_
_
_
_
_

Fin de una pesadilla

Arranca la restauración de la fachada norte de Los Jerónimos mutilada por la erosión, un peligro para los visitantes del Prado

Las obras de restauración de la fachada norte de la iglesia de San Jerónimo, templo edificado en 1505 y rehabilitado a fines del siglo XIX, acaban de comenzar. Han pasado décadas de erosión que han degradado intensamente sus paramentos, adornos y balaustres de manera amenazadora para los centenares de visitantes que surcan su escalinata y las vías aledañas de la calle de Academia en dirección al museo del Prado. La arenización de la caliza de los mojones de la barandilla perimetral que la circunda, hasta 16 pivotes en esta fachada, es un hecho que los vecinos consideran aterrador, por los riesgos de desprendimientos sobre los viandantes.

El Arzobispado de Madrid, titular de la iglesia, una vez concluido hace año y medio el edificio parroquial de cuatro plantas que alberga a la comunidad religiosa del templo —seis sacerdotes— así como la sacristía, se aviene a iniciar ahora, de la mano del arquitecto Francisco jurado, estas obras que se prolongarán, al menos, hasta el mes de diciembre de 2009. La financiación corre a cargo del Ministerio de Cultura, que secunda en la iglesia un programa restaurador de tres fases, con un millón de euros el primero aplicado en 2007, otro de dos millones de euros entre 2008 y 2009 y un tercero, de otros dos millones más, que comenzará en 2010.

Ahora se ejecuta la segunda fase del plan restaurador, cuya etapa previa fue la rehabilitación de la fachada a poniente y la que mira al sur, ésta contigua al edificio anexo del Museo Prado, de Rafael Moneo, que integró el claustro barroco de Los Jerónimos en el recinto museístico ampliado. "Del tratamiento de las fachadas occidental y meridional quedaba una deuda del Arzobispado con Geocisa, la empresa restauradora, de 250.000 euros", explica el párroco, que no descarta que ello haya sido la causa del retraso en iniciarse esta nueva fase. La crestería y el pórtico de la fachada a poniente, que miran al museo, fueron restaurados meses atrás con un criterio cromático que algunos arquitectos consideran discutible. Pero, al menos, el templo más visible de la ciudad muestra ya, presentable, esa fachada.

En enero de 2010 comenzará otra etapa en la que la restauración acometerá la reforma del interior del templo, lo cual implicará su cierre al público durante al menos un semestre. Se estudia la posible creación de un museo, según fuentes parroquiales, ya que el templo alberga un rico ajuar pictórico con telas de Carduccio, Tejeo, Armengol, Lucas Jordán y Mayno, entre otros pintores, así como abundante imaginería. Su vinculación a la historia de Madrid dotaría el futuro museo de un atractivo adicional.

Instalación desmontada

Los elementos más alterados por la erosión externa del templo de los Jerónimos son los diez pináculos que rematan la cubierta lateral de esta fachada, de los cuales falta uno al completo y los nueve restantes, asoman sus garfios de hierro oxidado en todos sus remates. Del mismo modo, las cinco gárgolas que vomitan el agua de lluvia caída sobre la techumbre se encuentran desprovistas de revestimiento alguno y reducidas al nudo plomo de su cacera.

Bajo las gárgolas se halla una instalación provisional, que lleva allí montada casi un lustro, que constaba de un pabellón rectangular paralelo a la fachada norte más una caja aneja a uno de los extremos de la fachada occidental. Ambas afeaban grandemente el perfil de este templo, con certeza el más visible de Madrid por su emplazamiento. El pabellón cumplía las funciones de sacristía, pero ha perdido su razón de ser al funcionar ya ese gabinete religioso en el interior del edificio de nueva planta que alberga también a los religiosos. "Esa instalación ha comenzado a ser desmontada", asegura Julián Melero, párroco de esta iglesia considerada como una de las más señeras de Madrid, por su situación junto al Museo del Prado. Precisamente, quienes acuden al museo son los que, en sus visitas al templo, por la cercanía de la pinacoteca, más riesgos corren dada la inquietante arenización de todo el cerco perimetral de la iglesia en su fachada septentrional, que mira al lateral de la Real Academia Española en la calle de su nombre. Cientos de autocares al cabo de la semana estacionan en esta pequeña calle y sus viajeros descienden por la acera junto a un muro que cerca el templo por esta zona, de unos 80 metros de longitud con ladrillo reventado por el empuje de presiones internas y con los mojones de su barandilla totalmente erosionados por el viento y la lluvia.

La traza del templo, junto con la capilla del Obispo, es uno de los escasísimos vestigios arquitectónicos en Madrid del estilo gótico tardío. Se cree que en su ideación intervino Juan de Egas, autor del monasterio plateresco isabelino de San Juan de los Reyes, en Toledo. Ocupa un montículo que dominaba el paseo del Prado. Fue sede de las Cortes de Castilla desde 1506 hasta 1830. Debe su nombre a la comunidad religiosa que lo habitó a partir de 1505 hasta su exclaustración en la Guerra de Independencia, en que fue ocupado por tropas napoleónicas, destruido y transformado en establo. Luego fue hospital de inválidos. Reconstruido bajo el reinado de Isabel II por el arquitecto Repullés, en él juraron los herederos de la Corona desde Felipe II en adelante. Poseyó un claustro barroco, trasladado pieza a pieza al ático del nuevo edificio de Rafael Moneo. En su seno fue proclamado Rey Juan Carlos I en 1975. la iglesia de Los jerónimos es parroquia desde 1883.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_