Una investigación de dos ONG denuncia que el 10% de las latas de atún en Europa tienen más mercurio del permitido
Consumo señala que el año pasado no se detectó ningún incumplimiento en España por este motivo mientras el sector asegura que comer este pescado es seguro para la salud y aporta muchos nutrientes
Una investigación de las ONG Bloom (francesa) y Foodwatch (alemana) ha analizado 148 latas de atún en cinco países europeos y ha constatado que el 10% de ellas superan los niveles de mercurio permitidos para el atún fresco, que en España son los mismos que para el atún enlatado (no es así en todos los países). La Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) señala que el año pasado no se detectó ningún incumplimiento en España por este motivo, mientras el sector critica la metodología del informe y señala que en la última década ha revisado 8.000 muestras y la inmensa mayoría cumple los límites legales. Consumo recomienda desde 2019 que embarazadas y niños pequeños no incluyan el atún rojo en su dieta —aunque la recomendación no se extiende a las latas, elaboradas con otras especies de túnidos—, ya que puede ser un tóxico neurológico en las primeras etapas del desarrollo.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés) impone un límite de 0,5 miligramos por kilo (mg/kg) de mercurio para los productos del mar, que se reduce a 0,3 para pescados pequeños, como bacalao, sardinas y anchoas, y crece hasta 1 mg/kg en el caso del atún. “No hay ninguna razón sanitaria para esta discrepancia: el mercurio no es menos tóxico si se ingiere a través del atún, que además es el pescado que más se consume en Europa”, señala Julie Guterman, investigadora de Bloom y autora principal del estudio. “En muchos países, la norma se aplica al atún fresco y no al enlatado, que pierde mucha agua, con lo que el mercurio puede estar dos o tres veces más concentrado”, añade. La Aesan —dependiente de Consumo— confirma que ese límite sí se aplica en España al atún enlatado.
Las dos entidades han seleccionado 148 latas de cinco países (España, Francia, Italia, Reino Unido y Alemania) para analizarlas. “Se eligieron por sorteo varios supermercados, y en cada uno se eligieron aleatoriamente diez latas, que se enviaron a un laboratorio independiente, IPREM-Pau, especialista en análisis de mercurio”, dice Guterman. El resultado —parte del cual ya hicieron público en Francia— es que 15 de ellas superan ese límite, e incluso una lata adquirida en Francia casi lo cuadruplica. Aunque no en todos los países eso significa que se incumpla la ley. Si el límite que se aplicara fuera el más estricto (0,3 µg/kg), casi el 60% de las latas estarían por encima, según el estudio.
La Aesan señala que el año pasado se hicieron 319 análisis de mercurio a pescados y productos de la pesca, de los que 25 superaban el límite legal (un 8%), si bien ningún incumplimiento era de atún en lata. En cambio, se realizaron 4.021 inspecciones a fabricantes de productos de pesca y más del 9% incumplía la normativa alimentaria —no solo en cuanto a contaminantes—. En 2013, la agencia estatal realizó una muestra de 20 latas de conserva de atún y la cantidad media de mercurio hallada fue de 0,26 mg/kg, dentro de los límites.
Roberto Alonso, secretario general de Anfaco-Cecopesca, que aglutina a 250 empresas conserveras, responde que el límite actual “es seguro para la salud”: “Lo realmente importante es la Ingesta Semanal Tolerable (IST), fijada en 1,3 miligramos por kilogramo de peso corporal por semana, que asegura que el consumo de atún en conserva en una dieta variada y equilibrada es totalmente seguro”. Además, señala que los laboratorios de la entidad han analizado 8.000 muestras en diez años. “Los niveles de mercurio en el atún en conserva están significativamente por debajo del límite legal, con una media total de 0,29 mg/kg y una mediana de 0,19 mg/kg, dado que en conserva suelen usarse los ejemplares más pequeños”, resume.
En cuanto al informe, critica que no sabe si se ha seguido la metodología correcta y se han llevado a cabo los análisis adecuados para que la muestra sea representativa: “Sin esta información, resulta difícil emitir una valoración”. Además, asegura que si la industria constata que se superan los límites en algún caso, el lote se rechaza. “Las empresas conserveras implementan rigurosos planes de autocontrol de sus productos y vigilan los tamaños de materias primas con el objetivo de garantizar el 100% de cumplimiento”, dice.
Unas críticas que comparte Javier Garat, secretario general de Cepesca, que representa a los armadores: “El informe es muy tendencioso y no se ajusta a la realidad. Entidades como la Aesan garantizan que se cumplen los niveles legales”. Garat señala que los buques de pesca tiene un sistema por el que realizan muestreos representativos de metales pesados en las capturas y que si se encuentra un lote que supera las cifras se retira. Además, apunta que los túnidos “tienen un gran contenido en selenio, que actúa como un imán con el mercurio, lo que produce una sustancia de mercurio-selenio que el cuerpo elimina fácilmente”. Las dos ONG, en cambio, defienden la validez del análisis.
Contaminantes ambientales
La Comisión Europea garantiza la seguridad alimentaria a partir de los dictámenes de la EFSA, que basa sus informes y dictámenes en datos científicos. En relación con los contaminantes ambientales, como el mercurio, ha seguido el criterio de que su presencia sea “tan baja como sea razonablemente posible” (Alara, por sus siglas en inglés). Se trata de encontrar un equilibrio entre reducir al mínimo los riesgos para la salud y la capacidad de una industria para cumplir con los límites establecidos para que no se afecte a la producción.
“Algunos contaminantes, como el mercurio, se acumulan de forma natural en ciertas especies debido a su lugar en la cadena alimentaria. Por ejemplo, peces grandes como el atún tienen más mercurio porque están en la cima de la cadena alimenticia y viven más tiempo, lo que incrementa su exposición. Esto justifica un límite más alto para el atún que para peces más pequeños”, explica Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria.
“Si se estableciera un límite demasiado estricto, el atún podría desaparecer de la oferta, ya que sería difícil encontrar productos que cumplan con niveles de contaminantes tan bajos”, continúa. “Además, hay que tener en cuenta el patrón general de consumo de ese alimento dentro de la población: aquellos alimentos que se consumen con mayor frecuencia tendrán límites más estrictos”.
Ni la EFSA ni la CE han reaccionado al informe. La Comisión Europea explica que los niveles máximos de contaminantes en los alimentos se establecen de acuerdo con el Reglamento de la UE sobre contaminantes en los alimentos y previa evaluación de la EFSA de si supone un riesgo para la salud. En el caso del mercurio, la EFSA comprueba si la exposición de los consumidores europeos al contaminante supera la ingesta semanal tolerable (IST).
Si tomamos como referencia los 0,26 mg/kg hallados de media por la Aesan en las latas españolas, y teniendo en cuenta que una lata media tiene 60 gramos de peso escurrido (atún), la cantidad media por lata serían unos 15,6 miligramos de mercurio por lata. Si dividimos 80 kilos de peso entre esos 15,6 miligramos, el consumo de unas seis latas de atún típicas a la semana seguiría siendo seguro. En cambio, Bloom y Foodwatch realizan otros cálculos (estimando un 90% de contaminación por metilmercuro en esos 100 gramos) y creen que no se deberían superar las tres latas y media. Piden también a las autoridades reducir estos límites.
La Aesan recomienda no comer atún rojo —ni pez espada, tiburón o lucio— para las embarazadas, madre lactantes y los niños menores de 10 años, porque el mercurio puede ser un tóxico neurológico en las primeras etapas del desarrollo y generar disminuciones cognitivas, trastornos neuromotores y de atención. Garat, de Cepesca, puntualiza que la advertencia se refiere tan solo al atún rojo, mientras que las latas suelen elaborarse con otros túnidos (como el listado, el rabil o el patudo), que tienen menor contenido en metales pesados. La agencia lanzó en 2019 esta advertencia tras los resultados de varios estudios de biomonitorización que constataban que modificar la dieta en favor de especies con bajo contenido en mercurio (como anchoas, chipirones, pulpo, salmón, calamar o trucha), hace disminuir la presencia de mercurio en el pelo y la exposición a este contaminante.
En busca de los contaminantes en los alimentos
El Ministerio de Sanidad tiene previsto arrancar en diciembre el primer gran estudio estatal para ver cómo nos afectan las sustancias químicas a las que estamos expuestos de forma cotidiana, una de las cuales es el mercurio. Tal y como adelantó EL PAÍS, la iniciativa se enmarca dentro de la nueva estructura nacional de biomonitorización humana y pretende medir los niveles de contaminantes en miles de voluntarios como primer paso para tomar luego medidas de salud pública basadas en la ciencia.
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