La España que sigue asfixiada por la falta de lluvias: “Estamos sobreviviendo, poco más”
Con precipitaciones muy por debajo de lo normal, Almería, Alicante, Murcia y Canarias tratan de paliar la escasez con desalación y restricciones a la agricultura
Por primera vez desde 2018, el año que acaba de terminar ha sido calificado como “húmedo” para el territorio español por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Todo un alivio para la mayor parte del país. Sin embargo, hay una España que sigue asfixiada por la falta de lluvias. Se trata de Almería, Alicante, Murcia y Canarias, cuatro zonas con unos valores de precipitaciones muy por debajo de lo normal. Hay algún otro punto con problemas de escasez de agua, como Málaga, que sigue en situación de emergencia por las pocas reservas de los embalses (al 27% de su capacidad), pero en esta provincia andaluza las precipitaciones de 2024 estuvieron en la media.
Almería
En cambio, en Almería, la provincia que acoge el único desierto de Europa, en 2024 llovió un 75% menos de lo normal, según los datos de la Aemet. Y lo normal son apenas 200 litros por metro cuadrado en todo el año, menos de la mitad de lo que cae en la provincia cercana de Málaga y una quinta parte si se compara con otra mucho más lejana, A Coruña. “La situación es muy jodida: estamos sobreviviendo, poco más”, señala Antonio Fernández, alcalde de Cuevas del Almanzora, donde residen unas 15.000 personas. El campo almeriense vive una doble realidad: el secano desaparece mientras el regadío resiste gracias a la desalación, que también salva al turismo.
La peor parte se la lleva el levante almeriense, donde sus más de 100.000 habitantes tienen hoy una única fuente de agua. La desaladora de Carboneras, a más de 30 kilómetros en línea recta, da de beber a municipios turísticos como Pulpí, Vera o Mojácar, además de Cuevas del Almanzora. “Una avería nos pondría en un grave aprieto”, destaca Fernández. Hasta septiembre de 2012 había una desaladora más, Almanzora I, que una riada destrozó y desde entonces no ha sido reparada (aunque la obra ha sido adjudicada recientemente). El plan es construir a medio plazo otra más, Almanzora II, que nació de forma privada impulsada por los sindicatos de riego y que el año pasado decidió asumir el Gobierno central. “El problema es que hay demasiadas cosas pendientes para garantizar el suministro. Y son infraestructuras críticas porque son necesarias”, destaca Ramiro Angulo, secretario general de Aguas de la Junta de Andalucía, administración que mantiene en emergencia a la provincia —la peor de las situaciones— y que en su decreto de sequía restringe a 200 litros el consumo por persona y día.
La capital sí tiene su propia desaladora municipal —en fase de ampliación— y el resto de la provincia se surte de la instalada en el Campo de Dalias, estatal. El agua extraída del mar es la que también salva el riego del principal motor económico local, los invernaderos. “Sin la desalación tendríamos la mitad de hectáreas”, explica Andrés Góngora, secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos en Almería. Con los dos únicos embalses almerienses a menos del 10% de su capacidad —y apenas 20 hectómetros acumulados— el futuro del secano se da ya casi por perdido. “Es que miras las previsiones y siempre es igual, como estos días: llueve en toda Andalucía… menos en Almería”, concluye Góngora.
Alicante
En la Comunidad Valenciana, golpeada por las catastróficas lluvias torrenciales de la dana de octubre, también siguen echando en falta las lluvias en Alicante. Los datos de la agencia meteorológica indican que en esta provincia llovió un 31% por debajo de la media en 2024, que fue el segundo año consecutivo con déficit pluviométrico, aunque más seco aún que su predecesor. “El abastecimiento urbano, en la confianza de que llueva en primavera, está garantizado”, señala Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la universidad de Alicante (UA). Pero para la agricultura, 2024 “ha sido un año terrible”, con pérdidas de prácticamente todos los cultivos de secano, lamenta José Vicente Andreu, presidente de Asaja Alicante.
Esta sequía incide principalmente en el sur de la provincia, en la cuenca del río Segura. Los datos que maneja la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) muestran que los embalses de la cuenca están al 21% y que desde el 1 de octubre (cuando arranca el año hidrológico) apenas han caído 84 litros por metro cuadrado. En el índice de escasez global, el Segura está por encima del límite de prealerta, pero solo porque “los pantanos de Entrepeñas y Buendía están en máximos”, explica Olcina, “lo que permite que el Tajo tenga reservas suficientes para garantizar el trasvase”. Sin embargo, el índice del sistema de cuenca roza la alerta. “El regadío tradicional de la Vega Baja”, la mayor zona agrícola de Alicante, “no recibe agua del trasvase, por lo que se han puesto en marcha los pozos de sequía”, especifica Andreu.
En el campo, no se ha librado “ni la Marina Baja”, comarca del tercio norte de la provincia, “donde apenas ha habido cosecha de uva y el níspero ha salido muy pequeño”, manifiesta Andreu. “El secano se ha quedado en blanco, con el almendro, el cerezo y el cereal con pérdidas cercanas al 100% y el olivo, con una caída del 50%”. En cuanto al regadío, “ha tenido una restricción del 57%”, con lo que “si sigue así, no se puede mantener”, alerta.
Murcia
Parecida es la situación de Murcia, donde en 2024 cayeron de media 215 litros por metro cuadrado, un 30% por debajo de los valores consideran normales en esta zona de España. Además, según explica el meteorólogo de la AEMET Juan Andrés García Valero, la lluvia se distribuyó a lo largo del año de una manera “muy anómala”, con un invierno y una primavera muy secos, en los que apenas hubo días de lluvia, y un verano muy húmedo, con un mes de junio en el que cayeron fuertes tormentas que dejaron picos de hasta 37 litros por metro cuadrado en 10 minutos el día 12 de junio.
García Valero incide en que, si se analiza la serie histórica, en la Región de Murcia no hay una tendencia de reducción de las precipitaciones, pero sí una importante variación en las mismas: si bien llueve cada vez menos días al año, la cantidad global es la misma porque los episodios son más intensos. En lo que sí hay una clara tendencia al alza es en las temperaturas. La media de 2024 fue la más alta de toda la serie histórica, que se remonta 64 años atrás: 18,2 grados, lo que supone 1,7 grados más que la media de la serie regional.
Ambos factores, bajas precipitaciones y altas temperaturas, indica el meteorólogo, son clave para explicar la situación de sequía de la Cuenca del Segura, al 21%. Los valores, sin embargo, son mejores que los registrados hace justo un año, cuando los embalses murcianos estaban al 18%. A finales de octubre de 2024 llegaron a la cifra crítica del 14,6% de las reservas, el porcentaje más bajo de todo el país, con solo 166 hectómetros cúbicos embalsados sobre una capacidad total de 1.140 hectómetros cúbicos.
Con esas circunstancias, y desde el comienzo del año hidrológico, que arrancó el 1 de octubre de 2024, la CHS ha ido estableciendo y ampliando diversas restricciones a los regadíos que no dependen del trasvase del Tajo al Segura. Actualmente, se aplican restricciones del 40% al regadío tradicional de las vegas Alta, Media y Baja del Segura, y del 57% a los regadíos no tradicionales de las mismas zonas, mientras que los regantes de la margen derecha, abastecidos por los ríos Moratalla, Argos, Quípar y Guadalentín, tienen restringido el 25% del riego.
La sequía ha provocado también una situación insólita en los montes de la comunidad autónoma: en torno al 5,7% de su superficie forestal arbolada se ha perdido, y la cifra se eleva a entre el 15 y el 17% en el caso de los cultivos leñosos de secano como el almendro, la vid o el olivo.
Canarias
La sequía también sigue encallada en Canarias. En este archipiélago, las precipitaciones fueron un 50% inferiores a los valores normales, en el año hidrológico 2023-2024, que comenzó el 1 de octubre de 2023 y terminó el pasado 30 de septiembre, según el Gobierno de Canarias. Una situación de sequía meteorológica que apenas logra paliar la veintena de desaladoras instaladas en el archipiélago. Así, Tenerife renovó recientemente la declaración de emergencia hídrica declarada en mayo, Fuerteventura lleva meses instalada en ella y Lanzarote la declaró la pasada semana. Ambas declaraciones, aseguran las administraciones, recogen medidas tanto en la producción de agua potable como en una mejoría de la depuración y en la canalización para evitar pérdidas.
La emergencia ha supuesto restricciones de agua en diversas poblaciones del norte de Tenerife, tanto en la agricultura como en el agua en los domicilios. El Gobierno ha tenido que activar líneas de ayuda de urgencia ante la caída de las producciones de los agricultores en varias islas. Los cortes, en todo caso, no han afectado apenas a la todopoderosa industria turística, un hecho que ha provocado las quejas de las organizaciones que salieron a la calle para protestar por el modelo turístico en abril y en octubre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.