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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Entre Heidegger y el 'Aserejé'

Ramón Irigoyen publica una iconoclasta historia de la Filosofía en clave de humor

El humor y el amor a la sabiduría se dan la mano en Una pequeña historia de la Filosofía (Editorial Oniro), último libro de Ramón Irigoyen (Pamplona, 1942), poeta que traduce a poetas, helenista y columnista habitual de EL PAÍS. El libro, que llega hoy a las tiendas, repasa las grandes figuras del pensamiento (desde Grecia hasta el siglo XX) de manera amena y con una concisión al alcance sólo de aquéllos que conocen en profundidad de lo que hablan. Además, Irigoyen huye de la reverencia y no duda en aludir a iconos de la cultura popular con el fin de acercar la filosofía al lector.

Así, en los párrafos dedicados al filósofo alemán Schopenhauer, Irigoyen brinda unas líneas a la banda de rock Nirvana, quien quiera saber qué relaciona a unos y otros, ya sabe...

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Ante todo, éste no es un libro neutral y ahí radica su encanto para los ya iniciados. También es útil para los que se acercan por vez primera a la filosofía. Conviene que desde el principio sepan que en el mundo de las ideas siempre han volado las cuchilladas y que es imposible (e hipócrita) no tomar partido.

Quizá el tratamiento que recibe en sus páginas el filósofo Martin Heidegger, santón posmoderno al que Irigoyen despacha con sorna, es el mejor ejemplo del tono del libro: "En mi opinión sólo desde cierto trastorno mental se pueden escribir como enunciados filosóficos estos delirios fónicos (...). La filosofía de Heidegger hay que leerla desde el éxito del 'Aserejé', aquella magnífica canción que fascinó a medio mundo", escribe Irigoyen.

'Guerra ideológica'

A pesar del vitriolo, del humor y de las ilustraciones tipo cómic de Patrice Blanquart, Una pequeña historia de la Filosofía encierra un serio compromiso y alguna carga de profundidad contra el estamento académico.

Irigoyen libra dos batallas en lo que él define como guerra ideológica. Sitúa al materialista Demócrito en el lugar que cronológicamente le corresponde: fuera del grupo de los presocráticos y tras Sócrates. Sostiene el autor que de esta manera se contextualiza mejor la obra de Platón: una reacción al materialismo de Demócrito.

Además, contribuye a saldar una deuda con la filosofía hecha por mujeres y añade algunos nombres imprescindibles -Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, María Zambrano-... que, sin embargo, suelen caerse de otros sumarios filosóficos tenidos por más rigurosos.

Ramón Irigoyen en una imagen de archivo
Ramón Irigoyen en una imagen de archivo

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