_
_
_
_

La desaparición de 38 joyas del Museo Egipcio desata la polémica sobre sus medidas de seguridad

Los conservadores denuncian que estas pérdidas son sólo la "punta del iceberg" del expolio que ha sufrido el país

La 'pérdida' de 36 brazaletes y dos anillos de oro de la época grecorromana en el Museo Egipcio ha desatado la polémica sobre la seguridad de los tesoros que allí se conservan. El secretario del Consejo de Antigüedades cree que esto es sólo "la punta del iceberg" de los extravíos y expolios que ha sufrido la inmensa riqueza arqueológica del país.

Una comisión del Consejo Superior de Antigüedades realizó entre enero y mayo un inventario de lo expuesto en el museo y descubrió la pérdida de estas piezas, descubiertas en 1905 en la zona de Kom Apolo, al noroeste de El Cairo.

Además de revelar el descontrol que existe en la conservación de las reliquias históricas de Egipto, la nueva desaparición pasa a sumarse al expolio que sufrió el país durante la época colonial, cuando muchas piezas faraónicas fueron robadas de los museos y y llevadas ilegalmente a Occidente.

En el sótano y sin registrar

El caso ha llegado al Parlamento, donde el ministro de Cultura, Farouk Hosni, ha tenido que afrontar interpelaciones sobre la existencia de inventarios completos de las piezas históricas egipcias y sobre los informes que denuncian las investigaciones. Hosni ha desestimado la posibilidad de que se hayan producido robos en el museo, debido al fuerte sistema de seguridad que lo custodia. "Quizá", ha dicho, las joyas permanezcan en el sótano del mismo, donde más de 80.000 antigüedades se han almacenado en los últimos cien años, en algunas ocasiones sin ser registradas.

La detección de robos y extravíos de antigüedades del Museo Egipcio se remonta a la década de los cuarenta, cuando el entonces rey Faruk sacó algunas de ellas para decorar sus palacios. Veinte años después, un bastón del faraón Tutankamon desapareció para siempre, tras haber sido "olvidado" por los miembros de una comisión que realizó un inventario en el museo. Desde entonces se han producido varios casos más, como el del ladrón que en 1993 rompió uno de los cristales de las vitrinas para sustraer tres estatuillas que se colocaban junto a las momias a fin

de protegerlas en la otra vida, o el del delincuente que en 1995 se quedó escondido toda la noche detrás de una estantería para hurtar un puñal de Tutankamon y 18 brazaletes y dos anillos de oro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_