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La propuesta europea de rebajar la protección del lobo choca con su mal estado de conservación

El autor del informe solicitado por la Comisión, antes de que esta semana propusiera el cambio para facilitar su caza, asegura que “la decisión parece deberse a intereses electorales”

Varios ejemplares de lobo ibérico en el centro del lobo Félix Rodríguez de la Fuente, en Puebla de Sanabria (Zamora).
Varios ejemplares de lobo ibérico en el centro del lobo Félix Rodríguez de la Fuente, en Puebla de Sanabria (Zamora).© Luis Sevillano
Esther Sánchez

El lobo vuelve a mostrar su colmillo político sin saberlo. Los 20.300 cánidos que viven en los territorios de la Unión Europea se juegan pasar de ser “una especie estrictamente protegida”, categoría que solo permite abatirlos en determinadas circunstancias, a “protegida”, que implica la autorización de su caza, como si se tratara de cualquier otra especie cinegética. La propuesta realizada el miércoles por la Comisión Europea llega después de que los Veintisiete votaran “no” en noviembre de 2022 a una petición similar, al no estar justificada desde el punto de vista científico ni de la conservación. La situación del cánido no es favorable en la mayoría de los países, según datos oficiales de la Unión Europea, que se renuevan cada seis años. En la última evaluación, que se realizó en 2019 y está en vigor hasta 2025, solo cinco países informaron a Europa del buen estado de sus poblaciones: Rumanía, Lituania, Letonia, Estonia e Italia.

¿Ha cambiado algo en estos meses? “Los lobos se recuperan desde hace más de 30 años, pero su estado de conservación es idéntico que el año pasado, por lo que la decisión de la Comisión Europea parece deberse a intereses electorales”, responde Juan Carlos Blanco, biólogo y autor del análisis en profundidad de la especie encargado por la Comisión. Blanco quiere aclarar que su trabajo “en ningún momento ofrece recomendaciones para modificar la calificación de la especie”. En la actualidad, el lobo se encuentra en todos los estados, excepto en Irlanda, Chipre y Malta, y la población crece a una media de más de 800 por año. “Hay que tener en cuenta que son 24 países, así que es un aumento normal”, incide Blanco.

Las organizaciones ecologistas sostienen que el anuncio realizado el miércoles por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, persigue atraer al mundo rural. Sabien Leemans, de la organización conservacionista WWF, señala que la propuesta “es escandalosa” y “que está motivada por razones personales y socava todos los esfuerzos de conservación de la naturaleza de la Unión Europea”. Von der Leyen “se hace eco de los intentos de sus aliados para instrumentalizar al lobo como chivo expiatorio de los problemas socioeconómicos de las comunidades rurales”. Las elecciones al Parlamento Europeo, de mayoría conservadora en la actualidad, se celebrarán del 6 al 9 de junio de 2024.

En el otro lado de la balanza, el grupo popular europeo se felicita. Ignacio Zoido, portavoz de Agricultura y Desarrollo Rural del PP en el Parlamento Europeo, calificó el anuncio de “gran noticia para los miles de ganaderos y habitantes de las zonas rurales que viven aterrorizadas por los ataques constantes de los lobos”. La alegría también se ha instalado en las comunidades en las que vive el 95% de los lobos de España —Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria—, que luchan contra la protección estricta de la especie en sus territorios, que entró en vigor en septiembre de 2021. Allí, se pasó de contar con unos cupos de caza para el lobo ―se abatían más de 100 al año― a que se necesitara un permiso especial en el caso de que algún ejemplar se muestre especialmente dañino.

Impacto sobre el ganado

El informe analiza la depredación del ganado como la principal causa de persecución de la especie a lo largo de la historia, y concluye que “a gran escala, el impacto sobre el ganado es muy pequeño”, aunque a nivel local se pueden producir presiones importantes. En la UE existen alrededor de 60 millones de ovejas, por lo que el nivel de depredación global es de un 0,065% anual, calcula. Los lobos matan a 65.500 cabezas de ganado al año en la UE, el 73% son ovejas y cabras, el 19% ganado bovino y el 6% caballos y burros.

Los mayores daños se producen en España, Francia e Italia, con entre 10.000 y 14.000 pérdidas en cada país por año. Francia es el país que más ovejas pierde, en España el bovino es el más perjudicado, y en las montañas del suroeste europeo, los caballos. En Finlandia y Suecia, los cánidos se centran en los renos semidomesticados. La especie también presta un importante servicio en los ecosistemas al alimentarse de ungulados salvajes, que debido a sus altas densidades provocan daños en la agricultura y los montes, además de transmitir enfermedades al ganado doméstico.

Los asaltos a las explotaciones ganaderas han ido aumentando según crecía la población lobuna, plantea el documento, y el mejor camino para reducirlos es “aplicar sistemas de prevención”. Hay casos como el de Alemania, que ha experimentado un gran crecimiento de la especie: en 2000 había una manada y en 2022 se censaron 184. Pero, a pesar de ese boom, la frecuencia de los ataques ha caído de forma significativa en los años recientes. Esto se debe, aclara el informe, a que “se han tomado medidas preventivas adecuadas”. No existen recetas sobre cuál es el mejor procedimiento para alejar a los depredadores. En España se opta principalmente por regresar al pastoreo, la vigilancia con perros mastines y guardar el ganado con vallas electrificadas, por ejemplo.

La opción de abatir a los lobos para reducir los ataques puede no producir los efectos deseados. “En el mejor de los casos”, señala el documento, solo resuelve los conflictos de forma temporal, a menos que se extermine la población de lobos o se reduzca severamente en grandes áreas. Cuando se abate a los lobos, sus territorios son ocupados rápidamente por otros y “será necesario seguir matándolos año tras año”, añade el texto. Este tipo de caza, además, es incompatible con la Directiva Habitats, la normativa que ha posibilitado la recuperación de la especie, y concita un gran rechazo por parte de la sociedad en Europa. Ese fuerte soporte público se detecta en el resultado de la consulta lanzada por Bruselas en la que invitó a las “comunidades locales, científicos y todas las partes interesadas” a enviar datos actualizados sobre la población de lobos “y su impacto”. Aunque no se pretendía que se expresara una opinión sobre la protección de la especie, más del 70% de los participantes se declararon a favor de mantener el estatus actual, en comparación con el 29% en favor de reducirlo.

Se pueden dar permisos especiales para individuos especialmente conflictivos, como ocurre en España desde que se protegió a la especie de forma estricta, pero ahí el problema es acertar con el ejemplar. En Alemania, por ejemplo, se han otorgado ocho autorizaciones desde 2000 hasta mayo de 2023 para sacrificar a individuos que estaban identificados genéticamente por las matanzas que habían provocado. “Pero siete de los ocho abatidos fueron individuos equivocados”, señala el informe. En septiembre del año pasado, uno de esos lobos alemanes mató al poni favorito de von der Leyen, en un ataque perpetrado cerca de su residencia en Baja Sajonia. El animal también habría acabado con la vida de una docena de ovejas y una vaca, pero no se le consiguió cazar.

Los lobos han transitado por épocas muy duras perseguidos por el hombre. En los años sesenta y setenta del siglo pasado habían desaparecido totalmente de Finlandia, Escandinavia y Europa Central. Quedaron poblaciones fragmentadas en el este y en las penínsulas del sur (España e Italia), pero estaban cercanas a la extinción. Su protección ha logrado que la especie remonte, pero se enfrenta a múltiples amenazas, entre las que destacan la caza (legal e ilegal), la hibridación con perros o la fragmentación del territorio con infraestructuras que les impiden avanzar libremente.

En el caso de que la propuesta de la Comisión prosperara, el camino a recorrer es largo. Primero la deber presentar al convenio internacional de Berna, sobre la conservación de la fauna y la flora silvestres y los hábitats naturales de Europa, que no se reúne hasta diciembre de 2024, con lo que ya habría pasado un año. Y, si ahí se llegara a un acuerdo, habría que modificar a continuación la Directiva Habitats que requiere la unanimidad de todos los países.


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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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