Cerrada la instalación que simulaba una cámara de gas en una sinagoga alemana
El artista español Santiago Sierra se reunirá la próxima semana con sus críticos para explicarles el significado de la obra
El Ayuntamiento de Pulheim ha optado por cerrar temporalmente la polémica instalación de Santiago Sierra, una sinagoga alemana convertida en "cámara de gas", a la espera de que el artista español se reúna la próxima semana con sus críticos para explicarles el significado de la obra.
Tras la reunión, el Ayuntamiento de Pulheim, cerca de Colonia (oeste de Alemania), decidirá qué hacer con la instalación de Sierra. "El próximo domingo no tendrá lugar la acción cultural", ha explicado Dirk Springob, portavoz municipal, quien ha precisado que, en un principio, estaba previsto que la "cámara de gas" abriera sus puertas todos los domingos hasta finales de abril.
El Ayuntamiento y Sierra consideran que esta pausa es necesaria para que el artista pueda reunirse "con las instituciones que le han criticado masivamente, el Consejo Central de los Judíos de Alemania y la comunidad judía de Colonia", ha añadido Springob. Aunque los regidores de Pulheim habían "esperado críticas" a la obra por ser el Holocausto un tema muy delicado en Alemania, quedaron "sorprendidos" por "la cantidad de críticas", ha confesado el portavoz.
Intelectuales y representantes de diversas asociaciones judías calificaron la instalación de Sierra de "infamia sin igual", "provocación y ofensa" para las víctimas del Holocausto, "degradación de la Historia a un espectáculo ficticio" y "acción de mal gusto". Angelika Schallenberg, comisaria de la exposición, ha considerado "muy importante" que Sierra se reúna la próxima semana con las organizaciones judías alemanas para aclarar "los malentendidos" que han surgido alrededor de esta obra.
'245 metros cúbicos'
El proyecto de Sierra, titulado 245 Kubikmeter (245 metros cúbicos) se inauguró el pasado domingo en el centro cultural situado en la sinagoga de Pulheim-Stommeln. La instalación es una obra "sobre la muerte industrializada e institucional de la que han vivido y aún viven los pueblos europeos", ha asegurado el artista madrileño en un comunicado difundido por el Ayuntamiento de Pulheim.
Para poder transmitir al público por unos minutos la sensación de las cámaras de gas nazis, Sierra invita al visitante a entrar en una sala cerrada, equipado con una máscara antigás para protegerse de las emisiones de los motores en marcha de seis automóviles.
Sierra, de 39 años, pretendía de este modo "honrar la memoria de los judíos asesinados masivamente para robar sus bienes durante el pasado siglo". El título de la obra hace alusión al espacio vacío de la sinagoga Stommeln, un templo en desuso. El proyecto es "un trabajo contra la banalización de la memoria del Holocausto, sobre el sentimiento crónico e instrumental de la culpa, sobre míseros y miserables".
El punto de vista de Sierra
Sierra estaba convencido de que su proyecto "no puede generar empatía y sólo conciencia ante la muerte individual" y lo considera "un homenaje a todas y cada una de las víctimas del Estado y el Capital". La sinagoga de Stommeln se utiliza desde 1991 como centro cultural de la localidad de Pulheim y recibe anualmente la visita de artistas de relevancia internacional. Los artistas tienen libertad para realizar sus obras.
"En los quince años que llevamos haciendo proyectos (en la sinagoga) siempre ha habido discusiones a favor y en contra, pero nunca hubo esta cantidad de críticas", ha precisado el portavoz del Ayuntamiento. Entre los artistas que han expuesto anteriormente ahí sus proyectos están Richard Serra, Eduardo Chillida, Carl Andre, Rebecca Horn, Rosemarie Trockel, Georg Baselitz y Sol Le Witt.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.