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Juan José Campanella encarna en un club de barrio el esplendor y decadencia de Argentina

El director argentina presenta a la prensa 'Luna de Avellaneda', la película con la que cierra el tríptico de 'El mismo amor, la misma lluvia' y 'El hijo de la novia'

El director de cine Juan José Campanella ha elaborado un tríptico sobre la decadencia de su país, Argentina, a través de sus últimas producciones, El mismo amor, la misma lluvia y El hijo de la novia. "Cada una de las anteriores películas despertaba algunas preguntas que intentábamos contestar en la siguiente", ha explicado hoy el realizador. En la primera, "el personaje central no tiene familia. '¿Qué pasa con su familia?' nos preguntamos. Y la respuesta fue El hijo de la novia". Al "hueco" que dejaba ésta, "conocer la comunidad a la que pertenecía el protagonista, respondemos ahora en Luna de Avellaneda".

Campanella ha presentado hoy a la prensa en Madrid esta película, que abrió el festival de cine de Valladolid —la Seminci—, y que llegará el próximo 5 de noviembre a 150 cines españoles. La película se estrenó en Argentina el 20 de mayo, y ya la han visto un millón de personas —sobre una población similar a la española, cerca de 40 millones de habitantes—; además, ha generado un fuerte debate social, que ha llevado las noticias sobre la película de las páginas de espectáculo a las de sociedad, según ha asegurado el director.

Luna de Avellaneda es el nombre del principal protagonista de la película, un club social al que conocemos en sus momentos de esplendor, en la década de los 50, y al que el espectador acompaña en su lenta decadencia, pareja a la crisis económica que atenaza al país. A la postre, la única solución que se presenta a sus socios es venderlo para que sea convertido en un casino, una salida dolorosa en tanto en cuanto sus sueños están aún pegados a sus paredes.

"En un principio, la película iba a contar simplemente la historia de un club de barrio que realmente existe, pero cuando analizamos la historia y las costumbres del centro nos dimos cuenta de los paralelismos que había con la historia de Argentina". "Decidí ser fiel a la historia de ese club, siendo conscientes de que los problemas de la célula son problemas del cuerpo", explica Campanella, que entiende que su película habla "de cosas que ocurren en bastantes lugares del mundo", como "la síntesis entre lo racional y lo emocional, que es algo que se discute en muchos lados".

El director ha concebido la película como una obra coral, con un ramillete de personajes agrupados alrededor del club, y en el que las mujeres, que en las otras dos películas "servían de apoyo al personaje central", "participan como motores de la historia", puesto que "no hay un personaje central". El club cumple así la misma función que la oficina de la primera película o el restaurante de El hijo de la novia: son lugares de reunión y a la vez metáforas de un habitáculo superior, Argentina. Destacan en el reparto dos de los pilares de las películas anteriores, Ricardo Darín y Eduardo Blanco, y la actriz Valeria Bertuccelli.

"Ya con El hijo de la novia me dijeron que la película era un reflejo de la realidad argentina y lo cierto es que sí, que siempre intento hablar de un tema que es todo lo que ha pasado en los últimos años, con el avance del racionalismo más salvaje. Un racionalismo que situaba en primer lugar los números, las cifras económicas, y dejaba de lado toda motivación utópica o romántica, que siempre era tachada de ingenua", explica en este sentido Campanella.

El director argentino Juan José Campanella (izq.), junto con dos de los actores de <i>Luna de Avellaneda</i>, Valeria Bertuccelli y Eduardo Blanco.
El director argentino Juan José Campanella (izq.), junto con dos de los actores de Luna de Avellaneda, Valeria Bertuccelli y Eduardo Blanco.EFE
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