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Sónar, cuando el cara a cara vale más que la electrónica

La vertiente profesional del festival de música avanzada también cumple expectativas con éxito y congrega a más de 1.400 personas del sector

El Sónar insiste en su éxito. No sólo en el festival de día, dónde La Roux rompió las caderas de más de uno, si no también en el aspecto profesional. El Sónar es un festival de música sí, pero recupera su parte de feria. La última vez que se hizo este cónclave de los que se dedican a la música fue cuando el vinilo era protagonista de la música electrónica, hoy no es de esta manera. Así lo cuenta Ricard Robles, uno de los codirectores del festival, que mantiene que "las ferias han cambiado". Para los más curiosos destaca que no se ven tantos tenderetes cómo en el pasado.

El motivo es que ya no es lo que se lleva en este mundo porque ya no interesa. No tiene demasiado sentido que una discográfica trate de 'vender' contenidos en una feria cuanto éstos se pueden bajar de internet. El disco, el vinilo, ya tiene un mercado limitados. Clásicos cómo Ángel Molina o Laurent Garnier casi no usan el vinilo hoy en día. El motivo es bien simple: el hardware y el software han evolucionado de tal manera que hoy pueden conseguir sensaciones que antes ni siquiera imaginaban. Y de eso hay mucho en el SónarProfesional, alojado en la segunda planta del Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB) que aglutina a curiosos, profesionales dela música y los que sueñan con serlo.

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La pregunta en los tenderetes es inevitable: ¿Hay crisis? La respuesta es que no, no sólo no hay crisis si no que se percibe un gran interés. No se trata de una feria de venta directa, pero se hace negocio. Un joven portugués insiste en eso de que "la crisis está en tu cabeza". Vale la pena fisgonear entre los programas de dj -¡qué fácil parece ser Orbital!- y entre otros aparatos increíbles cómo una antena que modifica su sonido cuando uno acerca la mano. Además, se puede encontrar todo lo que uno pueda imaginar en promoción musical en poco espacio. Tampoco cree en la crisis Ricard Robles, uno de los tres codirectores del festival. No la niega, receta prudencia ante todo, y considera que es cómo en otro sector cualquiera. "Estamos aprendiendo a posicionarnos en una situación nueva", resume. En el Sónar parece que la crisis no ha sido invitada.

El número de profesionales registrados es más o menos el mismo que cada año: 1.400 personas. Y ahí nace un interrogante: quizás haya más profesionales, pero que a menudo vienen sólo por un día y no se acreditan. Hay más negocio que no se sabe fuera del Sónar, que no se puede computar, pero que tiene que ver con estos días de este encuentro tecnológico. ¿Cómo es posible? ¿Cuál es el secreto? Muy sencillo, "el cara a cara es definitivo", señala el responsable de Sónar. No es lo mismo hablar compartiendo una caña de cerveza con buena música de fondo que intercambiar correos electrónicos.

Marca de ciudad

Por otra parte, un elemento importante es que ahora hay mucho interés por la música en vivo. Además, sucede que se están incorporando nuevas generaciones al festival. Se trata de la XVI edición del Sónar y la marca está consolidada. Pero hay un runrún que sacude el festival y que sostiene que se pueden hacer muchas más cosas todavía. En este sentido, varias voces advierten -a quién se quiera enterar- de que el Sónar no puede ser sólo una postal de la ciudad. Se trata de un evento que ayuda a poner la ciudad en el mapa, cómo manifiesta el interés de medios extranjeros por el evento o la buena acogida de las jornadas del Sónar en Londres o Washington.

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