Raquel Rendón, periodista absuelta de una pena de prisión: “Mi intención siempre fue informar al público de lo que estaba ocurriendo”
La reportera acaba de ser absuelta por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía de una pena de prisión por su cobertura sobre el sumario del crimen de Laura Luelmo y defiende el derecho a comunicar información veraz
Raquel Rendón (Isla Cristina, Huelva, 42 años) llevaba más de un decenio cubriendo información de tribunales para el diario Huelva Información cuando el 12 de diciembre de 2018 toda la atención social e informativa de la zona se concentró en el municipio onubense de El Campillo, de apenas 2.000 habitantes. Allí fue donde la profesora Laura Luelmo fue secuestrada, agredida sexualmente y asesinada por su vecino Bernardo Montoya. Poco más de un año después, cuando Rendón comenzó a publicar información relevante y veraz sobre el caso procedente del sumario, como había hecho anteriormente con otros sucesos mediáticos como el de la niña Mari Luz o el crimen de Almonte, no podía imaginar que hacer su trabajo le costara una pena de prisión de dos años por revelación de secretos, según dictaminó la Audiencia de Huelva en junio de 2023. La sentencia de esta Audiencia Provincial, la primera que imponía una condena de cárcel a un periodista por informar sobre un sumario judicial, acaba de ser revisada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), en una resolución donde esta instancia judicial entiende que no quedó acreditado que los hechos —publicar noticias veraces sobre ese asesinato― constituyeran el tipo penal objeto de condena. Y por tanto, ha absuelto a la periodista.
Este fallo, conocido el pasado 26 de julio, ha constituido para Rendón “un tremendo alivio”. Pero, dado que la resolución del TSJA se puede recurrir ante el Tribunal Supremo, reconoce: “No voy a estar tranquila hasta que no haya una sentencia firme”. La periodista recibe a EL PAÍS en el polígono de Mairena del Aljarafe (Sevilla), donde está grabando este verano una serie documental sobre crímenes y tribunales en la que colabora. Volver la vista atrás es complicado para ella. Los pormenores de un proceso sin precedentes están sumidos en una nebulosa provocada por la depresión y ansiedad que le diagnosticaron. “Cuando fui consciente de que me iba a enfrentar a un juicio y de que la acusación particular me pedía cuatro años de cárcel por hacer mi trabajo, sentí impotencia. Pensar que te vas a tener que sentar en un banquillo por eso te mete en una espiral en la que lo vas perdiendo todo: primero dejas de ser tú y luego vas arrastrando a tu familia”. En este tiempo, Rendón se quedó sin trabajo, sin pareja y sin ganas de hacer periodismo. “Me daba pánico hasta plantearme escribir notas de prensa que ni siquiera tenía que firmar”.
Cuando fui consciente de que me iba a enfrentar a un juicio y que pedían cárcel por hacer mi trabajo, sentí impotencia”
Los padres de Luelmo presentaron la denuncia que inició el caso contra ella en marzo de 2019. La periodista perdió su trabajo en 2021, se enfrentó al juicio en octubre de 2022 y conoció la sentencia que la condenaba a la cárcel nueve meses después. Rendón tiene muy claro que todo lo que escribió y por lo que fue primero condenada y ahora absuelta se ajustó al derecho constitucional a comunicar información. “Siempre he tenido la conciencia tranquila, volvería a escribir lo mismo”, afirma.
Los magistrados de la Audiencia de Huelva dictaminaron que varias de las informaciones que ella publicó a partir de marzo de 2019 “afectaban a la esfera personal de la fallecida y su familia, que causaba un perjuicio sin atender a ningún interés legítimo más que el de ofrecer exclusiva y primicia a costa de la ilegalidad”. En concreto, las tres versiones que ofreció Montoya —condenado a prisión permanente revisable en 2021 por el asesinato de Luelmo―; la autopsia —a través de la que Rendón cuestionaba las distintas declaraciones del autor del crimen—; el informe toxicológico; y las últimas imágenes de ella con vida en el supermercado al que su asesino le indicó cómo llegar,
“La intención de esas publicaciones no era generarles dolor a los padres de la víctima”, dice hoy Rendón. “Era informar de un hecho que había impactado de lleno en la sociedad española de una manera tremenda. Cuando cuento las tres versiones de Montoya nunca es para entrometerme en la intimidad de Laura, en absoluto. Todo eso forma parte de la importancia de dejar constancia, de evidenciar al monstruo, no de denigrar a la víctima. Y creo que allí es donde se ha perdido un poco la perspectiva”.
No fui a hacer daño, pero si lo he hecho obviamente pido disculpas”
La periodista reconoce que en aquella cobertura, vista con perspectiva, “quizás se podría haber suavizado” algún detalle del sumario. Pero puntualiza: “Es complicado narrar un crimen o contar una autopsia sin que sea agresivo para la familia”. Rendón también recuerda que, “además de quien firma la información, por encima hay una cadena de responsables que han dado el visto bueno a la publicación”. Recalca que no fue solo ella quien difundió noticias —de las que luego se hicieron eco otros medios nacionales e internacionales― y fotografías de Luelmo. “Otros medios publicaron vídeos, fotos de su habitación, de su bolso… Elementos que para mí no eran informativamente relevantes y que no publiqué, como otras imágenes más duras”. Y añade: “No fui a hacer daño, pero si lo he hecho, obviamente pido disculpas. Mi intención fue siempre hacer mi trabajo, informar al público de lo que estaba ocurriendo”.
Rendón entiende que la familia “tenga derecho a denunciar si se ha sentido agraviada”. Pero respecto a la justicia, concreta: “Otra cosa es el funcionamiento de los tribunales, donde creo que ha faltado sentido común, un poco de mesura”. Rendón, acostumbrada por su trayectoria profesional a estar sentada detrás del banquillo de los acusados, cuestiona que se aceptara una denuncia contra ella por la vía penal. O que los magistrados de la Audiencia de Huelva determinaran qué noticias de las que publicó tenían interés informativo y cuáles no. O que cuestionaran que en sus artículos se dejara constancia de que se trataba de primicias o exclusivas, práctica habitual en los medios de comunicación.
Creo que ha faltado sentido común y mesura en el trabajo de los tribunales”
“Se tiene que respetar nuestro trabajo. Y en este punto muchos compañeros levantaron la voz, recriminando que cómo podía ser un juez quien determinara lo que es informativamente relevante”, añade Rendón. También, reivindica la profesionalidad de los periódicos locales. “No se ha tenido en cuenta que cuando publiqué la información el secreto de sumario se había levantado hace un año. Yo lo respeté. El periodismo de provincia, el periodismo serio, no funciona para tener la exclusiva. No somos sensacionalistas. Yo estaba contratada para informar sobre tribunales y abordé el caso de Laura Luelmo por su valor informativo, como otros casos de violencia machista. No tenía necesidad de colgarme ninguna medalla”.
En medio del desaliento por lo que consideraba una injusticia, Rendón sí contó con la comprensión que mejor podía sanar ese abatimiento: sus compañeros de profesión. “Me conmovió muchísimo, fue de las primeras alegrías que me llevé a pesar de estar condenada. Estamos en una profesión muy poco corporativista y el hecho de ver a la gente unida, respaldando a un compañero, me emocionó muchísimo”.
Uno de los grandes logros de la Audiencia es que consiguió que la profesión se diera la mano y dijera que esta agresión no era solo hacia una compañera sino a toda la profesión”
Rendón abunda sobre su primera sentencia condenatoria: “Uno de los grandes logros de la Audiencia [Provincial] es que consiguió que la profesión se diera la mano y dijera que esta agresión no era solo hacia una compañera sino a toda la profesión”. En su apelación, Rendón, además de considerar que había sido condenada sin pruebas y que se había infringido su derecho a la legítima defensa y a la presunción de inocencia, también incluyó la vulneración al derecho a la libertad de información.
Nos han querido castigar a los periodistas, pero hay que seguir haciendo nuestro trabajo, que es muy importante para el sistema democrático”
Ahora se ha reinventado. Por encima de la depresión ha prevalecido su instinto por indagar. Estudió un Máster en Patrimonio Histórico y Cultural que le llevó a hacer un curso de archivista, profesión para la que está preparando oposiciones. “Está muy relacionada con la información, al fin y al cabo, pero es más tranquila. Nadie va a venir a decirme por qué he publicado esto, ni me va a denunciar”.
Con todo, la llamada para zambullirse de nuevo, aunque sea de manera temporal, en las crónicas de sucesos le ha vuelto a reactivar el gusanillo del periodismo. “Se puede hacer periodismo sin trabajar en un medio de comunicación”, señala. Ella, de una u otra forma, sigue haciéndolo. Y se aplica la máxima que ha trasladado a los compañeros tras conocer su absolución: “Nos han querido castigar a los periodistas, pero hay que seguir y seguir. Seguir haciendo nuestro trabajo, que es muy importante para el sistema democrático”.
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