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Crítica:Radiohead
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Delirio

Radiohead ha vuelto a la cordura. No del todo, pero al menos en su último disco vuelve a hurgar en las guitarras para extraer sonidos más cercanos al rock y de los que había prescindido en sus dos álbumes anteriores (Kid A 2000 y Amnesiac 2001). La banda de Oxford, liderada por Thom Yorke, (voz, guitarra y piano) Colin Greenwood (bajo y chelo), Johnny Greenwood (guitarra y samplers), Ed O'Brien (guitarra y voz) y Phil Selway (batería), irrumpía casi con estricta puntualidad británica el miércoles en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid sobre las 22.15 horas de la noche. El aforo completo y el cartel de "localidades agotadas" evidencian que Yorke y su grupo sigue teniendo forofos a mansalva. Además, este era el único concierto que el quinteto ofrecía en España y quedó compensado con creces con veinticuatro canciones que generosamente ofrecieron.

El concierto arrancaba con There there y 2+2=5, dos temas de su nuevo disco Hail to the Thief (2003). En su sexto álbum de estudio el grupo salda una vieja deuda que tenía con el sonido de Ok computer, el trabajo que les llevó a los altares de la consagración. El reto ya no tan experimental de bases analógicas y programación techno alternó con las descargas guitarreras de Yorke y Greenwood.

La evolución digital apeló a Morning bell, perteneciente a, Kid A y que supuso la primera incursión experimental del grupo y a Talk show host, cara B del sencillo Street spirit. Uno de los momentos álgidos del concierto llegaba con Exit music, del aclamado OK computer. En la era multimedia los mecheros habían sido desplazados por las minúsculas cámaras digitales de los móviles que recogieron las letanías de Yorke. Radiohead hizo alguna concesión a su su pasado más guitarrero. My iron lung y Street spirit (Fade out) en los bises, aunque fueron los únicos recuerdos a The bends (1995). Ni rastro del primer disco, Pablo Honey (era evidente), y que les hizo famosos en Reino Unido gracias al éxito de Creep.

La banda supo intercalar el techno con el rock. Manejó arranques maquineros amortiguados por escuadrones de guitarras. Repartió sonidos para todos los congregados Where I end and you begin o Backdrifs, de su último disco, con descargas de Idiotheque en el que Yorke se perdía por abismos catárticos.

En el momento de los bises enmendaron la deuda con el pasado. Aunque parco en palabras Yorke se portó. Everything in its right place de Kid A cerró la actuación. Siguió con la nana de No surprises, interpretada al xilófono por Johnny, y el delirio colectivo y esperado de Paranoid android. Por si fuera poco y ante una multitud de cerca de 16.000 personas que les aclamaban volvieron a salir para tocar Sit down. Stand up, videojuego musical perteneciente a Hail to the thief. El tercero y último consistió en un solo de Yorke que interpretó con su guitarra True love waits, otra cara B que también aparece en el disco en directo I might be wrong, editado en 2001.

Radiohead ha dejado atrás el pasado aunque es evidente que con este nuevo trabajo se ha reconciliado en parte con su lado más melódico. Todo sea dicho, la vuelta de tuerca del grupo no les ha devuelto a cantar a la mañana pero Hail to The Thief deposita a un Yorke menos oscuro y con reminiscencias más guitarreras.

Las Ventas (Madrid), 16-07-2003

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