Arte de aguja e hilo

¿Hay un arte de mujeres y un arte de hombres? Georgia O'Keeffe, una de las pintoras más conocidas del siglo XX, siempre se resistió a aceptar esa etiqueta. Por el contrario, Judy Chicago hizo bandera política de su condición de mujer para la reivindicación del feminismo en el arte. Entre uno y otro extremo, muchas artistas mujeres aceptan su género como un elemento más de su personalidad y no reniegan de la influencia que ello puede tener en su creatividad.

La galería Nieves Fernández de Madrid propone una reflexión sobre el papel de la mujer en el arte. La muestra Cherchez la femme recoge dos miradas encontradas: la de la mujer como modelo cuya belleza fascina al artista -hombre- que centra su obra en plasmar esa armonía que percibe; por otro, la de tres artistas jóvenes que reconocen su feminidad como parte de su personalidad, de su forma de sentir y procesar la vida, y no renuncian a incorporarlo a su obra.

Así, el primer enfoque está representado por varios desnudos femeninos de Eduardo Chillida, un retrato de R. B. Kitaj o el estudio de anatomía femenina realizado en 1962 por Larry Rivers, Parts of the body. Italian vocabulary lessons (Partes del cuerpo. Lecciones de vocabulario en italiano).

Nada nuevo, podría decirse. La mujer como objeto de adoración por parte del artista es un tema presente en las etapas más antiguas de la historia del arte. Más interesante es indagar en cómo la mujer artista se ve a sí misma. Cherchez la femme incluye el diario íntimo que la estadounidense Danica Phelps (Nueva York, 1971) realiza mediante dibujos en los que registra los encuentros sexuales con su pareja, otra mujer, o su maternidad a través de una fecundación in vitro.

María Carretero (Valladolid, 1974), plantea en su obra Mi corazón en tus manos, la confusión de una generación de mujeres que se debate entre la necesidad de independencia y los lazos emocionales. En sus fotos, usa un material que remite al rol más tradicional de la mujer, la lana, para tejer hilos que atan a una pareja, a un sentimiento. Las piezas más espectaculares son las de la japonesa Chiharu Shiota (Osaka, 1971).

En dos de ellas, la artista arma una tupida maraña de lana para aprisionar dentro de ella un traje de novia, en un caso, y un camisón, en otro. La pareja como prisión y a la vez como necesidad. En un pequeño dibujo, una mujer yace con una aguja clavada en su corazón. "Estas son artistas en la treintena, un periodo de la vida en el que las mujeres se enfrentan a la maternidad, una decisión crucial que está muy ligada al cuerpo y las obras lo reflejan. Es como una reivindicación de lo femenino, algo a lo que no quieres renunciar pero que te marca", explica la galerista Nerea Fernández.

En el caso de Shiota, añade, la propia artista ha reconocido cómo su maternidad condiciona su actividad como artista, la limita y le impide centrarse totalmente en ella.