Alemania acoge una polémica exposición del escultor favorito de Hitler
Günter Grass defiende la muestra de Arno Breker como parte de la historia alemana
La Schleswig-Holstein Haus de Schwerin, capital del Estado federado alemán de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, ha inaugurado hoy la primera gran retrospectiva en un espacio público de Alemania dedicada al que fuera el escultor preferido de Adolf Hitler, Arno Breker.
La muestra, integrada por 90 estatuas, ha quedado finalmente abierta tras semanas de polémica entre los que consideran inaceptable que se exhiba esa obra en una galería municipal y quienes, como el premio Nobel de Literatura 1999, Günter Grass, la defienden como parte de la historia alemana. Breker (1900-1991) era antes del nazismo un reconocido artista, pero con la llegada al poder de Hitler, en 1933, se convirtió en escultor predilecto del Führer y exponente de la estética monumentalista del régimen nazi.
La exposición parte cronológicamente de los años 20, en que Breker se colocó en la línea del artista francés Auguste Rodin. Se centra luego en su más controvertida etapa, de 1933 a 1945, en la que realizó para Hitler algunas de sus más famosas piezas, así como trabajos destinados a Germania, la megalómana ciudad que planificó -y nunca realizó- el arquitecto más representativo del nazismo, Albert Speer.
¿Sirvió al régimen o trabajó para él?
El escultor es el equivalente en la escultura a lo que Leni Riefenstahl representó en el cine con sus documentales sobre el congreso nazi de Nuremberg en 1934 y los Juegos Olímpicos de 1936, que la estigmatizaron hasta su muerte en 2003, a los 101 años de edad. Como en el caso de Riefenstahl, sobre la reputación de Breker planea la pregunta de hasta qué punto sirvió al régimen o sólo trabajó para éste o si puede convertirse en proscrito a un artista, de reconocido valor como tal, por su relación con Hitler. Breker trabajó con entusiasmo para Hitler, quien lo consideró entre sus amigos, y por encargo de éste realizó, asimismo, las imponentes esculturas que siguen en el Olympiastadion berlinés.
La celebración en el remodelado estadio de algunos partidos del Mundial de Fútbol 2006 -incluida su final- reavivó la polémica en torno a Breker. En las semanas previas al torneo se lanzaron propuestas para retirar o al menos "tapar" esas esculturas. Finalmente se impuso el criterio de que es absurdo tratar de ocultar al mundo, en ocasión de un gran acontecimiento, lo que forma parte inherente de esas instalaciones deportivas.
Más o menos lo mismo ha ocurrido con esta exposición, que estará abierta hasta finales de octubre en Schwerin. Representantes de la intelectualidad alemana, como el presidente de la Academia de las Artes de Berlín, Klaus Staeck, calificó al artista de "decorador de la barbarie" y, por tanto, de "inaceptable" la exhibición de su obra en un espacio público. Otros la defendieron, como Grass, y el ex vicepresidente del Consejo Central de los Judíos de Alemania, Michel Friedman, la calificó de puerta a la reflexión sobre las relaciones entre el arte y el nazismo.
Babelia
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