que se pudo ver como actor en la versión argentina de Arte. Con todo, ayer ninguno de los dos quiso dar la batalla por ganada. "Llevamos 300 representaciones, pero nos tomamos cada una como si fuera un estreno", señalaba Alterio. "Siempre pensamos en el espectador que la ve por primera vez y, por eso, por respeto a él, pensamos que no tienen que notarse las 300 funciones anteriores".
"Nos tiramos a la piscina cada día"
Para Sacristán, "la profesionalidad y el buen oficio son enemigos de la creatividad y los dos coincidimos en enfrentarnos a nuestro trabajo de cada día en función de eso, a la búsqueda de la sorpresa, de las emociones, que no aparezca nunca lo previsible. Nos tiramos a la piscina cada día". La obra narra en clave de comedia la historia de dos enfermos terminales que coinciden en el hospital y deciden escaparse para emprender juntos un último viaje, medio onírico medio real.
"La función tiende a interesar porque habla de sentimientos", añade Sacristán, que define a los personajes como perdedores lúcidos que deciden seguir luchando la última batalla de la vida sin renunciar al humor o la ternura. "El autor no intenta filosofar ni le dice a nadie cómo tiene que vivir. Por eso divierte, emociona y a veces intriga". El compartir escenario ha sido, explican, otro de los alicientes de la obra. Para ellos, pero, sobre todo, para el público.
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