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"'El abrecartas' ha conectado con mayores y jóvenes"

Vicente Molina Foix se lleva el Premio Nacional de Narrativa por una "historia íntima" que se desarrolla entre 1930 y el 2000

El abrecartas, la novela que le ha valido a Vicente Molina Foix el Premio Nacional de Narrativa 2007, aborda la relación epistolar Federico García Lorca y varios personajes en el marco de un periodo crucial de la historia de España, los setenta años que se abren en la década de 1930. La novela, sin embargo, no es una ficción histórica, sino que se centra en ese conocimiento que se va tejiendo entre los protagonistas. "Es una historia privada e íntima; de hecho, las historia pasa sobre ellos. Lo que me interesaba era contar la vida de los personajes mientras sobre ellos y contra ellos pasa la historia del país entre 1930 y el 2000".

El personal de Ministerio de Cultura ha tardado casi una hora en localizar a Molina Foix (Elche, 1946) para informale de que había recibido el galardón, dotado con 15.000 euros. El autor se encontraba en casa absorbido en unas tareas domésticas. "Cuando he visto el teléfono, me he dado cuenta de que tenía varias llamadas pendientes", ha señalado el autor, en conversación telefónica con ELPAIS.COM, mientras atendía las llamadas de varios medios. "No me lo esperaba. De hecho, no sabía ni cuándo lo daban", ha añadido. El novelista, poeta y crítico de cine ha añadido que recibe el premio como "una alegría personal y por el reconocimiento que supone para una novela que ha conectado con mayores y jóvenes".

El abrecartas (Anagrama) ya ha recibido el preimo Salammbó, que conceden los escritores, y el del Arzobispado Juan San Clemente, que otorgan los estudiantes de instituto de Galicia. Este consenso intergeneracional lo atribuye Molina Foix "a la manera de hablar de algo, de un tiempo, que no conocen".

Molina Foix incorpora en la narración algunos "vivencias y cosas" que conoce "de primera mano", aunque "no es una novela de autor, porque éste no aparece, sino que todo se cuenta a través de los personajes y de lo que les va sucediendo". Aun así, reconoce: "no se podría haber escrito sin mi vida".

Uno de los capítulos construidos a partir de materiales personales ha suscitado el interés de varios foros en Internet, según comenta el autor. "Es un episodio sobre un cineasta de los años sesenta y setenta, Maenza, de Teruel, que existió realmente y de quien tengo cartas y fotos. Fue un autor satánico conectado con la vanguardia y que casi crea una secta cinematográfica a su alrededor".

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