La falta de avances en el transporte lastra la lucha climática en España: las emisiones vuelven a subir en 2024
Tras el fuerte descenso en 2023, los gases de efecto invernadero aumentarán alrededor de un 1%, según pronostican un par de informes. Las renovables generan ya el 56% de la electricidad, algo que contrasta con la lenta implantación de la movilidad limpia
El camino de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero emprendido en España se ha detenido, y este 2024 volverán a crecer, según pronostican un par de informes elaborados a partir de varios indicadores relacionados con el consumo de combustibles fósiles, la generación eléctrica y la producción industrial. El Observatorio de la Transición Energética y la Acción climática (OTEA), dependiente del Basque Centre for Climate Change (BC3), calcula que este 2024 se cerrará con un aumento del 0,9%. El dato contrasta mucho con el de 2023, cuando las emisiones que expulsa la economía española se redujeron un 6,3% gracias al empuje de las renovables. Aunque las energías limpias siguen avanzando y marcando récords —el 56% de la generación eléctrica este año será de origen renovable, el máximo histórico—, el sector del transporte, en el que la electrificación no despega a la misma velocidad que en otros países del entorno, lastra la lucha climática de España.
Mikel González-Eguino, investigador del BC3 y director del OTEA, no tiene dudas de que el transporte se ha convertido en un freno. “Supone ya una de cada tres toneladas de gases de efecto invernadero generadas en España. Aunque el año pasado se redujeron ligeramente, vemos que de nuevo vuelven a crecer y se situarán en niveles de 2019″, es decir, en niveles previos a la pandemia. Este investigador advierte de que es “urgente” que España acelere “las medidas para un cambio modal hacia modos más sostenibles y para la electrificación del transporte”. De hecho, el estudio elaborado por OTEA resalta que “España está a la cola de la Unión Europea en materia de electrificación del transporte, algo que es necesario revertir lo antes posible”.
El informe destaca que el uso de “productos petrolíferos es el principal factor por el que las emisiones no se están reduciendo al ritmo deseado”. “Entre enero y octubre de este año, el consumo de productos petrolíferos aumentó un 5% con respecto al mismo periodo del año pasado”, destacan los autores quienes para poder completar su pronóstico para el año completo emplean proyecciones. “Si se mantiene esta tasa de crecimiento hasta final de año, el consumo de productos petrolíferos en 2024 superaría al de 2019″, añaden.
En datos absolutos, entre 2023 y 2024 las emisiones del país pasarán de 275,7 millones de toneladas de CO₂ equivalente (la unidad con la que se miden estos gases) a 278. Las correspondientes al sector eléctrico seguirán cayendo: se emitirán 5,5 millones de toneladas menos. Pero este descenso será más que compensado con el aumento de emisiones generadas por el consumo de productos petrolíferos, que se incrementará en 6,7 millones. Los investigadores de OTEA advierten de un aumento generalizado del uso del petróleo, tanto en “los productos asociados al transporte como en los que se usan en la industria”. Además, destacan “la subida en el consumo de queroseno, un combustible vinculado al transporte aéreo”, que aumenta un 12%.
Otra estimación difundida este miércoles desde la asociación Observatorio de la Sostenibilidad pronostica por su lado que las emisiones del conjunto del país crecerán en 2024 un 1%, un dato similar al que ofrece OTEA. José Santamarta, autor principal de este segundo documento, responsabiliza también al “aumento del uso de los combustibles fósiles”, pero además apunta al fuerte crecimiento de la economía española, alrededor de un 3,3%, y “la importante afluencia de turistas”, que podría alcanzar los 100 millones al cierre de este ejercicio y que también tiene influencia en las emisiones del sector de la aviación.
Desacople
España, debido a los acuerdos internacionales contra el cambio climático que ha firmado, está obligada a realizar un seguimiento y un reporte de sus emisiones a la Comisión Europea y las Naciones Unidas. Pero los primeros datos oficiales del Ministerio para la Transición Ecológica no se hacen públicos normalmente hasta finales del primer semestre del siguiente año. Es decir, el avance del inventario correspondiente a 2024 se enviará a Bruselas en el verano de 2025. En el último avance oficial, el correspondiente al ejercicio de 2023 (cuando se redujeron un 6,3%), el Gobierno destacaba que el país continuaba con “el desacoplamiento entre el crecimiento económico y las emisiones de gases de efecto invernadero, después de una serie de años atípicos, debidos a la pandemia de covid-19 y posterior recuperación, y a contextos energéticos desfavorables derivados del conflicto en Ucrania”.
Ahora, con el incremento previsto para 2024, ¿se rompe esa tendencia de desacople? González-Eguino cree que no: “El desacople entre las emisiones y el PIB en España sí se está produciendo, aunque este año las emisiones hayan aumentado ligeramente. Desde 2005, el PIB ha crecido un 38%, mientras que las emisiones han disminuido un 36%. Si tomamos como referencia 2019, el PIB ha aumentado un 7,7% y las emisiones se han reducido un 10%”. “El desacople se está produciendo, pero no avanza al ritmo necesario para alcanzar los objetivos establecidos”, explica el director de OTEA.
El tiempo se agota
Este repunte en las emisiones, y la lentitud en la descarbonización del transporte, pueden poner en peligro los objetivos climáticos de España. El Gobierno se ha comprometido ante la Comisión a que en 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero serán un 32% menores que las de 1990. En 2024, según los cálculos de OTEA, se situarán un 3,2% por debajo de esos niveles. Pero solo quedan seis años para que acabe la década y para cumplir con Bruselas el ritmo anual de reducción de los gases debería ser del 5,7%. “Un gran reto que va a requerir la implementación de medidas urgentes”, afirman los autores del informe.
“Todo indica que las medidas adoptadas para la electrificación y el cambio modal en el sector transporte están siendo insuficientes”, reiteran los investigadores de OTEA, que también resaltan otro dato negativo: “la electrificación de la economía no avanza”. Que esa electrificación se incremente —con el coche eléctrico o la implantación de las bombas de calor— es básico para poder aprovechar completamente las renovables, que siguen creciendo a buen ritmo.
La Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) sostiene que este año se va a cerrar con otro dato histórico de aportación de las tecnologías limpias: más del 56% de electricidad habrá sido proporcionada por fuentes renovables, más de cinco puntos por encima que en 2023. “Este fuerte incremento interanual se explica por el magnífico comportamiento del recurso hidráulico, pero no es la única causa. La generación fotovoltaica, con un importante aumento de la potencia instalada, y la eólica mantendrán su aportación incluso en años de poca hidraulicidad”, señala esta asociación. Sin embargo, alertan de que “el actual ritmo de integración renovable solo se podrá mantener si se produce un aumento de la demanda que, hoy por hoy, no se está produciendo”. Es decir, una mayor electrificación de la economía.
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